

Cuando en 1891 el escritor Oscar Wilde (Irlanda, 1854-París, 1900) publicó La decadencia de la mentira, dejó claramente plasmada su lucha contra el movimientoRealista, tendencia que desarrollaría una fuerte influencia en la segunda mitad del siglo XIX. En este ensayo Wilde expone sus principios, si esto es posible en Oscar Wilde, con una dialéctica maravillosamente escrita. En uno de ellos, resumiendo, nos dice: el Arte no es imitación de la realidad, sino una creación; el Arte no imita a la vida, sino al revés, la vida imita al Arte. En el Arte no interesa la simple verdad, sólo la compleja belleza.
Benvenuto Cellini (Florencia, 1500-1571) fue un escultor y orfebre del Renacimiento italiano, discípulo de Miguel Ángel y artista contratado por grandes personajes de su época. El rey Francisco I de Francia le invitó a su corte, y crearía Cellini para él un maravilloso salero de oro y esmalte, el reconocido Saliero. Un extraordinario objeto de artesanía modelado y fundido en oro que representa al dios Neptuno y a la diosa Ceres (Mar y Tierra), metáfora de la producción natural de la preciada especia alimenticia. La vida de Cellini fue además toda una gran aventura. Experiencias que él mismo redactaría en unas memorias y que el propio Oscar Wilde calificaría entonces como uno de los pocos libros que merecían la pena leerse.
En la obra de Wilde uno de sus personajes expresa lo siguiente: Dicen las gentes que el arte nos hace amar aún más la naturaleza... A mi juicio, cuanto más estudiamos el arte, menos nos preocupa la naturaleza. Realmente, lo que el arte nos revela es la falta de plan de la naturaleza, su extraña tosquedad, su monotonía, su carácter inacabado. Cuando contemplo un paisaje me es imposible dejar de ver todos sus defectos. A pesar de lo cual, es una suerte para nosotros que la naturaleza sea tan imperfecta, ya que en otro caso no existiría el arte... El arte encuentra su perfección en sí mismo y no fuera de él. No hay que juzgarlo conforme a un modelo interior. Es velo más bien que un espejo. Suyas son las formas, más reales que un ser viviente, suyos son los grandes arquetipos de que son copias imperfectas las cosas existentes... La revelación final es que la mentira, es decir, relato de bellas cosas falsas, es el fin mismo del Arte."
En esta nueva, y discontinua, entrada, he querido homenajear la recreación artística como el verdadero sentido de la vida. Lo único que la hace -a la vida- interesante propiamente, ya que el resto de cosas que pudieran también hacerla fenecen después, justo luego apenas de crearse. El Arte es lo único que permanece magnificientemente eterno, que uno puede repetir, o releer, revisualizar o revivir, tantas veces como su ánimo le permita valorarlo. Cualquier otra cosa se agota una vez que se haya descubierto o que se haya elaborado, salvo que sea Arte, lo cual nos trasciende, verdaderamente, de nuestra propia futilidad.
(Imagen de la obra El Saliero, de Benvenuto Cellini, Museo de Arte de Viena, robada en el año 2003 de este museo por un ladrón amateur, que lo organizó sin embargo para solicitar un rescate a la compañía de seguros, la policía vienesa logró detenerlo y recuperar la pieza de arte, valorada en 50 millones de euros, tres años después; Imagen de un salero real y convencional, con el mismo uso que la obra creada, pero sin su exquisita mentira; Grabado con la imagen de Oscar Wilde; Busto de Benvenuto Cellini en Florencia).
