El otro día me preguntaron en una entrevista de trabajo por qué elegí estudiar Economía. Lo que me sorprendió no fue la pregunta, sino lo que yo misma respondí a ello. Entre otras cosas, dedicarme a la economía se lo puedo agradecer a mi familia y al Simcity.
Para empezar, estoy agradecida por el hecho de que en mi casa siempre haya habido inquietud por los temas económicos, políticos e históricos, y cierta tradición por escuchar los telediarios y hablar en las comidas de este tipo de cuestiones con un interés cotidiano. Aunque ciertamente cuando era pequeña a mí lo que me interesaba era que el telediario terminara para que pudiera ver los dibujos animados de turno, en casa era algo así como una pequeña tradición diaria a la que tenía que enfrentarme. Sin embargo, sin ser consciente de ello, el telediario me enseñaba muchas cosas sobre el funcionamiento de la vida moderna. Los políticos, los impuestos, los bancos, la corrupción, el salario mínimo, las leyes, ser autónomo, la campaña de la renta, la Unión Europea... fueron conceptos que se van asimilando y convirtiendo junto a otros (la merienda, los deberes, el fútbol, las vacaciones) en algo más cercano. Además, siempre es un privilegio poder tener unos padres que, sin hacerles falta unos estudios universitarios, saben mucho de la vida real y de lo que es gestionar una economía doméstica, y siempre respondían todas mis preguntas e inquietudes.
Por otro lado, uno de los juegos de ordenador que ocuparon muchas horas de mi infancia y que más he disfrutado en mi vida es el Simcity. Esa maravillosa obra de resumen sobre lo que es la gestión de una economía local, un presupuesto, los impuestos, el desarrollo y el avance científico siempre me ha encantado. Aprendí muchas cosas tanto sobre energías renovables, como sobre edificios emblemáticos, y también aprendí lo que supone recaudar impuestos y qué implica el gasto público y por qué no se pueden subir o bajar mucho los impuestos (si los subes recaudas mucho pero surgen huelgas y la población huye de tu ciudad, quedándote a la larga con menos gente que paga impuestos; si los bajar mucho para atraer gente y que esté más contenta, el dinero no te llega para mantener la infraestructura pública por mucha población que potencialmente vaya a pagar esos mínimos impuestos). También entiendes por qué no se pueden construir todos los servicios que a uno le gustarían para lograr una ciudad limpia, segura y feliz. Pensar esto parece algo sencillo y asequible, pero a menudo me planteo si todo el mundo lo entiende cuando entramos en periodo electoral.
Los conocimientos básicos sobre el funcionamiento de la economía y las finanzas son imprescindibles actualmente. En la vida moderna, todo el mundo aspira al menos a percibir un salario, votar a sus representantes políticos (o a abstenerse de ello por unos motivos), gestionar unos ahorros y tener un patrimonio, más o menos grande, que te permita vivir con comodidad durante toda la vida. Para esto, es fundamental conocer cuestiones básicas sobre finanzas y sobre economía. Es como sumar y restar. Es como saber leer. Es como conocer el cuerpo humano y saber que los pulmones sirven para respirar. Es como el inglés. Es necesario saber para qué sirven los impuestos y qué es el gasto público. Es necesario saber qué es la inflación y qué es el tipo de interés. Es fundamental. Y aunque parezca increíble hay mucha gente que desconoce estas cosas. Incluso teniendo estudios superiores.
Hace un tiempo me llegó una noticia acerca del programa que había llevado a cabo el Banco Mundial, junto con S&P y la Universidad George Washington, que aglutinaba en cinco preguntas los conocimientos financieros que toda persona debería tener. Lo sorprendente del asunto no es que hubiera que poner en marcha un programa así para concienciar a la gente. Lo más sorprendente para mí fue el tipo de preguntas que se consideraban como básicas y por eso eran selectivas en el estudio. De hecho, según este estudio (y estas preguntas) sólo el el 49% de los españoles adultos muestra un conocimiento de conceptos financieros básicos. La media europea no es más halagüeña: un 51% de personas lo aprueba. Pero es que podemos sentirnos aliviados porque Italia se encuentra en el 37% y Portugal en el 26%. Intenten responder a las preguntas por ustedes mismos, por favor.
Cuando comencé a ser profesora en la universidad, lo que más me sorprendió es que una buena parte de mis alumnos de primer curso no supieran lo qué era el tipo de interés. Quizá a veces los economistas perdemos perspectiva y nos creemos el ombligo del mundo, pensé. Pero es increíble que prácticamente todo el mundo haya realizado un depósito en un banco alguna vez, y que esos alumnos que a los 18 años no sabían lo que era un tipo de interés vayan a un banco con sus ahorros de toda una vida el día de mañana. Igualmente con lo que conocían sobre la Seguridad Social o el IRPF. Todos tendrán un salario el día de mañana (no sé si también llegarán a tener una pensión). La respuesta de quienes desconocían algunas de estas cosas me impactó más: aducían que no habían estudiado el bachillerato de Ciencias Sociales, sino que procedían de uno de Artes o de Ciencias y no se lo habían exigido para aprobar la Selectividad. ¿Y en la vida? ¿Acaso la vida no les exigirá saber estas cosas? Tenemos ejemplos recientes de lo que ocurre, en parte, por la falta de información y conocimientos financieros.
¿A qué dedicamos el tiempo estudiando tantos años? ¿Es acaso la diferencia entre un trapecio y un trapezoide, los afluentes del Tajo o la diferencia entre un anfibio y un reptil más importante que esto? Y eso que a mí la biología, la geografía y las matemáticas me encantaban. ¡Pero es que se nos ha ido la pinza o qué! ¿Qué ocurre, que alguien de letras o de ciencias puras, puede llegar a la universidad sin saber lo que es el tipo de interés? ¿Es que a la entrada de un banco se rechaza a la gente que no ha estudiado economía como optativa a los 16 años? ¿Es que hace falta elegir Ciencias Sociales para saber esto tan fundamental?
El Informe PISA ofreció en 2012 un módulo especial sobre competencias financieras, cuyos principales resultados se muestran aquí. Ya había trabajos previos en esta línea que apuntaban a que, efectivamente, hay ciertos factores que afectan al conocimiento financiero de los jóvenes evaluados en este Informe. Entre ellas, se pueden destacar el nivel de educación de la familia, sus recursos económicos y el grado de utilización de instrumentos financieros de los padres (Bernheim et al. (1997), Lusardi y Mitchell (2007) y Van Rooij et al. (2011 y 2012).
En un trabajo que realizamos analizando estos datos de la OCDE en el Banco de España, los resultados que obtuvimos fueron reveladores. Los alumnos que asistían a colegios que impartían contenidos específicos de educación financiera mejoraban significativamente sus notas de conocimiento financiero. Y este incremento de las notas de competencias financieras tenía lugar especialmente en la parte media y alta de la distribución (los alumnos con mejores notas). Algo comprensible. En los colegios con educación financiera disponible las notas de matemáticas y lengua también parecen ser superiores, aunque no parece haber diferencias significativas tan abruptas como en relación con el incremento de conocimientos financieros.
Figura 1: Resultados del test en función de si el colegio imparte educación financiera.Fuente: Lacuesta et al. (2014) a partir de datos de PISA de educación financiera (OCDE).
La educación financiera básica es un conocimiento fundamental que todas las personas deberían tener, con independencia del nivel educativo que aspiren a tener, de la rama que hayan elegido en sus estudios o del tipo de trabajo que desarrollen en un futuro. Es un conocimiento básico. Ha de serlo. ¿Pueden decirme de alguien que nunca haya ido a un banco en su vida? ¿Qué no haya comprado un bien o que no haya pagado impuestos?
Para intentar hacer algo en relación con el nivel de educación financiera en España, el Banco de España y la CNMV pusieron en marcha en 2008 un programa similar, el Plan de Educación Financiera, con una doble perspectiva: un portal para que las escuelas puedan tener referencias a la hora de impartir contenidos de educación financiera a sus alumnos (Portal educativo), y una página web para enseñar contenidos financieros y económicos a cualquier tipo de público (Finanzas para todos).
Es fundamental. Para desenvolverse en la sociedad actual es imprescindible saber lo que es el riesgo y la rentabilidad, qué tipos de impuestos hay y para qué sirven, qué es el tipo de interés, qué es la inflación, qué características tiene los bancos, qué es una empresa, de dónde sale el gasto público y qué implicaciones tiene el crecimiento económico. Pero no podemos aspirar a que estas cuestiones que afectarán tanto a nuestro día a día en el futuro se aprendan en una asignatura optativa o en el seno familiar si es que nuestros padres se preocupan por ello. Porque, efectivamente, el dinero no debe ser sólo un asunto de creencia, sino también un motivo de inquietud y conocimiento.
BERNHEIM, D., GARRET, D. y MAKI, D. (1997) Education and saving: the long term effects of high school financial curriculum mandates. Journal of Public Economics, 80(3), pp.435-465.
LACUESTA, A.; MARTÍNEZ-MATUTE, M. y MORAL, E. (2014): "Factores que mejoran el conocimiento financiero. El papel de la educación financiera escolar", en INEE (Ed.), PISA 2012: Competencia Financiera. Informe español. Volumen II: Análisis secundario, Capítulo 5, pp. 115-136. Madrid: Autor.
LUSARDI, A. y MITCHELL, O. (2009) How ordinary people make complex economics decisions: financial literacy and retirement readiness. NBER Working Paper n. 15350.
VAN ROOIJ, M., LUSARDI, A. y ALESSIE, R. (2011) Financial literacy and stock market participation. Journal of financial economics, 101 (2), pp. 449-472
VAN ROOIJ, M., LUSARDI, A. y ALESSIE, R. (2012) Financial literacy, retirement, planning and household wealth. The Economic Journal 122,pp. 449-478.