Salvo en situaciones extremas de depresión o de problemas de sociabilidad, la motivación –entendida como el impulso para lograr una meta necesaria o deseada– siempre está presente, es inherente a la persona, porque todos queremos satisfacer, al menos, tres tipos de necesidades-deseos: cubrir las necesidades básicas para sobrevivir y el deseo de disfrutar; afectivos para sentirnos bien emocionalmente y vincularnos a otros; e intelectuales o prácticos para desarrollar nuestras capacidades y sentir que progresamos y somos reconocidos, dando sentido a nuestra vida y a la realidad.
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La importancia de la motivación en el aprendizaje de los adolescentes
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