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La impotencia del adiós prematuro

Publicado el 01 junio 2017 por Trescuatrotres @tres4tres

Impotencia. Esa es la sensación que mas de un aficionado al fútbol está sintiendo en estas semanas de vacío competitivo. El fin de la Liga es duro. El fin de la Liga sin Eurocopa o Mundial es durísimo. Pero sí a eso le sumas la marcha de un pilar fundamental de tu equipo, puedes llegar a entrar en depresión. Sobre todo, porque son fechas extrañas, prematuras para la ilusión de un nuevo proyecto pero letales para una hinchada. Ese entrenador que ha exprimido al equipo, aquel jugador cedido que ha explotado en tu estadio o ese defensa que venía de 2ª y ha acabado como indiscutible. Se van, y todos son ilustrativos ejemplos de lo perdido, de huecos difíciles de llenar que se escapan del alcance de la grada.

Por supuesto, como habréis intuido, este artículo está inspirado en la marcha de Mauricio Pellegrino del Alavés. Sin querer entrar en razones, el Flaco ha dejado entrever que sus motivos son personales. Una familia en Argentina tira mucho y los babazorros ya buscan sustituto al técnico que devolvió el respeto al gran Alavés. El mejor entrenador del año para esta humilde redacción constituye un primer grupo de despedidas preestivales. Hablamos de las marchas por motivos personales, casi siempre protagonizadas por jugadores extranjeros, como Dubarbier, que dejaba Almería en mitad de la temporada (peor aún) para acompañar a su familia en Argentina ante una situación complicada.

Otras marchas dolorosas de estos meses vacacionales son las de aquellos futbolistas a los que las direcciones deportivas no supieron renovar. Jugadores que en su último año de contrato no vieron satisfechas sus expectativas económicas o deportivas y llevan marcado su destino desde el invierno. Una fórmula muy habitual entre equipos de rango superior al afectado, dado que deja poco margen de maniobra en el pequeño, aunque pueda afectar en el rendimiento del fichado. Sin contar con las posibles lesiones que pudieran producirse con el futuro ya escrito.

Concretando, un grupo más específico de estas despedidas, no menos desgarradoras por más cantadas, corresponde a canteranos. Esto ya son palabras mayores. Decirle adiós a un jugador al que has visto crecer, aprender a contemporizar cuando los resultados no van de cara o incluso adquirir físico, es muy duro. Que sólo puedas disfrutar de su máximo apogeo unos meses es injusto. Quizás seas afortunado, y el destino de la promesa sea un grande, tipo Real Madrid o Barça y tengas la suerte de que te dejen disfrutarlo un año más. Una fórmula muy del gusto de la casa blanca. Puede ser alargar la agonía, pero el fútbol vive de la inmediatez y así las lágrimas son menos.

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