La Independencia de España.

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Puesto porJCP on Sep 27, 2015 in Autores

Es un hecho histórico que España quedó rezagada del núcleo de Europa Occidental. Varias son las causas, y el atraso intelectual fue la consecuencia más nefasta. Esto perdura hasta nuestros días a pesar de la “Atlantización dependiente” orquestada desde que los tecnócratas del Opus Dei acoplaran España al esquema Atlantista, mediante los pactos con el Amigo Americano y el Plan de Estabilización de los años cincuenta. Es cierto que la alternativa era que España se convirtiera en una especie de Corea del Norte de derechas, porque el golpe de gracia a la Independencia de España lo supuso la derrota del Eje en la SGM, cuyo ámbito era de orientación continental, siendo el acople mencionado y la posterior entrega total con la Transición, la consecuencia lógica de la gran partida geoestratégica que fue la SGM. La derrota del Atlantismo hubiese supuesto la liberación de tal ámbito (todas las riberas del Océano Atlántico) del Anglosionismo, y la posibilidad para España (Portugal incluido por supuesto) de encontrar un lugar de peso en el mundo mediante la revalidación de su propio Atlantismo, pero en clave hispánica. Sin la previa y completa anulación de esta potencia, el Imperio mercantilista Anglosionista jamás hubiese podido afianzarse como tal.

Los separatismos ibéricos son producto práctico y psicológico de esta dinámica anti española, cuyo objetivo último parece ser la disolución total del potencial de España como genuina potencia Atlántica y Mediterránea. La Península Ibérica es el territorio más estratégico de todo el globo terráqueo. Esta realidad de acero estuvo detrás del desencadenamiento de la fratricida Guerra Civil Española, consecuencia natural de toda la parafernalia ideológica desplegada y radicalizada por los poderes fácticos y las potencias extranjeras. Una España devastada era esencial para la gran partida en ciernes, y Franco resultó ser un espejismo para el Eje germano-italiano, mientras que para el Atlantismo Anglosionista representaba una barrera anticomunista. Un satélite de la URSS en la Península Ibérica hubiese desarticulado completamente el esquema bipolar planificado para la segunda mitad del siglo XX. Finalmente la derrota militar de Alemania y por asimilación de los “fascismos” residuales en Europa supuso la victoria global de la alianza liberal-marxista, la cual a su vez muto mediante fusión en el neoliberalismo, caballito de batalla ideológico del Gobierno Mundial (NWO) de la Sinarquía Judaica.

Los últimos tiempos han combinado la dinámica anti española a la que hacía mención, potenciada por la suicida entrega de la Educación y los medios de difusión a los micro nacionalismos delirantes, con la evidente bancarrota española y especialmente la de la autonomía catalana. La economía española es a día de hoy una auténtica bomba de relojería. Esta pócima, alentada indirectamente por los sucesivos gobiernos centrales ha desembocado en una situación límite. España pierde, o España pierde. Si gana el NO esperarán unos años más hasta que nuevas camadas de inmigrantes extra españoles y de niños y adolescentes charnegos con el cerebro completamente trepanado se encaren a las urnas. Y si triunfa el Si, la ruptura pura y dura y/o el chantaje serán de órdago. Y los vascos vendrán después. No es de recibo que quienes se han beneficiado de la economía de España en su conjunto durante el último siglo de forma superlativa, habiendo acumulado factores productivos y beneficios, tengan la posibilidad de decidir en exclusiva algo que afecta al conjunto de una nación constituida formalmente desde hace más de 500 años. Por lo tanto no hay nada que votar, ni nada que negociar con minorías que promueven la mentira, la impostura, el desprecio y el odio entre españoles.

Berengario el Tanquista