Revista Economía

La industria editorial: ¿negocio u ONG?

Publicado el 01 noviembre 2022 por Pacolopez

Un juez norteamericano ha denegado el permiso para que Penguin Random House (PRH) compre Simon&Schuster (S&S), basándose en que la compra reduciría la competencia en el sector.

La industria editorial está dominada por 5 gigantes, entre los que están PRH y S&S, además de la francesa Hachette, HarperCollins y Macmillan.

S&S pertenece actualmente a la Paramount, que quiere deshacerse de ella. Los expertos auguran que caerá en manos de un fondo de private equity, que probablemente reducirá el catálogo para centrarse en autores y temáticas best sellers, evitando hacer apuestas por escritores noveles o temas minoritarios, con lo que el sector editorial y la sociedad saldrán empobrecidos. El final puede ser muy similar al que trata de evitar el bienintencionado juez.

Eso me ha hecho pensar que el negocio cultural en general y el editorial en espacial tiene dos caras: la del negocio y la de la cultura.

Me explico.

Cuando se quiere incidir en el lado de 'negocio' se apuesta por proyectos seguros, con obras oportunistas y/o autores conocidos (muchos de ellos mediáticos y fugaces), productos sin aristas, que abordan mercados masivos para asegurarse el retorno de la inversión, como hará el fondo de private equity que compre S&S, que ha de asegurarse un retorno de doble dígito para sus inversores. No pongo en duda su legitimidad. Mi duda es que el sector editorial deba ser el campo de batalla del private equity.

En el otro lado, el de la ´cultura´ están las pequeñas editoriales especializadas que priman el descubrimiento de nuevos contenidos y nuevos autores, proyectos que aporten riqueza al acerbo cultural del país y del mundo. Normalmente eso es a cambio de una rentabilidad escasa o nula; apenas para sobrevivir. Con una economía de ONG y una vocación irreductible de servicio.

Hay que agradecer que existan lectores y administraciones que apoyen a estos últimos, porque el avance imparable de la cultura convertida en mero producto de consumo, que no aporta nada nuevo para no arriesgar el capital invertido, nos dejaría a todos más pobres culturalmente.


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