
JR Mora
Quizás nuestros anticuados políticos piensen que esto de estar en contra de la ‘Ley Sinde‘ es pasajero. Una ley que encontramos retrograda y que coarta los derechos y las libertades individuales. Quizás piensen que el argumentario de los ‘internautas‘ es de nuevo cuño y que cuando insistimos en la idea de que el modelo de negocio en el que está obcecado la industria discográfica y cinematográfica española es obsoleto, desfasado y alejado de la realidad de la ciudadanía. Quizás piensen que somos tontos. Y no, no lo somos.
Y para que quede claro que estas incendiarias ideas ya estaban muy presentes hace más de 10 años os dejo este pequeño fragmento:
“La producción y la distribución son tan baratas y fáciles que el mercado puede hacerse cargo. Eso deja a las discográficas con casi nada salvo la función de marketing, una tarea que en general no han aprovechado demasiado bien en lo referente a la web porque están demasiado ocupadas intentando contener lo que, con razón, consideran una amenaza a su hegemonía. Las discográficas pensaban que eran creadoras, pero en lugar de eso han descubierto que son intermediarias.
Lo que nos lleva hasta lo más alto de la cadena: en este caso, los propios músicos.
¿Por qué permitirían que su música se bajara gratis en lugar de venderla a 15 o 20 dólares a través de una discográfica? Quizás porque es una buena táctica de marketing para vender CD y entradas para conciertos. Quizá porque esperan que, al final, los fans estén dispuestos a pagarles algo por el privilegio de la descarga, de la misma forma que los programas compartidos han sido un próspero negocio para muchos desarrolladores de software. Quizá los músicos permitan que su música tenga un precio lo bastante bajo para fomentar una distribución lo más amplia posible porque son artesanos que se preocupan más por el valor de su trabajo que por su precio. Y quizá porque no definen ese valor en función de lo que cobran por una forma de producto determinado”
Este texto pertenece a ‘El Manifiesto Cluetrain‘, para muchos uno de los libros fundacionales del concepto 2.0 y de imprescindible lectura. El libro se editó en 1999 y sus autores fueron unos auténticos visionarios de lo que quedaba por llegar. A pesar que desde hace mucho tiempo que expertos de la comunicación vienen avisando de cambios abismales en el negocio de la distribución musical los políticos, empresas y ‘artesanos’ de la música de este país hacen oídos sordos y siguen llamando ‘piratas’ a la ciudadanía.
Especial atención merece la frase arriba subrayada. Creo que han dejado claro que en este país no se preocupan más por el valor de su trabajo que por su precio al igual que no se preocupan por escuchar lo que piensa la ciudadanía. Otro argumento más para decir #nolesvotes.
