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La infidelidad no solo nos hiere psicológicamente, también afecta nuestra salud física

Por Davidsaparicio @Psyciencia
VISHNU_KV / Pixabay" href="https://www.psyciencia.com/wp-content/uploads/2017/06/break_heart_1496376984.jpg">La infidelidad no solo nos hiere psicológicamente, también afecta nuestra salud físicaVISHNU_KV / Pixabay

El estrés emocional que puede ocasionar el acto de descubrir a nuestra pareja teniendo una aventura amorosa es quizás uno de los eventos más traumáticos que cualquier persona podría experimentar en la vida cotidiana.

Sin duda alguna, una vivencia tan estresante como esta supone a su vez una cadena de mecanismos de respuesta psicológicos que pueden ir desde un brote de ira desmedido hasta un ciclo de depresión crónica o ansiedad.

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Los efectos psicológicos de una infidelidad no son un secreto para los psicólogos y tampoco para el individuo común, pero ¿qué hay de las repercusiones que sufre nuestro cuerpo? ¿Existen también efectos directamente asociados con la infelidad que produzcan cambios a nivel orgánico?

Un estudio publicado en Journal of Social and Personal Relationships sugiere que, para la parte afectada, el impacto psicológico de una infelidad no solo genera conmoción emocional sino que también se experimentan cambios negativos en nuestra salud física.

“La atribución de la culpa, ya sea que uno se culpe a sí mismo o a su pareja, influye en el impacto emocional y físico de la infidelidad”, explica Psypost.

¿Qué quiere decir esto exactamente?

La autora del estudio, Rosie Shrout de la Universidad de Nevada (Reno), lo explica de la siguiente manera:

“En primer lugar, sabemos que la infidelidad es uno de los eventos más estresantes y dañinos que enfrenta una pareja. La personas que fue infiel experimenta un fuerte estrés emocional y psicológico seguido de la infidelidad. Queríamos saber si este estrés emocional y psicológico los lleva a emprender conductas riesgosas para su salud, como tener relaciones sexuales sin protección, consumir drogas, abusar del alcohol, comer compulsivamente o dejar de comer”. 

Shrout y su equipo también estaban interesados en definir si la percepción de culpa jugaba un rol importante en el impacto psicológico después de la infidelidad y en las posibles conductas de riesgo adoptadas, así que entrevistaron 232 estudiantes universitarios (edad promedio de 20 años) que habían sido víctimas de una infidelidad en los últimos tres meses en búsqueda de una posible respuesta.

El tiempo que la gran mayoría de los participantes del estudio había estado en una relación con sus parejas infieles era de aproximadamente 1.76 años.

Los resultados obtenidos por Shrout y sus colaboradores sugieren que los efectos psicológicos de la infidelidad, tales como experimentar un estado de depresión mayor y ansiedad, se relacionan estrechamente con un incremento en la tendencia a comprometerse con una variedad de hábitos perjudiciales para la salud.

Lo que Shrout y su equipo encontraron fue una conexión importante entre la salud mental y comportamientos comprometedores para la salud

“Tal y como esperábamos, las personas que experimentaron un mayor estrés psicológico y emocional luego de ser víctimas de una infidelidad se vieron comprometidos con un número mayor de conductas de riesgo. Eran más propensos a comer menos o no comer para nada, consumir alcohol o marihuana más seguido, tener sexo bajo influencia de las drogas o el alcohol, o hacer ejercicio desmedidamente”, explica Shrout.

En otras palabras, ser víctima de una infidelidad no solo tiene efectos negativos sobre nuestra salud mental, sino que estos efectos pasan a ejercer una influencia directa sobre nuestra salud física al momento de hacernos más o menos propensos a comportarnos de cierta forma debido al impacto emocional.

Shrout y su equipo también encontraron que las personas que se culpaban a sí mismas por los actos de sus parejas eran más propensos a practicar conductas de riesgo, mientras que culpar a la pareja directamente parece no guardar relación con una mayor o menor tendencia a realizar actos riesgosos.

“Fue interesante encontrar que estos efectos pesan más para las mujeres que para los hombres”, añade Shrout.

Este detalle en relación con las diferencias de género es consistente con un estudio previo según el cual las mujeres experimentan un mayor estrés psicológico luego de ser víctimas de una infidelidad en comparación con los hombres. “Creemos que esto sucede porque las mujeres típicamente ponen en un lugar más importante las relaciones sentimentales, así que ellas podrían ser más propensas a una salud mental más pobre o a verse comprometidas en conductas riesgosas”, dijo Shrout a Psypost.

Los investigadores coinciden en que estos parámetros podrían diferir de los que mantienen parejas de mayor edad, como los adultos casados que tienen hijos y viven juntos, o bien los que comparten finanzas, de modo que piensan examinar este tipo de relaciones en estudios futuros para determinar el rol que juega la infidelidad en parejas de larga duración.

Fuente: Psypost; SAGE Journals


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