“¿Y si esto está mal?”… La experiencia de asistir a la función de prensa de La inocencia de la araña* genera el mismo interrogante que se hace una de las niñas protagonistas de la opera prima de Sebastián Caulier. La coincidencia surge porque, como las preadolescentes Cami y Dani, el director formoseño egresado de la ENERC también se debate entre las mejores intenciones y los resultados adversos para llevar adelante un proyecto ambicioso: en su caso, contar una historia de enamoramiento precoz que desmiente el mito de la infancia dulce e inocente, pero que al mismo tiempo reconoce -con algo de nostalgia- la dosis de candidez y fantasía típicas de la pubertad.
En sus notas sobre la película, Caulier enumera las desventajas creativas asociadas a un presupuesto bajo y a un guión muy extenso que debía rodarse en un plazo máximo de cinco semanas. También advierte que tomó la mayoría de las decisiones narrativas “no tanto iluminado por la inspiración sino presionado por el terror de no llegar a filmar lo necesario”.
Si esta última limitación preocupa, la siguiente reflexión atemoriza: “sin lugar a dudas, el mayor desafío fue la conjunción de un director inexperto y dos nenas no actrices, sin la mediación de ningún coach actoral ni nada parecido”.
Después de ver el film, más de un espectador querrá parafrasear a Caulier para definir La inocencia de la araña. Seguramente reemplazará la palabra “desafío” por “problema”, modificará el tiempo verbal “fue” por “es” y eliminará la aclaración sobre el entrenamiento o capacitación inexistentes.
Dos consejos… Conviene tomar con humor los cambios abruptos de plano (por ejemplo cuando Cami y Dani realizan un descubrimiento poco feliz), los parlamentos que caricaturizan a las chicas en tanto voceras de la moralina provinciana, el cierre a cargo de la tarántula (la otra protagonista de la historia). Por otra parte, cabe apreciar la actuación de la también formoseña Gabriela Pastor -más versátil que el más bien televisivo Juan Gil Navarro- y algunas pinceladas del noreste argentino, incluida la mención del payé.
Por lo demás, se impone la consigna de contrastar (buenas) intenciones y resultados (malos). Sólo de paso, también vale preguntar de dónde proviene el interés de nuestros jóvenes realizadores por los arácnidos, y la ocurrencia de convertirlos en partícipes necesarios de fábulas tragicómicas.
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* Tras su paso por el Festival de Mar del Plata de 2011 y un primer estreno comercial en Formosa en diciembre pasado, la película de Caulier desembarcará en la cartelera porteña el próximo jueves 6 de diciembre.