Se observó que las mayores reducciones en la presión arterial se produjeron luego del ejercicio vigoroso, seguido por la actividad y, finalmente, por el ejercicio ligero.
Introducción
En los Estados Unidos, más del 62% de los adultos presentan sus valores de presión arterial (PA) por encima de los niveles óptimos recomendados. La hipertensión arterial (HTA) es un trastorno que afecta a millones de personas en el mundo, y las muertes adjudicadas a ella contabilizan más de 7 millones por año. De allí la importancia de reducir los valores de PA mediante modificaciones del estilo de vida, como por ejemplo, la realización de actividad física.
Está demostrado que la actividad física regular disminuye el riesgo de sufrir HTA y enfermedad cardiovascular (ECV), además de brindar otros beneficios. El ejercicio aeróbico habitual reduce la PA entre 5 mm Hg y 7 mm Hg.
Existe un fenómeno conocido como hipotensión posejercicio (HPE). Se trata de descensos de los niveles de PA que ocurren inmediatamente luego de hacer actividad física. Se cree que la disminución de la PA asociada con el ejercicio se debe a este fenómeno.
Los autores de este trabajo, además de otros expertos, publicaron estudios en los que afirmaban que la magnitud de la disminución de la PA luego de un ejercicio de intensidad ligera (con un consumo máximo de oxígeno [VO2máx] del 30% al 60%) era igual a la obtenida luego de un ejercicio vigoroso (con un VO2máx del 60% al 75%). Sin embargo, otros investigadores observaron que la actividad de alta intensidad (VO2máx = 75%) producía mayores descensos de la PA que la de intensidad ligera (VO2máx = 50%).
El objetivo de los autores al realizar este ensayo fue probar su hipótesis de que la magnitud de la HPE era similar, sin importar la intensidad del ejercicio físico realizado.
Métodos
Se eligieron 45 voluntarios varones de entre 18 y 55 años, de raza blanca, no fumadores y aparentemente sanos, excepto por tener valores de PA compatibles con preHTA o HTA de grado I (PA sistólica [PAS] entre 130 mm Hg y 160 mm Hg, y PA diastólica [PAD] entre 85 mm Hg y 100 mm Hg). Los criterios de exclusión fueron la presencia de ECV, diabetes mellitus, asma, disfunción tiroidea, pancreatitis o enfermedad aguda, o el consumo de antidepresivos.
Se solicitó a los participantes que dejaran de tomar cualquier tipo de medicación antihipertensiva por 4 semanas. Si esto producía un aumento de la PA por encima de los valores máximos de HTA de grado I, eran excluidos del estudio.
A cada voluntario se le midió la PA en reposo sentado, 3 veces en cada brazo, con una diferencia de 5 minutos entre cada medición. Se calculó el índice de masa corporal (IMC) sobre la base de su peso y talla. También se midió el perímetro abdominal como indicador de obesidad central.
Al finalizar la visita se les colocó un dispositivo para el monitoreo ambulatorio de la PA, y se los instruyó acerca de su uso. Debían utilizarlo hasta despertarse a la mañana siguiente. Este dispositivo registró los valores de PA tres veces por hora entre las 6:00 y las 23:00, y una vez por hora entre las 23:00 y las 6:00.
Luego, cada participante realizó cuatro pruebas en las cuales se evaluó su PA: una sesión de control en reposo sentado y tres sesiones de ejercicio en un cicloergómetro a intensidad ligera (VO2máx del 40%), moderada (VO2máx del 60%), y vigorosa (VO2máx del 100%).
Cada sesión comenzaba con 20 min de reposo, durante la cual se medía la PAS, PAD y frecuencia cardíaca (FC). Al finalizar la sesión, el participante pasaba 45 min en reposo sentado, con mediciones de la PA cada 2 min y de la FC cada 3 min. Finalmente, se retiraban con el dispositivo de monitoreo ambulatorio de la PA hasta el día siguiente.
La primera prueba que realizaron todos los sujetos fue la de ejercicio vigoroso. Esta consistía en una prueba graduada en la que el individuo debía pedalear a una velocidad constante de 60 rpm. El ejercicio comenzaba con una resistencia de 0.5 kp, la cual aumentaba 0.5 kp cada 2 min hasta el agotamiento físico deliberado del participante.
Luego, cada voluntario realizó las otras tres pruebas en orden aleatorio. La sesión de control en reposo consistía en 40 min de reposo sentado, sin realizar actividad física alguna. Las sesiones de ejercicio de intensidad ligera y moderada comenzaban con 5 minutos de pedaleo de calentamiento sin resistencia y a la velocidad deseada por el sujeto, luego seguían 30 minutos de pedaleo a la intensidad preestablecida, y finalizaban con un enfriamiento de 5 minutos.
Por otra parte, antes de cada sesión se tomaron muestras sanguíneas en ayunas para evaluar los niveles de lipoproteínas, de insulinemia y de glucemia. También se tomaron muestras al final de las pruebas para medir los niveles de proteína C-reactiva (PCR), fibrinógeno plasmático y renina.
Finalmente, los expertos realizaron el análisis estadístico de los datos.
Resultados
El IMC de los participantes demostró que tenían sobrepeso o eran obesos. En general, presentaban dislipidemia limítrofe y un estado físico por debajo del promedio. En ninguno de los casos se registró una respuesta hipertensiva ante el ejercicio vigoroso (previamente definida como una PAS > 250 mm Hg o una PAD > 115 mm Hg).
Después de las pruebas, durante un período de 9 horas, la PAS disminuyó luego del ejercicio intenso y aumentó luego del ejercicio de intensidad ligera y moderada. A partir de una base de 127.7 mm Hg en promedio, la PAS aumentó luego de la sesión de control, pero el aumento fue de 2.7 mm Hg menos después del ejercicio ligero, y de 5.4 mm Hg menos luego del ejercicio moderado. Por otra parte, después del ejercicio intenso la PA disminuyó levemente, y fue en promedio 11.7 mm Hg menor que la registrada luego de la sesión de control. Mediante un análisis de regresión lineal se observó que por cada 10% de aumento de la intensidad del ejercicio, la PAS disminuyó 1.5 mm Hg.
La PAD disminuyó luego de los 3 niveles de intensidad del ejercicio, durante las 9 horas siguientes a las pruebas. Desde un nivel inicial de aproximadamente 87.5 mm Hg, el descenso fue 1.5 mm Hg mayor luego del ejercicio ligero, 2.0 mm Hg mayor luego de la actividad moderada y 4.9 mm Hg mayor después del ejercicio vigoroso, en comparación con la sesión de reposo. En el caso de la PAD, el análisis de regresión lineal mostró que por cada 10% de aumento de la intensidad del ejercicio, la PAD disminuyó 0.6 mm Hg.
Los componentes séricos que más se relacionaron con la respuesta de la PAS al ejercicio vigoroso fueron la glucemia en ayunas, la PCR basal y la renina basal. Por otra parte, los componentes más fuertemente asociados con la respuesta de la PAD fueron el VO2máx y los niveles plasmáticos de lipoproteínas de baja densidad (LDL) en ayunas y de renina basal. De esta manera se explica el 42.9% de la variabilidad en las respuesta de la PAD luego del ejercicio y el 40.0% de la variabilidad de la respuesta de la PAS.
Discusión
El objetivo principal de este trabajo fue evaluar la influencia de la intensidad del ejercicio físico sobre la HPE, con la hipótesis de que dicha intensidad no se relacionaba con la magnitud de la HPE.
Los autores se sorprendieron al observar que las mayores reducciones de la PA se produjeron luego del ejercicio vigoroso (PAS/PAD = 11.7/4.9 mm Hg), seguido por la actividad moderada (5.4/2.0 mm Hg) y, finalmente, por el ejercicio ligero (2.8/1.5 mm Hg). La diferencia de intensidad determinó que por cada 10% de aumento del VO2máx, la PAS y la PAD cayeran 1.5 mm Hg y 0.6 mm Hg, respectivamente.
Estos hallazgos son compatibles con los de otras publicaciones que afirman que los beneficios del ejercicio físico sobre la ECV son mayores cuanto mayor es su intensidad. Estos beneficios incluyen el descenso de los valores de PA, la reducción de los niveles de LDL sanguíneas, una mejor utilización de la glucosa y una mayor disminución del riesgo de ECV y muerte por cualquier causa. Por lo tanto, los autores consideran que sería ideal personalizar la intensidad de la actividad física de acuerdo con las posibilidades de cada paciente con preHTA o HTA de grado I para mejorar los efectos hipotensores.
Por otra parte, los científicos observaron que la magnitud de la HPE luego del ejercicio intenso fue mayor en los hombres en mejor estado físico. La indicación médica de ejercicio intenso es compleja, dado que existen efectos adversos que afectan tanto al sistema cardiovascular como al aparato locomotor. Estas complicaciones ocurren más frecuentemente en sujetos no entrenados.
No obstante, la realización de ejercicios vigorosos es relativamente segura. Las tasas de incidencia de muerte súbita son de 1 por cada 15 000 a 18 000 personas/año. Por eso, los autores recomiendan que los médicos indiquen la práctica de actividad física de alta intensidad para disminuir los valores de PA, siempre teniendo en cuenta las capacidades individuales de los pacientes.
Conclusiones
La intensidad del ejercicio físico se relaciona con la magnitud de la HPE. Por cada 10% de aumento del VO2máx, la PAS disminuyó 1.5 mm Hg y la PAD, 0.6 mm Hg.
Sin embargo, es indiscutible que los profesionales de la salud deben sopesar la intensidad del ejercicio prescripto con las posibles complicaciones producidas por un ejercicio vigoroso. De allí que los autores sugieren un enfoque individual o personalizado para los pacientes con preHTA o HTA de grado I, con el objeto de mejorar el efecto hipotensor de la actividad física y los beneficios cardiovasculares asociados.
Dres. Eicher J, Maresh C, Pescatello L
SIIC
American Heart Journal 160(3):513-520, Sep 2010