(Dirigido
por Martin Scorsese – USA 2011)
“Hay que
tener fe en uno mismo. Ahí reside el secreto. Aun cuando estaba en el orfanato
y recorría las calles buscando qué comer para vivir, incluso entonces, me
consideraba el actor más grande del mundo. Sin la absoluta confianza en sí
mismo, uno está destinado al fracaso.”
Charles Chaplin
Al niño Hugo Cabret
(Asa Butterfield) le gusta fisgonear la vida de la gente que trabaja en la Estación de trenes del
París-Montparnasse. Todos los días observa al tímido señor que se encuentra
interesado en una madura señora, pero siempre es rechazado, no por ella, si no
por el perro de ella. Otras personas que le interesan mirar son el
periodiquero, la vendedora de flores, el anciano vendedor de juguetes (Ben
Kingsley) y los movimientos del Inspector de la Estación (Sacha Baron Cohen).
Este último siempre anda en busca de niños huérfanos para enviarlos al
orfanato. Con él, Hugo debe tener
especial cuidado, si se entera que vive solo en lo alto del reloj de la
Estación de Trenes es capaz de quitarle esa libertad y sueños que Hugo tanto
tiene.
Una mañana, Hugo es sorprendido robando en la tienda de juguetes. El
anciano lo obliga a que devuelva todo lo que tenga en ambos bolsillos. El niño
se ve obligado a sacar piezas de metal pequeñas. El anciano mira extraño, este
chiquillo no roba juguetes, lo que le interesa es el interior de los juguetes. Además
Hugo saca una Libreta que se encuentra llena de dibujos de tuercas que hoja a
hoja muestran como se van ensamblando a una especie de robot con forma humana.
El anciano repasa la Libreta y le entra un coraje, una furia tremenda. Le
indica a Hugo que se largue o si no llama al Inspector. Hugo sólo quiere que le
devuelva su libreta, el anciano le dice que la va quemar. El chiquillo tiene
que irse corriendo porque el Inspector de la Estación se acerca a la
Juguetería.
Cuando la noche cae, Hugo busca al anciano pidiéndole que le entregue su
Libreta. El hombre no accede. Hugo lo sigue hasta su casa. Parado frente a
aquel caserón Parisiense, se enfoca en las ventanas del segundo piso, ahí ve al
hombre conversando con su esposa en lo que se supone es el comedor. En la
ventana siguiente observa a una niña. Hugo coge un poco de nieve y la tira a la
ventana para llamar su atención. La chiquilla lo observa, le hace un gesto con
las manos. Al rato ella se encuentra en la calle, quiere saber cuál es el
significado del contenido de la Libreta. Hugo no quiere decir nada, es un
secreto. La niña insiste porque los secretos le fascinan, además quien sabe con
ese niño de ojos “tristes y sinceros” pueden vivir juntos una gran aventura.
Hugo sigue sin dar su brazo a torcer, ella no es tonta y le dice que va
procurar que su papá George (así se llama el anciano) no queme la libreta, pero
eso si deben conversar al día siguiente. Hugo acepta.
El día posterior empezará la gran invención de Hugo, la cual él se
encuentra confiado en que va terminarla. Esa invención cambiará no solamente su
vida sino la de la niña Isabelle (Chloe Grace Moretz), la del Inspector de la
Estación y sobre todo la del anciano George.
“La invención de Hugo Cabret” es quizás una de las mejores películas en
la cartelera actual. Verla en 3D es una experiencia mágica desde el inicio.
Scorsese nos da una entrada con la nieve que nos hace de inmediato sentirnos en
París en un día de invierno, y con las bolitas blancas que pasan entre nuestros
cuerpos. Tras esos segundos de nieve,
nos convertimos en Hugo y fisgoneamos el mundo de la Estación de Trenes. A
continuación nos enteramos del oficio de relojero del niño y su triste historia
para andar sólo por la vida. Es ahí que Scorsese nos genera una serie de
misterios (el significado de los dibujos de la libreta y la reacción del anciano
George al ver esa sucesión de imágenes). Una vez resueltos los misterios, la
película gana en rapidez, acción, magia y nos hechiza totalmente.
Prácticamente, y por el 3D, ya nos encontramos sumergidos en la Estación de
Trenes y somos una especie de “compañeros imaginarios” de Hugo en su gran sueño,
en su gran propósito para la vida. Porque Hugo nos enseña que en la vida todos
debemos tener un propósito, de lo contrario nos va mal. No solamente eso, Hugo
también es un ejemplo de que debemos “luchar en la vida” a pesar de nuestros
traumas del pasado, no podemos quedarnos eternamente lamentando “que debimos
hacer esto o aquello o porque me pasó esto a mi”, lo que debemos hacer es
“aceptar y convivir con ese pasado”, en otras palabras debemos reaccionar y
seguir adelante. La vida es lucha y no conformismo. Los últimos 10 minutos de
la película son sobrecogedores por guión, dirección y actuación. Tienen que ver
mucho Asa Butterfield, Sacha Baron Cohen y Ben Kingsley quienes como dice
Scorsese “ponen todo de si”.
Para finalizar puedo
decir que “La invención de Hugo Cabret” es una película que homenajea al cine,
o mejor dicho, a esa sucesión de imágenes que nos cuentan finalmente las
historias de nuestras vidas; porque el cine es eso: mostrar como nos encontrábamos,
como nos encontramos y hacia donde vamos.