Revista Religión
¿Quién permanecerá delante de su ira? Nahum 1:6. Cantaré a ti, oh Señor; pues aunque te enojaste contra mí, tu indignación se apartó, y me has consolado. Isaías 12:1.
Desde el principio de su historia el hombre se apartó de Dios: “Éramos por naturaleza hijos de ira”, rebeldes, desobedientes (Efesios 2:3). A causa de esta naturaleza pecaminosa “la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia” (Colosenses 3:6). El hombre es, pues, pecador y culpable ante Dios. Su condenación fue formulada: “Ciertamente morirás” (Génesis 2:17). El hecho se confirmó, porque “la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12). Pero Dios es un Dios de perdón: “No ejecutaré el ardor de mi ira… porque Dios soy, y no hombre” (Oseas 11:9).
Pero, ¿cómo podría apartarse la ira de Dios, ya que el hombre es pecador? Para esto fue necesario un sacrificio, el de una víctima perfecta: Jesucristo, el santo Hijo de Dios, se ofreció en lugar de los pecadores; sufrió la muerte para darles la vida. Sobre él cayó la ira de Dios cuando cargaba con el peso de nuestros pecados: “Siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros… estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:8-9).
Para estar al abrigo de la justa cólera divina es necesario, pues, aceptar este don gratuito de Dios: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36).
Fuentes: El Versiculo del Dia