Revista Opinión

La ira juvenil global

Publicado el 28 agosto 2014 por Liberal

Jóvenes sin futuro- Uno de los fenómenos distintivos de esta época histórica es ver cómo los jóvenes, particularmente los de orígenes pobres y, en el caso de países como EEUU o Reino Unido, de orígenes étnicos minoritarios en grandes porcentajes, han visto que se les ha negado un futuro dentro de una orden social cada vez más débil. Los jóvenes ya no son un elemento imprescindible para definir el futuro de nuestros países. Podríamos decir que los jóvenes ahora son jóvenes desechables, de usar y tirar. Millones de jóvenes actualmente en Grecia, Inglaterra, España, EEUU (sí, sí, aquí también), en Francia…millones y millones han estado – y están – en paro, sin beneficios de ningún tipo. En España e Italia, Portugal, Grecia, el paro supera el 40% de jóvenes. Empeorando las cosas, muchos de ellos tienen carreras universitarias y aún así no pueden trabajar o en el mejor de los casos, trabajan con contrato basura y sueldos risibles que no les permite emanciparse. En EEUU, la creciente población de profesores temporales universitarios (“adjunct professors”) está al borde la pobreza, muchos de ellos recibiendo ayudas (“Food stamps”), para comer. Sufriendo por un endeudamiento brutal (en el caso de EEUU), una crisis de empleo, violencia estatal y ninguna solución política, muchos jóvenes han tirado la toalla y se han retirado de lo político. La narrativa es apocalíptica, insegura. Cualquier expectativa y visión para mejorar sus vidas inmediatamente se ven destrozadas por políticas que eliminan pensiones de un plumazo (y sin consultarlo con el pueblo y haber mentido directamente antes de las elecciones de que no lo iban a hacer), se cargan la sanidad pública (“no tocaremos la sanidad” decían y mintieron de nuevo), privatizan la justicia con tasas que los pobres no pueden pagar y así en efecto generan una justicia para pobres, otra para ricos. El “sistema” imperante genera un duro mundo de paro masivo, mientras que los bancos fueron rescatados pero no han devuelto a la comunidad ese “servicio” del rescate. Las deudas de los jóvenes no se podrán pagar. Hay soluciones posibles, pero me temo que no serán del agrado del PPSOE o de ninguna de las personas que se benefician del actual estado de las cosas y que harán absolutamente todo lo posible para impedir cualquier cambio, incluso usando la violencia si lo ven necesario y matando a ciudadanos.

En oposición a estas condiciones, fuimos testigos de un fenómeno de resistencia colectiva en el 2010 – durante ese año, los jóvenes a nivel global abrazaron la posibilidad de profundizar y ampliar en la democracia, no optaron por rechazarla. “Le llaman democracia y no lo es” era el grito colectivo que más caracterizó – y caracteriza – la sensación impotente de nuestra generación (menores de 50, especialmente). Manteniendo ciertos rasgos distintivos que caracteriza nuestra generación, los movimientos de protesta que surgieron se organizaron de forma horizontal, para colaborar de una manera más “equitativa”, que no necesariamente más inteligente. En todo ese proceso, surgieron debates que habíamos ignorado durante mucho tiempo debido al “bienestar” ficticio del burbujismo en construcción. Surgieron debates sobre el poder, la casta, la desigualdad, la corrupción política y financiera y lo peor de todo, la pérdida de nuestras democracias y soberanía política. También exploraron lo que significa crear nuevas comunidades de apoyo mutuo, métodos democráticos de intercambio y auto-gobierno, así como debates asamblearios.

La oleada de protestas juveniles comienzan a partir del 2010 en Túnez. Poco después, alcanzaron los EEUU (de manera muy muy tímida) y de forma mucho más intensa – en Europa. Los jóvenes, de izquierdas o de derechas, estamos convencidos ya en gran medida (y lo siento porque algunos van a leer esto y van a ponerse nerviosos) que el “sistema” actual no sirve para nosotros ni es apto para reformar nada. Sabemos que para lo único que sirve el actual sistema es para legitimar lo inaceptable a estas alturas: la imposición de la troika, una casta que no responde democráticamente a la soberanía popular, el deterioro de nuestra educación, sanidad y democracia. Sin esos pilares fundamentales, la libertad real no es posible. Ningún ciudadano es libre si está enfermo y es analfabeto. Empiezan a surgir debates sobre la “legitimidad” de pagar una deuda inasumible, del paro que no mejora, de la pobreza, de las deudas estudiantiles (caso de EEUU y Reino Unido en menor medida), y la corrupción masiva en todos los niveles altos de las grandes empresas. Los jóvenes tuvieron algo de éxito en aquél momento para denunciar estos hechos y desatar un nuevo espíritu de acción. Es decir, una expresión de ira popular y colectiva, alentada no tanto por querer medidas políticas específicas sino un lloro colectivo de indignación política cuyo mensaje era:

¡Basta ya! Basta ya de la corrupción política, de un “establishment” económico y mediático que ha secuestrado la riqueza del mundo para sí mismo, pisoteando el estado de derecho cuando ha hecho falta, lanzando guerras económicas constantemente, utilizando exageradamente los recursos limitados del planeta y mintiendo sobre todo esto a los ciudadanos.

Sin embargo, creo que poco ha cambiado políticamente desde el 2010. A pesar de estas expresiones de ira popular, colectiva, a pesar de tantas manifestaciones en Europa…lo cierto es que “ahí sigue la casta” en todos los niveles.

¿Qué ocurre?

A partir del 2012 y 2013, se inicia el proceso más doloroso, en términos socioeconómicos, en Grecia, Francia, España, Portugal e Italia. Sin embargo, los jóvenes de esos países han estado casi ausentes de la política y de los movimientos sociales. No han hecho nada para cambiar esta catástrofe histórica de pérdida de derechos y libertades. Sin embargo, al mismo tiempo, más y más jóvenes se ven atraídos a ideas nihilistas en el orden político, incluso llegando a las terribles ideas anarquistas y fascistas (véase la popularidad de “Amanecer Dorado” en Grecia o los movimientos anarquistas en España). Esto indica que los jóvenes no es que sean “apolíticos” necesariamente, sino que no participan en los cauces “tradicionales” de la política en nuestros países. Faltando de todos estos procesos es una estrategia para crear y sostener un movimiento democrático radical que busque sustituir con algo concreto todos estos sistemas económicos y políticos que ahora dominan en países occidentales.

El permanente deterioro de la economía y las condiciones educativas para los jóvenes en toda Europa ha generado un profundo sentido pesimista entre la misma juventud, así como un cinismo generalizado hacia “los políticos”, no sin buenas razones. Por desgracia, los analistas conocidos en España no analizan el por qué – parece que no les interesa hablar de las condiciones que han contribuido para expulsar a los jóvenes del mercado laboral, tener un buen sistema educativo, un sistema que impone deudas masivas sobre sus espaldas y les ofrece, nos ofrece, un futuro de tristeza y sueños que son ahora pesadillas, de oportunidades perdidas. ¡Con razón han dado la espalda a los partidos tradicionales! Algunos han comentado que la globalización, tal y como se está llevando a cabo ahora mismo por ciertos intereses, es enemiga de los jóvenes. Lo es, pero cometen un error si creen que la única via para cambiar las cosas es la “tradicional”. Eso ya se acabó para nosotros. A estas alturas, sería de mala fe insinuar que si no estás a favor de esos métodos tradicionales, eres un cínico. Lo cierto es que hay muy buenas razones racionales para no confiar del sistema a estas alturas, incluído los sindicatos establecidos que han agachado la cabeza también a Rajoy y a Zapatero en su día. Cobardes miserables.

Una generación entera de adultos han fallado – le ha fallado a los jóvenes. Es muy sencillo lo que ocurrió: por primera vez en la historia del mundo que conozcamos, una generación mayor que nosotros aceptó que no tenía el deber de velar por nosotros, que no tenía ningún deber de asegurar que todos los beneficios que ellos disfrutaron, se podían asegurar para sus hijos. Obviamente no podemos echarle la culpa de todo a los “adultos”, pero los hechos son los hechos: toda esta generación previa se “casó” con gobiernos que engendraron órdenes sociales vinculadas a la corrupción política, al egoísmo del más extremo, al populismo de bajo nivel, a la mediocridad y, lo peor de todo, la venta de nuestros países.

Una de las críticas más poderosas de los jóvenes actuales es sobre los partidos – estos partidos, dicen, sean de “izquierdas o de derechas”, están comprometidos con “ser de centro”, con no tambalear las cosas, con no ser “revolucionarios” ni querer cambiar las cosas para mejor. Son cómplices de todos los que son responsables por la crisis actual. Cuando tenemos partidos que se hacen llamar “socialistas” apoyando una economía de casino, sabes que tienes un grave problema en todos los sentidos para una democracia. Porque, una cosa es que “el mercado” regule la economía, otra muy distinta es dar el siguiente paso extremo y permitir que el mercado también gobierne toda la vida social.

¿Qué hacer?

Lo que pudo unir a todos los movimientos de jóvenes en aquellas fechas fue su énfasis en la acción directa y su rechazo a las estructuras actuales de representación en la política. En otras palabras, el rechazo a un sistema ya viciado y contrario a nuestros intereses. Como tal, no rechazaron el proyecto democrático. Se preguntaron ¿dónde está nuestra democracia? ¿Cómo recuperamos en poder político que una vez tuvieron los ciudadanos? Lo que más preocupa a la “casta” es precisamente que muchos jóvenes con pensamiento político quieren desmantelar por completo este sistema actual que ya no sirve a nadie más que a 4 interesados que viven del mismo.

Surge una pregunta en todo esto: ¿Qué podemos hacer para crear un movimiento internacional que sea capaz de generar cambios absolutamente necesarios? Hay que reconocer las distintas maneras en las cual ciertas acciones se ven mermadas por la realidad cotidiana de muchos jóvenes – tienen que comer, por ejemplo. También saben que la represión y la violencia estatal se han agudizado en los últimos años porque los gobiernos realmente están temblando y quieren sembrar el pánico en la población para que no se manifiesten. Un terrible ejemplo de esta represión la vemos en España con la policía. Comentando sobre este mismo problema el otro día, un joven me comentó lo siguiente: “Estos del PP utilizan a sus esbirros como una policía política y represora en vez de una policía digna de un Estado democrático. Este gobierno es repulsivo y los mercenarios policiales a su servicio también. Es toda una vergüenza la instrumentalización política de un cuerpo de seguridad. Ni en tiempos de Franco se ha visto una represión policial de estas características ante manifestaciones pacificas que hacen uso legitimo de la libertad de expresión. La ciudadanía tiene que reaccionar y movilizarse en masa para luchar contra estos vendepatrias y parásitos que hoy nos gobiernan y no permiten los derechos fundamentales. Cada uno de ellos debe pagar por el daño que está haciéndole al pueblo”. No le voy a nombrar por si acaso no quiere, pero por supuesto es bienvenido para venir aquí y dialogar. El gran “crimen” de los que se manifiestan es que han descubierto que SÍ hay alternativas a los problemas, que SÍ hay dinero, que un mundo mejor sí es posible si tenemos bien claro que nuestros objetivos deben ser lucha por la LIBERTAD y la DEMOCRACIA SOCIAL. Es decir, recuperación de lo que hemos perdido.

Creo que se debe seguir analizando los métodos en los que podamos crear espacios de cultura democrática, donde se pueda cultivar la imaginación libre, alejada del miedo y de la intimidación que quieren provocar esos golfos en el gobierno. Lo que alguna vez se ha dicho que es “imposible” sí es posible si se desarrolla un movimiento mundial de protesta contra lo que son injusticias evidentes.

RETOS

Nuevos derechos, exigencias, visiones y métodos de representación política dedicada el bien público y democrático necesitan tiempo porque exigen un compromiso a largo plazo. No está claro cómo construir alternativas de poder, estrategias y organización que pueda servir como contrapeso a los poderes establecidos. En estos momentos, la juventud sólo nos ha dado los andamios en preparación para un evento no previsto, un evento que podría servir para producir una separación definitiva de las fuerzas que impiden cualquier cambio. Es obvio que eso exige bastante trabajo. El reto de los jóvenes será centrarse en una visión concreta, en tácticas y organizaciones fuertes que facilitan estrategias para el cambio.

Los jóvenes en los distintos países tendrán que cultivar una imaginación mucho más “radical” porque los que han secuestrado la libertad representativa también son radicales, que no quepa la menor duda. Pero no vale solamente con tumbarles del poder. Hay que tener una visión política concreta – una visión que sea compatible con las inquietudes de los ciudadanos: más democracia, libertad (política y económica), contra las exigencias de una TROIKA QUE NADIE HA ELEGIDO, que sepan que el cambio es posible. Mientras que esos movimientos juveniles estén divididos, no habrá ningún cambio, obviamente. Mientras existan divisiones basadas en nacionalidades, razas, identidades de diversa índole, no será posible desarrollar ningún movimiento liberal global. Cuando estas divisiones funcionan para “democratizar” todo tipo de exigencias, fracasan a la hora de aportar un líder unitario. En consecuencia, la política se disuelve para convertirse en una jungla de discursos en competencia. El poder se convierte así en una patología. Mirad el ejemplo del “Movimiento 15m”. La paradoja es esta: precisamente lo que les hizo tener éxito, también fue lo que finalmente acabó con el movimiento. El movimiento carecía de “líder”. Por lo tanto, no había un programa concreto más allá de que todos estaban de acuerdo con la premisa inicial, principal: una pequeña élite tiene mucho poder. Esta falta de líder beneficia totalmente a esa “élite”.

No solo debemos resistir contra esta pérdida de democracia y libertad, sino que tampoco debemos caer en la trampa de la extrema izquierda. Hay que intentar evitar la retórica comunista. Sí, es verdad que la retórica comunista genera aplausos de las masas, pero no genera empleos ni bienestar.

Nuestro movimiento ha de estar comprometido a la democracia de partidos y a una economía mixta: de mercado libre pero regulada, como era hasta hace poco en todos los países occidentales. Si vamos a sacar a la gente de la pobreza, hay que crear riqueza para todos, no solo para el 1% de la población como ocurre actualmente en todo Occidente, África, gran parte de Hispanoamérica y Asia. O sea, en todas partes.

La unidad entre los jóvenes es cada vez más posible gracias a las nuevas tecnologías y la creciente concienciación de que el poder ya es global. Este hecho provoca la necesidad de nuevas transiciones y métodos políticos. No vamos a poder vivir sin el otro, a pesar de nuestras diferencias raciales. Ya va siendo hora de que la furia auténtica se transforme en un movimiento internacional para la creación de una cultura realmente democrática que exija cambios sociales, políticos y económicos.

Espero que mis reflexiones no “ofendan” demasiado a los que están acostumbrados a vivir cómodamente sin sacrificar por sus ideas. Bueno, no. No he sido sincero aquí – me da igual si te ofendes, realmente. Yo no estoy para escribir lo que tú quieres leer. Escribo para luchar por la libertad, la democracia y nuestro futuro. ¿No te gusta? Tu problema, no mío.


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