Hay mucho de verdad en estas afirmaciones, pero se obvia que los movimientos emancipatorios de todo el mundo han tenido casi siempre sus frutos de inspiración en pensadores de occidente. Fue precisamente la Ilustración la base de este progreso, al tratar de dejar de tener la religión como centro de la vida social y empezar a adoptar al racionalismo y a la ciencia como motor de los cambios sociales que derivarían en la Revolución Francesa. Pero todas estas conquistas son minusvaloradas hoy por buena parte de la izquierda como un instrumento del Imperialismo para imponer una cultura sobre las demás. Entre otras cosas, Roza habla del choque de culturas con la civilización musulmana y los prejuicios de los pensadores de estos últimos:
"(...) en primer lugar, la civilización occidental y la civilización musulmana no son fantasmas de extrema derecha, sino realidades totalmente extrañas una a otra. Sus valores y sus prácticas respectivas son incompatibles e inconmensurables. La civilización occidental tiene como funesta singularidad su imperialismo, su manía de querer controlar a sus propios ciudadanos y de inundar al mundo con sus soldados, sus bombas y sus valores, entre los cuales los principales implicados son el secularismo, el universalismo de los derechos del hombre y de manera general el legado de la Ilustración. Este legado es muy detestable, pues carga con la responsabilidad de numerosas desdichas para la humanidad."
Occidente presentado continuamente como una entidad imperialista derivada de las ideas de la Ilustración, por pensadores que defienden las versiones más rigoristas del islam como una civilización superior. Mientras tanto, nuestras clases más humildes contemplan cómo sus necesidades más básicas - sobre todo de vivienda y sueldos dignos - son desatendidas en favor de políticas que se estiman mucho más urgentes, las que tienen que ver con feminismo, inmigración y memoria histórica, todas muy importantes, pero mucho más fáciles de abordar - al menos desde un punto de vista de lo que se ha dado en llamar postureo - que las reivindicaciones tradicionales de la izquierda clásica. Y mientras tanto la política se hace cada vez más sentimental y menos racional. Renegar de uno de las grandes aportaciones de occidente al mundo, la de la Ilustración. el racionalismo y los derechos humanos en favor de un universalismo cultural mal entendido no puede sino ir degradando progresivamente nuestra forma de vida y nuestros valores. Y al final quien acaba aprovechándose de todo esta desorientación son los partidos de ultraderecha, que empiezan a pescar en aguas revueltas.