Revista Jurídico
Me refiero a la equidad, al orden armónico entre los hombres, no al aparato estatal de dictar fallos. ¿Para qué sirve la Justicia? Para, precisamente, mantener la paz en la sociedad. En una comunidad humana donde la Justicia está ausente no hay civilización, orden, y por lo tanto esa comunidad humana en vez de progresar hacia niveles más altos de desarrollo decae en el salvajismo, en la anarquía. La Justicia es un tema muy debatido en el derecho porque supuestamente hay diferentes conceptos sobre ella; para algunos es un tema caduco, anacrónico; para otros, la Justicia es lo que determina el legislador, la ley. De cierta forma, la Justicia como concepto está atada al status quo imperante, él dice lo que es justo y lo que no. La Justicia trata de mantener unas condiciones mínimas de armonía y de paz en la sociedad, porque allí, donde no hay Justicia, los hombres deciden agredirse a sí mismos, deciden simplemente ejercer la facultad de imponer la condición del más fuerte. La Justicia del más fuerte no es justicia, o no es verdadera justicia. Por lo tanto, si aceptamos los postulados del iusnaturalismo, tenemos que decir que sí existen unas leyes universales, unos postulados morales que trascienden a las sociedades, a los hombres, a la artificialidad del Estado. ¿Cómo conocer esos postulados universales? Los iusnaturalistas religiosos, como santo Tomás de Aquino, afirmaban que usando la razón y la fe; los iusnaturalistas racionalistas pretendían que solo utilizando la primera se podía llegar a la verdad. Yo creo que cualquier medio es válido para llegar a esa verdad absoluta, sin embargo, en la vida cotidiana hay muchos ejemplos de aplicación de términos de Justicia utilizando el sentido común. La tendencia natural del hombre es “hacia lo bueno, lo bello y lo verdadero” afirmaba Platón; el ser humano quiere el bien, desea el bien, y para eso la naturaleza lo dotó de razón, de instinto, de intuición, de alma, de emociones. El hombre sabe en esencia lo que está bien, y lo que está mal. Matar es malo, robar es malo, engañar es malo, lesionar a otro es malo; no necesitamos una cátedra de moral para saber que ciertas actitudes y ciertos comportamientos son maléficos per se. Las sociedades, desde la antigüedad, han creado aparatos artificiales para aplicar justicia, para dar justicia. Esos aparatos artificiales son los jueces, los tribunales, las cortes. ¿Cómo aplican justicia esos jueces, esos tribunales, esas cortes? A través de la aplicación de la Ley, de las directrices supremas de esa sociedad. ¿Esas directrices supremas, por el simple hecho de serlas, son justas? No necesariamente, dirían los iusnaturalistas; los positivistas afirmarían que “no importa”, el hecho es que existen esas directrices en la sociedad, y los jueces deben aplicarlas para que haya Justicia en la sociedad. O sea, para los positivistas hay Justicia en la medida que los jueces apliquen la Ley dada por el aparato estatal así esas directrices no se encuadren en un modelo de equilibrio y de virtud universal. Para los positivistas no existe esa moral única, para ellos solo existe el Estado y esas directrices (o normas de conducta) que determinan los parámetros de comportamiento de los componentes de ese Estado. La Justicia es un valor, que no puede ser desdeñado para favorecer otros fines del Estado, ya que precisamente esos otros fines no se pueden conseguir si no hay Justicia. En una sociedad carente de Justicia los hombres se sienten mal-tratados, se sienten incapaces de progresar, sienten incertidumbre frente al futuro por culpa del desorden imperante en el presente. En una sociedad carente de Justicia el conflicto aparecerá tarde o temprano, habrá sensación de desorden, de marginalidad, y por lo tanto, la oposición hacia el status quo generará ruido en las relaciones sociales que podría desencadenar un caos, y un desmembramiento del Estado. La Justicia no es valor menor para la sociedad, solo las comunidades humanas con altos estándares de justicia universal pueden salir adelante, pueden progresar, pueden desarrollarse. Y ojo, estamos hablando de justicia universal, no de justicia subjetiva o artificial, porque allí, donde la Justicia es vista como normas relativas de convivencia que pueden cambiar de acuerdo a los valores efímeros y superfluos del momento presente, allí no habrá verdadera Justicia, solo habrá justicialismo que algo diferente a la Justicia.