Musical romántico, colorista, alegre y explosivo pero también triste, noctámbulo, melancólico e íntimo. Una delicia hecha con maestría que conjuga perfectamente el Hollywood clásico y el moderno y proporciona dos horas de puro arrebato cinéfilo y musical.
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Título original: La La Land.
País: EEUU.
Duración: 128 min.
Género: Comedia dramática, musical, romántica.
Reparto: Emma Stone (Mia), Ryan Gosling (Sebastian), Finn Wittrock, Rosemarie DeWitt, J.K. Simmons.
Guionista: Damien Chazelle
Montador: Tom Cross
Música: Justin Hurwitz.
Director de fotografía: Linus Sandgren
Distribuidora: Universal Pictures (Spain)
Productora: Marc Platt Productions, Gilbert Films, Black Label Media, Impostor Pictures, Barbara Lorenz Jo Kissack Patrick Clancey Peter Kohn
Estreno en España: 13 Enero 2017.
Calificación por edades: Apta para todos los públicos.
Ojalá consiguiera transformar adecuadamente en palabras a través de esta reseña el enorme disfrute íntimo y personal que me produjo esta película, aunque me parecería un logro mayor que alguien fuera a verla gracias a lo que escribo y la disfrutara al mismo nivel que yo. Al resto sólo os diré que ya lo siento, porque no sabéis lo que os habéis perdido.
A mí me importa poco realmente de qué va una novela o una película, lo que busco en ellos no es realmente al argumento sino lo que me hace sentir, lo que me inspira. Busco experiencias que me impacten de un modo y otro y puede ser porque me entretengan mucho o porque me conquiste su aspiración de conseguir algo artístico. “La la land” en mi opinión conjuga ambas cosas y no me parece una pega que su argumento sea lo que muchos van definiendo como “simple”.
Sí, ciertamente es simple eso de “chica encuentra chico” o viceversa, pero no es tan simple la forma en que te lo cuentan en esta película ni lo que se deriva de ello porque flota de inicio a fin la idea de que no basta sólo con tener la fortuna del encuentro, sino que las piezas deben encajar. Nada que no hayamos visto ya (si os gusta esta recuperad también "Begin again"), pero nunca nos lo han contado de este modo y yo lo aplaudo.
Advierto para los que no les gusten los musicales que este es uno de los más asequibles y fáciles de ver de los que recuerdo y aviso para los que no les gusten las historias románticas que ésta lo es, pero que me parece más agridulce que pastelona (menudo debate con los amigos sobre si es o no moñas, a mi no me lo parece ni de lejos). El enorme éxito es haber creado un musical romántico distinto, envolvente, melancólico y también alegre sin renunciar a lo clásico ni a lo actual y lograr contagiar el enorme amor por la música que se adivina en el director.
Para los remolones, descreídos y dubitativos la película arranca con un plano secuencia musical que te quita los prejuicios de cuajo. Son, no sé, cinco minutos de arranque mágicos, más propios de otra época y otro cine, que te arrastran literalmente dentro de la pantalla....Yo ya no salí de ella, viví las dos horas restantes junto a los personajes, a su lado, olvidándome de todo, de que estaba en el cine, de que tenía a mi lado a la persona que más quiero, de mis problemas y de mi día a día. Eso es impagable y si lo habéis experimentado alguna vez sabéis lo que vale, porque no es fácil ir a ver una película y que te ocurra. Sólo por eso ya merece la pena ir a verla al cine y, no sé si a ti que lees te ocurrirá lo mismo, pero te garantizo que la magia no se producirá si no la ves en pantalla grande, sentando tranquilamente en una butaca y aislado del mundo. Es eso que llaman “la magia del cine” y que quien la ha experimentado sabe lo genial que resulta.
El artífice de este milagro es Damien Chazelle, un director joven de 32 años que ya obró otro milagro llamado “Whiplash” hace dos años. ¿Qué decir de él a parte de que sólo con tres películas ya me parece un genio? Que ama la música, concretamente el jazz, que tiene una capacidad asombrosa tras la cámara y que tiene lo que envidiaría cualquier profesional que se dedique a hacer películas, la capacidad de ser original y refrescante sin olvidar su formación clásica, el enorme talento de entender lo que quiere ver el espectador sin renunciar a la exploración artística. ¿Ganará el óscar? Quién sabe, pero el caso es que merecerlo, sin duda, ha hecho un trabajo maravilloso....¡¡¡Que le den los 14!!!! (bueno mejor no, surgirían legiones de cinéfilos indignados defendiendo sus títulos clásicos favoritos)
No nos centremos en las 14 nominaciones que ha cosechado (película, director, actor principal, actriz principal, guión original, montaje, fotografía, banda sonora, dos canciones, diseño de producción, vestuario, sonido y efectos sonoros). Los premios y las nominaciones no definen esta película, sólo son una anécdota. Además no conviene caer en el tremendo error de comparar. “La la land” no compite contra “Ben-Hur”, “Titanic” etc, en todo caso compite contra los títulos del ya pasado 2016 (un año muy flojo), así que gane muchos o pocos óscars es algo meramente circunstancial. Lo importante es que está muy bien hecha y que lo tiene todo para proporcionar al espectador que, como en mi caso, penetre en su magia un disfrute máximo, como ninguna otra película en estos momentos.
Evidentemente no puedo hablar por todo el mundo, hay quien no disfruta
con los musicales, otros no lo hacen con el género romántico....es
imposible asegurar que esta película guste seguro; pero a quien le
atrape se sentirá transportado....Posee una atmósfera especial muy
trabajada a través de la banda sonora y la fotografía, a menudo
tendiendo a la contemplación de la noche o con los personajes bajo la
luminosa y soleada luz de Los Ángeles (esa “ciudad de las estrellas” del
título en castellano). Una vez arranca vas deslizándote suavemente de
escena en escena, conquistado por los números musicales, la ambientación
o el buen trabajo de los actores.
No todo posee el halo idealista y glamouroso del musical clásico, en el que los personajes bailan, cantan o incluso vuelan para mostrar su alegría; Chazelle (que también firma el guión) no renuncia a posar su argumento en el suelo de lo verosímil y empapa la película de melancolía y un cierto dolor sentimental que convierte la historia en realista y la sobredimensiona. Podría haber aspirado a competir con “Cantando bajo la lluvia” para ser una de las películas más vitalistas y alegres de la historia del cine (así parecen vaticinarlo sus primeros números musicales), pero no, de pronto “La la land” habla de la derrota, de la soledad, de la búsqueda de afecto y se convierte en una de las más melancólicas y agridulces, lo que para mi gusto la hace aún más grande.
Hubiera sido imposible que el conjunto funcionara sin la escenografía, la banda sonora y los dos actores protagonistas, que son los tres puntales de la función. En los tres casos la película es exquisita, elegante, muy agradable de ver.
Hay escenas que parecen literalmente cuadros, que entran por la vista y fascinan por su luz y cromatismo (me acordé varias veces de “Un americano en París” y no es el único guiño porque están homenajeados prácticamente todos los grandes musicales, incluido el más reciente “The Artist” y alguna película que no lo es como esa delicia que es “El globo rojo” de Albert Lamorisse y que os invito a que descubrais).
La música acompaña magníficamente cada escena y les da un marcado tono nostálgico y melancólico muchas veces (véase la canción de Ryang Gosling en el mirador de la playa) o las hace explosionar de alegría y emoción (véase el número acuático de la fiesta ¡¡¡Gran hallazgo!! o ese concierto que es un éxito y a la vez un jarro de agua fría por lo que significa para los protagonistas, no puedo explicarlo de otro modo sin hacer spoilers). Es más, en algún caso se hace un indisimulado homenaje al jazz, del que el director es evidente que está enamorado (cómo yo, otra razón más que tengo para que la película me encante). El momento en que Ryan Gosling explica a Emma Stone lo que es el jazz me puso los pelos como escarpias.
Y llegamos a los actores. Se está comentando que Emma Stone está magnífica y lo está sobretodo por su enorme expresividad (como en su día la tuvo Meg Ryan antes de operarse, zasca). Da igual que la chica no sea muy guapa y a veces el rictus le quede un poco extraño (como si hubiera mordido un limón), consigue que su personaje te enamore y es una gran actriz. Pero me parece injusto dejar por debajo a un Ryan Gosling al que llevamos viendo magníficas actuaciones desde hace años, siendo capaz de enamorarse de una muñeca hinchable (genial en “Lars y una chica de verdad”) u otros mil registros y ahora encima capaz de tocar el piano, cantar y bailar con esa elegancia...eso sólo lo hacen los que son muuuuy grandes. Juntos tienen una química bestial y si no observad esa escena en la que cantan los dos mientras Sebastián está al piano (por decir una de varias)
Y para poner la guinda a la película y a esta reseña está el desenlace, el último acto, del que no voy a comentar nada, pero sí voy a decir que me parece magistral, que hace que esta película sea muy grande. Hablo de ese bloque final de “invierno” que cierra el círculo en el que se convierte el argumento, hablo también de la escena de la audición, de lo que viene después, de cómo lo clásico y lo actual se funden, de cómo el idealismo y lo real se entremezclan de pronto ofreciéndonos la posibilidad de elegir entre uno y otro (aunque es una licencia artística, que el final está muy claro y sólo existe una posibilidad).....El director cierra su película como la ha comenzado, con un alarde narrativo y visual, con un juego de escenas y montaje en el que concilia lo viejo y lo nuevo, lo clásico y lo moderno, el idealismo y lo verosímil, el cine y la vida. Cada uno lo viviréis de un modo, yo lo viví con un nudo en la garganta.
Y esta película da para hablar mucho más.......eso es porque es MUY BUENA.