Se discute desde hace décadas si el consumo de leche y sus derivados en la etapa adulta es necesaria e incluso si es saludable, pero no hay duda en dos cuestiones: la capacidad nutricional de la leche y la exitosa penetración de la leche y los lácteos en nuestros hábitos alimenticios.Cada persona consume promedio al día uno 1/4 litro de leche y productos lácteos (mantequilla, queso, yogures, etc.). Desde el punto de vista nutricional, la leche es un alimento valioso: aporta proteínas de gran calidad, grasa, el azúcar de la lactosa y una aceptable dosis de vitaminas y minerales, de los cuales el calcio es el más significativo, ya que los lácteos proporcionan dos terceras partes del que necesitamos incorporar a la dieta.
El consumo de leche cubre un relevante papel nutritivo en las etapas de crecimiento de la especie humana, porque la combinación de sus nutrientes ayuda decisivamente a la formación y fortalecimiento de huesos y dientes. Cierto es que la leche tiene un punto a favor que le permite partir con ventaja en las preferencias de las personas, es el primer alimento que ingiere el ser humano y forma parte esencial de su dieta los primeros años de vida. Todo ello se traduce en hábito de consumo y en familiaridad y costumbre con su sabor, aroma y otras características organolépticas.