Revista Cultura y Ocio

La Letra Garamond que ya no juega con Verdana

Por Agora

“Cuando mis cronopios hicieron algunas de las suyas en Corrientes y Esmeralda, una heminente intelectual exclamó: ¡qué lástima, pensar que era un escritor tan serio!”

Cortázar

La letra garamond vivía en el tercer piso de la sexta, tenía aire achatado en sus laterales. Era la primera en bajar y posarse en el folio, como una mariposa despliega sus alas. Verdana era una vieja sirena, venía del mundo funcionarial, donde siempre se la reclamaba para las rúbricas en los impresos. Garamond siempre soñó con poseer a folio, era un tipo infame, quizás demasiado puro, había sufrido varios sustos en su vida por lo que fue perdiendo el color.

El primer susto fue cuando haciendo honor a sus dotes de conquistador, quiso tocar a Times, una mujer utilizada por todos, “La ramera de las letras”. En una noche de desenfreno y metido en sangría, Garamond, abrió la puerta y no pudo contener el llanto, este era desorbitado. Tanto que los gemidos se oyeron hasta el primero. Allí estaba gótica, tan retorcida como siempre, con su aire enlutado y su crucifijo en mano. Verdana siempre tan ocupada, compulsando en el registro, nunca apoyó a Garamond, lo que esta siempre lo vio como un desplante a su leal amistad. Antes les gustaba coger el ascensor y que un teclista les subiera y bajara dando al cursor.

Ahora apenas se hablaban. Widdings a veces se encripta para ellas y se hace pasar como espía de Check Point. Es inútil. La amistad se rompió y es que cuando a una Garamond le tocas su folio, además de hacer de este cuartilla, deja de jugar en el rellano de la intrusa.

Y es que Verdana siempre fue un poco times.

Lidia Herbada


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