Fue una final quizás por debajo de lo esperado. Ni el Bayern mostró el fútbol avasallador de las rondas previas ni el PSG estuvo a la altura de su histórico momento. Título para los alemanes, justos vencedores siendo sin lugar a dudas el mejor equipo del viejo continente.
La primera parte fue una clara toma de contacto de dos pesos pesados que se tanteaban. Susto de Neymar y Mbappe por los parisinos y cómo no de Lewandowski por los bávaros. Alta presión alemana en la salida de balón del PSG que apenas tenía oportunidad de atravesar líneas.
Vimos a Kimmich y Davies más retrasados de lo habitual para tapar en cierto modo los peligros de Mbappe y Di María. Los franceses notaban especialmente la ausencia de su cerebro Verratti , sobre todo viendo cómo enfrente estaba el auténtico dueño del encuentro, Thiago Alcántara. El hispano-brasileño encontraba huecos de manera sistemática sacando su repertorio técnico a pasear.
Así, sin ningún sobresalto digno de mención, se llegó a la segunda mitad. El equipo de Hansi Flick descubrió el punto débil de los parisinos, la marca de Kehrer sobre Coman. Y como buen tiburón que huele la sangre, comenzó a volcar su juego por esa banda. Por allí llegó el tanto y las consiguientes oleadas bávaras. Poco se jugó después. Entró en el 65 Verratti en un intento de recuperar el control del mediocampo y de conectar con una tripleta delantera que estuvo siempre recibiendo muy lejos de Neuer.
De poco sirvió. Sólo en los últimos minutos y más fruto de la tensión dispuso el PSG de alguna ocasión en las botas de Mbappe y de un Choupo-Moting que salió sorprendentemente por delante de Icardi. Con Cavani autodescartado y con el argentino aparentemente con un mala relación con Tuchel todo se hizo más difícil en ataque.
En definitiva ganó un Bayern cuyos números asustan y dirigido por un entrenador llegado en noviembre como parche para un equipo que se hundía irremediablemente. A base de creer en una idea, y lo que es más importante hacer creer a sus jugadores ha conseguido armar un conjunto que parece no tener rival. Un equipo que ya ha igualado el triplete conseguido por Heynckes en el año 2013 y que busca el sextete del Barcelona de Pep. Es la ley del Bayern.