Revista Cine

‘La leyenda del indomable’ – lo que pasa aquí es que… falta comunicación

Publicado el 11 septiembre 2010 por Cinefagos

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¡Ámame, ódiame, mátame, lo que sea, pero dame una señal!

Luke Jackson.

De vez en cuando te encuentras con una película en la televisión, algo que está ya empezado y te quedas viéndolo sin mucho interés para, cuando llega a su fin, haberse convertido en una de tus películas favoritas. Bueno, puede sonar a exageración, pero la verdad es que “La leyenda del indomable”, del siempre eterno Paul Newman, fue una grata sorpresa una noche de hace ya bastante tiempo. La historia de un hombre capaz de enfrentarse a todo, un drama carcelario a la antigua usanza y el origen de una serie de imágenes e iconos imitados hasta la saciedad.

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Luke Jackson, un antiguo soldado, es detenido en una noche de borrachera tras destrozar unos parquímetros. Tras ser condenado a una pena de dos años, Luke se ganará un hueco en una pequeña prisión de trabajos forzados plagada de personajes peculiares: Dragline, el jefe de los reclusos, el jefe que nunca habla, siempre oculto tras su rifle y sus gafas de espejo, el encargado de la prisión con su vocecilla falsamente amable (lo que pasa, es que algunos no quieren comprender…) Babalugats (un mudo Dennis Hopper)…

Siempre me ha encantado el género carcelario, del que hay tan buenos ejemplos que esta película podría parecer inferior. Pero personalmente, tiene unos elementos que me encantan: esa fotografía, la ambientación, las largas cadenas de presidiarios desbrozando carreteras, el tintineo de los grilletes en los tobillos… una época en la que ningún funcionario tenía que rellenar un montón de impresos por cada bala que gastaba. Luke entra en un mundo aparte del real, donde las reglas le dicen exactamente qué debe hacer durante los años de condena que le restan. Sin embargo es un inconformista al que le da todo igual, capaz de liarse a mamporros contra Dragline hasta caer rendido, un auténtico rebelde sin causa.

La película rebosa escenas célebres, como el fragmento de la chica limpiando el automóvil en la que puede ser la primera muestra de lo que hoy día conocemos como el fascinante mundo del tunning. La idea de juntar chicas y coches para producir un espectáculo que ponga a mil a hombres sudorosos y cansados es algo que la propia actriz de la escena aseguraba no entender, ya que según sus propias palabras “era demasiado inocente para saber las connotaciones sexuales de la escena”, aunque permitidme que no me lo crea del todo cuando la veo echándose el jabón sobre los pechos ¬¬

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Pero lejos de quedarnos con dos grandes glándulas mamarias aplastándose contra la ventanilla del conductor, la película nos habla de una serie de temas que se te quedan en la cabeza como pueden ser el abuso de autoridad, la indiferencia y las ganas de resistir hasta el final. Ya cuando se nos presenta a Luke (donde distinguimos muy brevemente a uno de los mecánicos del Nostromo) nos cuentan que fue un buen militar, pero que tras un tiempo en el ejército se largó tal y como lo llevó. Para él sólo fue un entretenimiento, como lo fue emborracharse y cargarse los parquímetros que le llevaron hasta allí. Los jefes de la prisión le advierten de que allí tendrá mucho tiempo libre, y que será mejor que no cometa ninguna estupidez. Desde el principio saben que él se trata de un hueso duro de roer y se esfuerzan en desmoralizarle. Cuando su enferma madre fallece, le encierran en una celda de aislamiento simplemente para que no se coma demasiado la cabeza y albergue sentimientos que le empujen a escapar. Un día y otro y otro, un castigo injusto que te llena de indignación. O cuando escapa y es capturado de nuevo, le ponen a cavar delante de los barracones (con la inolvidable frase de: esta zanja es del jefe, pero ¿qué hace tu tierra en su zanja?)Los demás presos, que se habían sentido orgullosos de Luke y de su inquebrantable espíritu, se avergüenzan de él cuando le ven derrotado, pero no pasará mucho hasta que consiga escaparse de nuevo y poner una vez más a todos los policías y jefes de la prisión a prueba.

Para mí, siempre quedará la parte en la que se refugia en una iglesia y habla con Dios, (aunque no hay más que un techo plagado de telarañas) y donde le dice que fue él quien le hizo así, ¿Dónde se supone que debe encajar? Ha creado un mundo y un juego en el que él nunca podrá ganar, con reglas, reglamentos, jefes… gente a la que tiene que pedirle permiso incluso para poder limpiarse el sudor, o beber. Luke no es una leyenda indomable, como reza el título o creen sus compañeros, simplemente se trata de un hombre capaz de todo, con la fuerza para hacer cualquier cosa, pero sin nada por lo que merezca la pena luchar, encerrado en un mundo autoritario y rígido sin ningún interés y nada que ofrecerle, donde jamás podrá sentirse a gusto. De ahí nacen escenas como la de comerse los cincuenta huevos, una apuesta arriesgada y peligrosa que logra ganar pero que, como se ve en el instante en el que acaban los aplausos y los presos le dejan ahí tirado, no sirve para nada. Lo mismo hubieran sido cien o doscientos, ¿de qué sirve? Lo único que hace es esforzarse al máximo (como cuando casi adelantan a la máquina que va asfaltando la carretera) sin ningún propósito a la vista más que llamar la atención, reclamar su sitio en un mundo que no le hace caso. Y es que de eso va “la leyenda del indomable”, de un hombre con un gran talento y unas ganas enormes de vivir que choca de lleno contra un muro de reglas establecidas. Las últimas escenas, cuando es herido y los encargados de la prisión deciden llevárselo al hospital de la prisión, a una hora de camino desde allí, hacen que sientas rabia por cómo se comportan.

Y aun así, cuando Dragline, quizá muchos años después, cuenta la historia de Luke “el indomable”, vemos que el mundo sigue girando, pero que él ya no está en él, y recordamos cuál fue la última vez que le vimos, con los ojos cerrados, alejándose por esa carretera y sonriente.

Porque Dios mío, cómo sonreía.

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Para leer la ficha de la película pulsa aquí.


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