Juanito o Don Juán, héroe o villano, nunca admitiría el término medio, un vendaval dentro y fuera del tapete verde. Bravo y encastado, no se arredró ni ante los miuras alemanes ni en las plazas importantes, ante los aficionados más iracundos. Apellidado Gómez, como los toreros puros, hijo de padre albañil, formado en la academia mediterránea que nace en cualquier calle de Fuengirola, en dónde la casta que le viene de biberón, y que le hace embestir y derrotar a todos los niños del barrio, hace que le pongan, con once años, el apodo de `Juanillo el Viejo´. Toma la alternativa en el Fuengirola con menos de la edad permitida, falsificando la ficha federativa, con catorce años jugaba con tíos en puntas, allá en las catacumbas del balompié andaluz, en ese Valle del Terror dónde no hay espinilleras o burladeros que te salven de la cornada, ni apoderados que te pongan en la alineación por guapo o por usar un desodorante comercial con olor a nube.Con quince lo ficha el Atlético de Madrid para sus categorías inferiores, dónde pasa dos años en el ostracismo, condenado al olvido por alguno de sus entrenadores. Tiene que emprender el retorno a casa, volverse Despeñaperros abajo, pues los colchoneros, como San Pedro el día de marras, lo repudian por primera y no última vez.
Un año después, lo que tarda en recuperarse del percance, el Atleti decide seguir con su política sampedrista, y lo desprecía en segunda ocasión. Ahora el motivo sería la cojera del muchacho. Lamentablemente para las gentes colchoneras, no habría tercera vez, pues eso de que a la tercera va la vencida es una trola que empezó a tomar cuerpo en los 80, cuando se aprobó la Ley del Divorcio. Esa patraña fue el manido argumento que empleó el macho ibericus dominantis, dos veces estrellado en el matrimonio, para pedir la mano de la hija al padre lógicamente escamado. `A la tercera va la vencida, señor suegro´.
Pues no hubo tercera, y sí hubo una venida, después de un periodo en el Burgos, que sería definitiva, al club en dónde se convirtió en leyenda. La Leyenda del Siete.
Diez años como emblema del Real Madrid, en lo bueno, donde fue el mejor, y en lo malo, donde fue el peor. Una década prodigiosa, llena de títulos -diez creo que fueron-; de épicas remontadas europeas; del pisotón a Matthaus; del botellazo en Belgrado; de triunfos en el Camp Nou; de la agresión a un linier en Zurich; de la habilidad de lince y la magia de fuego; del escupitajo a Stielike; de la sanción de 300.000 pesetas por torear unas vaquillas en un festival, y enseñarle el video a la plantilla; de llevar a José Luis Núñez a los juzgados, por acusarlo de ir preñando a mujeres por las esquinas; de la temporada del Pichichi; diez años en los que se ganó un lugar en la Historia.
ABC
Decidió terminar su carrera por el principio, en el club de su tierra, que entonces hacía aguas en Segunda. Subió de categoría en el primer año, y en el segundo le dió tiempo a volver a Madrid y demostrar que no hay peor cuña que la de tu propia madera.
El 27 de Junio de 1989, en el centro del rectángulo de la Rosaleda, Curro Romero cortó la coleta al `Pasmo de Fuengirola´, entre gritos de `torero, torero´.
De no ser por aquel maldito viaje, del 2 de Abril del 92, que sería sin retorno, el bueno de Juanito cumpliría hoy 56 años. La carretera se lo llevó cuando volvía de ver un partido europeo en el que se daban cita, de una forma u otra, sus dos pasiones: un Real Madrid - Torino. Cosas del destino.
Ahora, en Madrid, hay dos eucaristías que no caerán en el olvido: el ¡..illa, illa, illa, Juanito maravilla!, del minuto siete de cada partido en el Bernabeú, y el minuto de silencio en memoria de Joselito El Gallo que se guarda todos los años en Las Ventas.