Revista Cultura y Ocio

La libertad de elegir la intensidad del ajuste

Publicado el 01 noviembre 2023 por Moebius
La libertad de elegir la intensidad del ajuste En Argentina se han vuelto a equivocar los sondeos. En este caso, también han errado los medios de comunicación de más de medio mundo. Los medios, unos más que otros, han hinchado el fenómeno Milei vendiendo como nuevo un plagio de las políticas económicas de Martínez de Hoz y Cavallo, ante la magnitud de su audiencia en las redes sociales. Un auténtico fenómeno de masas impulsado por un gran espectáculo televisivo, espoleado por la fenomenología digital, creando personajes extremos y disruptivos que acaban siendo muy atractivos en "la lucha por el clic". Espectáculo y sorpresa, porque el día de las elecciones gana el candidato aparentemente aburrido, Ministro de Economía en un país que se halla al borde de la suspensión de pagos, con una inflación del 120%, y la motosierra se detiene. Una mirada sobre la situación política de nuestro país necesita situarse en una visión internacional, que no descuide las peculiaridades de los vociferantes personeros del capital local y extranjero radicado en nuestro país.

Su participación en la tendencia global de la nueva derecha, caracterizada por posturas ultraconservadoras, autoritarias y ultranacionalistas, es innegable. Esta tendencia ha sido ampliamente documentada en trabajos académicos, como el libro «The New Right in Europe» de Cas Mudde.
Es conocida su relación con Santiago Abascal de Vox en España, quien abiertamente reivindica el falangismo y el franquismo. Milei ha participado en actos en España bajo la consigna «volver al 36», un llamado a regresar a la época previa a la Guerra Civil Española, un conflicto devastador que resultó en más de un millón de muertes y marcó el fin de la República Española.
Además, ha establecido vínculos con figuras políticas internacionales, como Giorgia Meloni en Italia, miembro del Movimiento Social Italiano fundado por Giorgio Almirante, un ministro en el gobierno de Benito Mussolini. Meloni representa una faceta del fascismo en Italia. Milei también mantiene una relación amistosa con Jair Bolsonaro, que expresa un pensamiento reaccionario, conservador y fascista en América Latina.

Claudio Altamirano

Cuando todo parecía avanzar hacia el pandemónium, gran parte de lxs argentinxs reaccionó contra la amenaza de restricción a la democracia. Es un buen síntoma. Sin embargo, cuatro décadas de degradación del orden constitucional nos enfrentan a una encerrona que coloca al electorado en el lugar de verdadero rehén del statu quo liberal burgués, viéndose condicionado a votar con temor y en defensa propia. Mucho para debatir, por ende, en torno al país que deseamos y nos merecemos. En tal contexto, si algo indica la cordura, es no votar a Milei. 

Jorge Falcone

 

Por Daniel Campione

La crisis mundial y la ultraderecha

La libertad de elegir la intensidad del ajuste
Vivimos una crisis civilizatoria de alcance mundial. La caracterizan la desigualdad creciente en medio de la acumulación del gran capital, el saqueo de los bienes comunes, el avasallamiento de los derechos a la tierra y al hábitat de los pueblos originarios. Asimismo la vía abierta para la ofensiva contra los derechos y condiciones de vida de las clases explotadas, con recorte de ingresos e imposición de condiciones de trabajo gravosas y precarias.

Se añade la presencia creciente de la guerra. Al sangriento conflicto Rusia-Ucrania en el medio de Europa, se añade la nueva escalada en Medio Oriente, donde el Estado israelí masacra mediante bombardeos y operaciones terrestres a la población palestina. Esas situaciones bélicas son sostenidas al servicio del sometimiento, el debilitamiento o la destrucción de potenciales adversarios de los poderes liderados por Estados Unidos. Y en Gaza se vive el prólogo de un genocidio.

El malestar generalizado que todo lo anterior induce, desde hace años, a canalizaciones “por derecha” del descontento.

En muchos casos se expresan en propuestas de total libertad para el gran capital, ultraindividualistas, destructoras de lo que queda de políticas de solidaridad social o del Estado de Bienestar después de anteriores olas de agresivo neoliberalismo.

En esa línea se inscribió la presidencia de Donald Trump y el riesgo de que vuelva al gobierno en las elecciones del año que viene. Asimismo Jair Bolsonaro, quien estuvo a punto de obtener su reelección, después de cuatro años de depredar a la potencia regional. Y entre nosotros, la irrupción de Javier Milei, con potentes posibilidades de acceder a la jefatura de Estado.

La derecha extrema reacciona contra las agendas ambientales, de género, de reconocimiento de pueblos originarios y diversidades, de discriminación positiva e inclusión, de derechos humanos. Todo suele ser descartado como “marxismo cultural”, el que estaría corroyendo las mejores tradiciones de las respectivas naciones.

 Así propician la vuelta a la ideología de “conquista de la naturaleza” con ánimo predatorio sobre los bienes comunes. Al machismo. También a los valores más conservadores en la religión, la enseñanza, las relaciones interpersonales y de género.

Al mismo tiempo practican la invocación obsesiva de la libertad, definida de una manera tal que es, en primer lugar, la libertad del capital para explotar y marginar a una amplia porción de la población. Y para la depredación de las riquezas naturales.

 Lo que va acompañado por la defensa encarnizada de la propiedad privada. Y de las transacciones mercantiles entendidas como la esfera privilegiada e insustituible de la libertad humana. Todo debe mercantilizarse, hasta los niños y los órganos corporales.

No hay derecho al hábitat y la vivienda, a la educación, a la salud, al trabajo. Todos son “robos” cometidos en nombre de la justicia social. Esa noción de justicia colectiva sería una aberración, por contrariar las leyes del mercado y afectar el derecho de propiedad.

Se sustenta además una noción del “orden” y la “seguridad” que criminaliza cualquier protesta y da pábulo a las instituciones armadas para reprimir sin límites, con previas garantías de impunidad.

Las fuerzas del sistema y la ultraderecha en Argentina.

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Se ha publicado en estos días un artículo, firmado por Sergio Zeta, del que vale una cita extensa: “La Libertad Avanza es parte del crecimiento de las ultraderechas a nivel internacional. El capitalismo en su fase neoliberal, en crisis desde la recesión mundial del 2008 y tras grandes rebeliones populares en el mundo, como en África, España, Hong Kong, países árabes, de América Latina e incluso en Wall Street, adquiere rasgos cada vez más autoritarios y represivos, motorizando el crecimiento acelerado de organizaciones de ultraderecha en el mundo.”

“Los Estados Unidos invierten millones en su financiamiento y en su rumbo ideológico. Milei es sólo su expresión en Argentina, aunque todo el arco político tradicional vaya virando al autoritarismo. No resulta casual que el mismo Massa, refiriéndose a las huelgas y protestas (en el ámbito docente) haya expresado “se acabó la joda de que por cualquier cosa reclamamos”.

La candidatura de Milei es, además de exteriorización en Argentina de una tendencia mundial, un producto del fracaso ostensible y consecutivo de dos gestiones presidenciales, orientadas por cada una de las dos coaliciones predominantes en el espectro político nacional.

Con una mirada de mayor alcance, es también reflejo del fiasco histórico de un país que tiene porcentajes de pobreza que más que cuadruplican a los de hace cuatro décadas. E índices de trabajo precario desconocidos en el pasado. Argentina es una sociedad que vive una regresión que tiende a acelerarse, con la inflación al frente.

En nuestro país rige el “partido único del ajuste”, que comprende a todas las fuerzas políticas con pretensiones mayoritarias. Cambian intensidades o métodos, pero la transferencia de recursos a favor del gran capital, el incremento de la desigualdad, y el empeoramiento de las condiciones de vida populares son el denominador común de todas ellas.

Mucho de esto de esto se traslució en los dos debates presidenciales. Cuatro de los cinco candidatos tienen al sistema capitalista tal como funciona en nuestros días como horizonte excluyente, con el sometimiento al Fondo Monetario incluido.

Y no sólo se trata de aspectos ligados a la estructura económico-social. Abarca por ejemplo la política internacional. Asimismo cuatro de los cinco postulantes a presidente se alinearon sin ningún reparo con la posición oficial del Estado sionista.

Fuera de todo contexto histórico, toman la operación de los palestinos el siete de octubre como un hecho aislado, de una crueldad gratuita y justificatoria de cualquier represalia. Por sangrienta y ajena a cualquier proporcionalidad que sea. Incluso el candidato de Unión por la Patria (U por P), subió la apuesta, al proponer que se declare organización terrorista a Hamas.

Todo esto no impide discernir importantes matices entre Massa, la derecha tradicional, y la ultraderecha. Lo que no debe conducir a subestimar posibles giros, una vez que se halle en el gobierno. Recuérdese el caso de Carlos Menem, que pasó de ser la opción “productivista” y a favor del crecimiento del salario, a la versión más extrema de las reformas neoliberales.

No se trata de pronosticar que ocurrirá algo similar con Massa, sino de prestar atención a su evolución. Lo que irá más allá de su voluntad, ya que los condicionamientos frente a la deuda-estafa regirán para su eventual futuro gobierno. Además, sus declaraciones en el sentido de que concentrará las principales opciones a la hora de ejercer la presidencia, hacen pensar en un “decisionismo” que, en el contexto actual, sólo presagia un drástico ajuste, acompañado de toda la represión que sea necesaria para imponerlo.

Es cierto también que otro factor que escapará a las intenciones del nuevo presidente será la resistencia popular que se le oponga. Este último será un elemento fundamental a la hora de establecer el nuevo rumbo de la sociedad argentina.

Nunca Milei.

La libertad de elegir la intensidad del ajuste
Todo lo anterior no quita que haya que apreciar en su justo valor el espanto que anida en las propuestas de los exponentes de La Libertad Avanza. Hoy reforzadas por máximos dirigentes de Juntos por el Cambio, finalmente encolumnados con quien comparte intereses sociales y formación ideológica y cultural con ellxs.

De llegar al gobierno intentarán imponer, por ejemplo, una contrarreforma laboral que arrase con los derechos del trabajo hace tiempo conquistados por las trabajadoras y trabajadores argentines.

Para incrementar la factibilidad de una ofensiva capitalista de tal tenor, requerirá de un disciplinamiento previo, que puede estar dado por un proceso hiperinflacionario, tal como ocurrió en los tiempos de Menem y Domingo Cavallo.

En medio del desconcierto y la pérdida de referencias producida por la hiperinflación, esta última propiciada de manera abierta por el postulante “libertario”, es plausible pensar que la capacidad de resistencia de las clases populares quedará no destruida pero sí debilitada.

Las ideas y prácticas del rupturismo por derecha se incuban en una cotidianeidad injusta, frustrante, hecha de privaciones continuadas y crecientes. De incertidumbres que no se atemperan sino que van en aumento. Signadas por la precariedad de la existencia diaria, generadora de padecimientos y agobio.

Ante la falta de alternativas válidas y “visibles” se desencadena la búsqueda de culpables hacia el “abajo” social. Corporizados en los “planeros”, los trabajadores que suscitan conflicto y cualquier sector que se movilice y cuestione un “orden” ya ilusorio. E incremente el “gasto público” a través de las prestaciones que reciba.

En esas condiciones se vuelven atrayentes las propuestas que preconizan la destrucción de lo colectivo, el antiestatismo elevado a obsesión, y la versión más rampante del individualismo.

Se añade en la misma dirección una visión de la historia reciente de nuestra sociedad en la que se sufrirían las consecuencias negativas de décadas de “populismo”. En el discurso del líder de la LLA, sólo cabe el retorno a la década de los 90, de la que se enseñoreó el mejor presidente, como mínimo desde 1983 (Menem) y el mejor ministro de Economía de las últimas décadas (Cavallo).

Y como horizonte legitimador de una duración más prolongada, la Argentina anterior a 1916, ese “orden conservador” dirigido por una pequeña oligarquía y por el capital británico que tan bien representa los ideales de la “economía de mercado”.

Opera asimismo en favor de la derecha extrema la decepción ante las ineficacias del “progresismo”. En el sentido común, el gobierno actual suele aparecer como “de izquierda”. Ante su fracaso ostensible ¿por qué no optar por “lo nuevo” que sería representado por los candidatos de LLA? ¿Por qué no aspirar a liberarse de un Estado que no brinda “seguridad” y ofrece deficiente salud, educación, transporte, vivienda?

En ese prisma de “antiprogresismo” se ataca con saña toda la política de derechos humanos, una de las mejores realizaciones, reales y simbólicas del ciclo constitucional iniciado en 1983.

De cara a los resultados de los comicios recientes y con la vista puesta en la segunda vuelta, es necesario señalar que una eventual presidencia de Milei preanuncia el peor de los mundos posibles: La ofensiva brutal contra todos los derechos, valores y construcciones colectivas de las mayorías populares. Y un atentado frontal contra sus condiciones cotidianas de vida y de trabajo.

La propuesta ultraderechista “viene por todo”.  Contra ella hay que denunciar que el verdadero mal está en la desigualdad y la falta de la solidaridad, y en el culto al individualismo y la “meritocracia”. Debe hacérselo sin miedo a discordar con el sentido común y el discurso mediático, sin temor a insistir hasta el cansancio para que se nos escuche.

Vienen al ataque, por nuestras construcciones autónomas, por nuestras formas de autoorganización, y de generación de democracia en las organizaciones y el territorio. Sólo un pueblo movilizado podrá contrarrestarlos.

No puede trazarse un signo igual. Aún a sabiendas de que el otro partícipe del balotaje no es sino una manifestación más de los intereses del gran capital.

Eso no quita que Massa tenga apoyos empresarios tal vez más sólidos y variados que los del hombre de la motosierra. Pero está sustentado en una base social mucho más amplia, que incluye un partido de masas y con arraigo prolongado. Y poderosas estructuras dentro y fuera del movimiento sindical.

Estos sustentos lo impulsan hacia una salida los más “centrista” que sea posible. Por supuesto que bajo la condición, implícita y a veces explícita, de que no se aparte en demasía de los intereses de la burguesía argentina y del capital internacional, ni de los dictados del Fondo.

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Ante ese cuadro de situación, una perspectiva crítica, de izquierda, no puede ser indiferente ni prescindente. No da lo mismo. Se trata, nos parece, de emitir un voto positivo contra la derecha extrema.

Por supuesto que con una mirada puesta en las grandes luchas que, con certeza, nos deparará el futuro inmediato. Cualquiera sea el ganador de la segunda vuelta, aguardada con dolorosas expectativas, que no deberían afectar el derecho a la esperanza ni la propensión militante a lo que en otros tiempos llamábamos el “optimismo histórico”.

Esperanza y optimismo para nada dirigidos al presidenciable de Unión por la Patria, sino a la capacidad de resistencia y contraofensiva de nuestro pueblo.

Daniel Campione

 
En el próximo video, la principal vocera de Milei y canciller de su eventual gobierno volvió a proponer que haya un mercado de órganos. Hace poco había sido cuestionada por proponer que los vecinos de barrios populares se hagan las cloacas por su cuenta.


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