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Desde Santander, donde ayer caía una intensa lluvia (aunque no precisamente amarilla), nuestro amigo Angel Sancho me envía el siguiente comentario literario:
Releer –si es bueno, claro- es un placer. En poesía y prosa poética, una necesidad; porque la belleza de lo escrito cala en el alma con más facilidad, como le ocurre a la lluvia amarilla que cae sobre Ainielle, pueblecito pirenaico aragonés, y sobre su único y último habitante: Andrés de Casa Sosas, quien en forma de bello monólogo nos va contando el paisaje exterior e interior que contempla en lo que va a ser su final y el del pueblo.
“Día a día, en efecto, a partir de aquella noche junto al río, la lluvia ha ido anegando mi memoria y tiñendo mi mirada de amarillo. No sólo mi mirada. Las montañas también. Y las casas. Y el cielo. Y los recuerdos que, de ellos, aún siguen suspendidos. Lentamente, al principio, y, luego ya, al ritmo en que los días pasaban por mi vida, todo a mi alrededor se ha ido tiñendo de amarillo como si la mirada no fuera más que la memoria del paisaje y el paisaje un simple espejo de mi mismo.
Julio LLAMAZARES (Vegamián -León-, 1955) nos deleitó en 1988 con esta muestra de buena prosa poética, cargada de sentido y de belleza. “La lluvia amarilla” de las hojas del otoño que caen sobre este pueblecito, a punto de extinguirse, y sobre el alma del protagonista, su último habitante, se equipara al fluir del tiempo y la memoria en la voz del narrador, que en bello monólogo, y entre los extravíos de su mente, nos relata su percepción del pueblo y de sí mismo, reductos últimos de su soledad".Podría parecer, a simple vista, que es una canto a la soledad y al olvido, pero las plabras del narrador, que ahora cito, expresan el profundo anhelo que siente por una cálida compañía, de la que ahora carece, para afrontar de forma máshumana el momento de la muerte.
"Muchas veces oí que el hombre afronta siempre solo este momento, pese a que, en su agonía, familiares y vecinos lo rodeen. Al fin y al cabo, cada hombre es responsable de su vida y de su muerte y solamente a él le pertenecen. Pero sospecho –ahora que mi vida se acaba y la lluvia amarilla anuncia en la ventana la llegada de la muerte –que una mirada humana, una simple palabra de engaño o de consuelo, bastarían quizá para quebrar, siquiera brevemente, la inmensa soledad que ahora estoy sintiendo”.
¡Magistral! Animo a que leáis estas 143 páginas, publicadas por editorial SEIX BARRAL. Seguro que, como me ha pasado a mí, releeréis párrafos y aun páginas enteras, por la belleza literaria de este autor de narrativa (“Luna de lobos”, “El río del olvido”…) y poesía (“La lentitud de los bueyes”, “Memoria de la nieve”…). Espero vuestros comentarios, y…¡a disfrutar!