Os ofrecemos esta nueva entrega en exclusiva sobre la Logia Lautaro, la cual agradecemos al H.·. Mauricio Javier Campos, reconocimiento que en este caso tiene doble sentido, primero por el valor que representa conocer más a fondo qué significó la logia operativa -operativa por su causa libertadora- Lautaro, sino porque el trabajo original proviene de alguien al que contribuimos junto a otros a rescatar -gracias a este joven francmasón argentino- para la memoria histórica de la Masonería Liberal del estado español: Augusto Barcia Trelles. Y decimos Masonería Liberal porque Augusto Barcia no en vano recalaría como otros tantos miembros del histórico Grande Oriente Español en el exilio de la República Argentina, forzado por la persecución franquista, en "una de las Obediencias Liberales más importantes de aquellos años" el Gran Oriente Federal Argentino. Buen recordatorio para aquellos que se empecinan en reivindicar para si mismos -descartando a los demás- la exclusividad de la tradición y la memoria masónica española.
Os dejamos con la introducción del H.·. Campos y su labor de recopilación.
Hace poco El Masón Aprendiz de España, uno de los medios masónicos más prestigiosos de habla hispana, publicó un artículo que escribí a pedido de los editores: "El extraño caso de la Logia Lautaro y el señor San Martín".
Se desató alguna polémica. Lo cierto es que este período no es de mi especialidad, pero no he dejado de notar que muchas personas no han leído las "Memorias" masónicas del General Tomás de Iriarte (1794-1876), contemporáneo de las Lautarinas y miembro de varias Logias de la época.
Apartándome de mi cronograma de publicaciones, decidí dar a conocer otros capítulos esclarecedores. Pero escarbando en mis archivos me he vuelto a topar con la obra de Don Augusto Barcia, aquel ilustre hermano que fuera Gran Maestre del Grande Oriente Español, Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33 para España entre 1928 y 1933, aparte de abogado, catedrático, periodista, historiador y notable político de su época. Exiliado en Argentina, fue uno de los puntales intelectuales del Gran Oriente Federal Argentino-GOFA (1935-1957), una de las Obediencias Liberales más importantes de aquellos años a nivel mundial. La gran mayoría de los masones republicanos españoles exiliados pasaron por los Talleres del GOFA.
Decidí rescatar los textos de Barcia sobre la Lautaro en dos capítulos. Los trabajos están fechados hace unos 60 ó 70 años aproximadamente. Hay discrepancias con otros autores. Barcia indica que San Martín fue el Venerable del Triángulo fundador; Alvear, Orador y Zapiola, Secretario. Conservo un viejo grabado con esta disposición. Una docena de años después, Alcibíades Lappas, de la Gran Logia de la Argentina, publicaría el volumen "La Masonería Argentina a través de sus hombres", donde ubica como primer Venerable a Alvear. Corbière reproduce el interrogatorio de Mitre a Zapiola: este último, ya muy viejo, cita como Venerable a Alvear...
Aquí algunos de los valiosos textos de Barcia, conservados en los archivos del Gran Oriente Federal Argentino.
La Logia Lautaro. Sobre la tumba de Augusto Barcia
"El Venerable de la Logia Lautaro, en la etapa de su fundación, lo fue San Martín; orador, Alvear; secretario, Zapiola. Las iniciaciones se hacían con observancia estricta del sometimiento a las aplomaciones (informes) previas, del paso por la Cámara de reflexiones, vendado de los ojos, llamadas profanas, testamento, examen, pruebas, juramento o promesa, nombre simbólico, palabras de paso y retejamiento".
"No menos cierto que los grados eran tres: Aprendices, Compañeros y Maestros. Se usaban los signos de O.·. V.·. VV.·. H.·. M.·. E.·. V.·. conforme al Rito. Se distinguían los tres grados simbólicos y los filosóficos llegaban hasta el quinto, que eran los que habían alcanzado en Londres San Martín, Zapiola y Alvear. Cuando Gouchón habla de iniciados, esclavos y neófitos, incurre en errores tan evidentes como cuando toma por grados los de venerables o maestres. También es un absurdo garrafal querer dar valor litúrgico a los términos que, en cartas particulares, empleó San Martín al hablar de Cofradía, Hermanitos y Matemáticos, lenguaje figurado y caprichosamente elegido, con el propósito visible de no llevar a su literatura profana la terminología de los Reglamentos de la Orden. A tal punto se cuidaba el Protector de todo lo que significase hablar públicamente de los hechos, cosas y personas de la Institución, que al escribirle a Miller pidiéndole informes sobre la Logia, le contesta: "No creo conveniente hable Vd. lo más mínimo de la Logia de Buenos Aires, estos son asuntos enteramente privados, y aunque han tenido y tienen una gran influencia en los acontecimientos de la revolución de aquella parte de la América, no podría manifestarle sin faltar por mi parte a los más sagrados compromisos". Sabemos demasiado que, hoy más que nunca, por ciertas gentes y con finalidades muy claras, se quiere discutir y hasta negar el carácter masónico de la Logia Lautaro. Nosotros no estamos dispuestos a perder el tiempo esforzándonos en llevar al conocimiento de las gentes que uno y uno son dos o que San Martín concibió, organizó, dirigió y llevó a cabo el paso de los Andes y en Chacabuco obtuvo una victoria histórica. Más nos importa, porque la defensa de la verdad lo exige, dar probanza de que San Martín es uno de los más perfectos y puros masones que conoció la Institución, tanto en su conducta pública como en su vida privada. Fue el más fiel y genial realizador de las ideas, principios y doctrinas de la Orden. De ahora para siempre, así no tendremos que repetirlo, sépase que este pensamiento y estos supuestos van implícitos en todo lo que consignemos al estudiar los actos políticos y el proceder social de San Martín. Y, hechas estas advertencias y salvedades, prosigamos en la exposición de lo que a entender nuestro fue la obra esencial de la Logia Lautaro".
"San Martín logra reunir en la Logia Lautaro, dándoles unidad y cohesión, con perfecta estructura orgánica, las fuerzas masónicas existentes en Buenos Aires. Trae a su seno a los hermanos más útiles y estimables. Hace una intensa labor de proselitismo, iniciando a los elementos de mayor prestigio y valer. Busca la disciplina para la acción. Inculca el sentimiento de la jerarquía entre los afiliados. Siguiendo el sistema adoptado en Europa, arbitra los medios para tener un órgano político. Lo encuentra creado y lo adiestra y lo dignifica. Es la Sociedad Patriótica. No se necesita gran sagacidad ni una extraordinaria perspicacia para advertir como cambia de tono y de modos este organismo estrictamente político, a medida que la Logia lo va educando, dándole vida nueva, bríos e ímpetu, para ganar y dirigir la opinión pública".
"Todos los esfuerzos de la Logia son luchar con y por medios legales de la más irreprochable licitud, condenando siempre la violencia, para conseguir, al amparo de la ley, el dominio de los órganos de gobierno y de mando. De aquí aquella sostenida y creciente propaganda, oral y escrita, que se despliega en Buenos Airesa partir de los meses de mayo y junio de 1812. Es tan intensa la crítica que se formula contra los procedimientos arbitrarios y despóticos del gobierno, que este no encuentra otro camino que el de cerrar todos los derechos a la oposición (...)".
"No se puede juzgar, con el criterio que hoy nos ha formado un siglo de vida y vigencia de los principios liberales, la razón de ser social, la necesidad política de la francmasonería en los años iniciales del siglo XIX. Nace como una protesta de las minorías selectas contra regímenes de privilegio pleno para unos, de perenne opresión para otros. San Martín había aprendido en Europa como la Orden, a pesar de los excesos y aberraciones a que la condujeron en ocasiones la pasión y la maldad, contribuyó al progreso de las ideas y de las instituciones democráticas en los pueblos. Supo también como allí, las minorías escogidas, los hombres de selección, siempre que quisieron ser fieles a las normas morales, a los grandes principios de la Institución, realizaron una magnífica obra. Además, lo que en su misión suprema le preocupaba, estaba aleccionada por la experiencia del Viejo Mundo de que la masonería es de una eficacia sin igual para disciplinar las fuerzas demagógicas, contenerlas y hasta dominarlas en los naturales excesos de los movimientos revolucionarios"."Leyendo el Reglamento de la Logia Lautaro se adquiere el convencimiento de los fines que perseguía, que radicalmente fincaban enlos empeños libertadores y emancipadores, de típico carácter democrático. Basta leer la promesa o juramento del neófito, al ser iniciado, el acto más solemne, que es el de la profesión de fe, el que imprime carácter. Juraba luchar por la forma republicana y defender los intereses del pueblo contra la opresión".
"Conviene recordar que San Martín, como Alvear, había sido iniciado en las Logias Liberales de España, que en buen número existían, formadas por una nutrida fuerza de la oficialidad, que seguían en este punto los hábitos arraigados en los ejércitos europeos, de contar con Logias militares. Y no se olvide que las formadas en los rangos de las fuerzas revolucionarias de Francia, tenían como preceptivo en el juramento la defensa de la República. Estos organismos jugaron un papel decisivo para encauzar la Revolución, después de la época del Consulado. Todos los grandes mariscales y generales del ejército napoleónico eran o habían sido francmasones".
"San Martín, espíritu abnegado y dispuesto siempre al sacrificio de toda vanidad profana, supo imprimir carácter a la Logia Lautaro. Muchos de los miembros de ella le siguen con fervorosa fidelidad. Son los que con él trazan un programa de acción, también apoyado por Alvear en los primeros momentos. Para el cumplimiento de estas finalidades se hace la propaganda que da en tierra con Rivadavia (...). Pero meses después, en los días finales de aquel año de 1812, empiezan a insinuarse los brotes de la división. San Martín quiere cumplir en todas sus partes el programa de la Logia. Pero Alvear, que comienza a mostrarse remiso en la observancia de los acuerdos y compromisos jurados, pronto trata de convertir la Lautaro en un instrumento para la satisfacción de sus personalísimas ambiciones y hace su vocero a Monteagudo".
"A medida que estas dos tendencias se acentúan, el desgarramiento se ahonda. En 1813, en la Asamblea hay claras muestras de las disensiones profundas nacidas entre los hermanos. Revisten caracteres de enemistad en 1814 y 1815 (...). Después de la caída de Alvear, que principalmente se debe a sus traiciones a la Logia, San Martín con la perseverancia del hombre de fe, puro y sincero, prosigue su labor francmasónica. En Mendoza, de igual manera que lo había hecho en Tucumán, organiza una filial de la Logia, y apenas Pueyrredón es elegido Supremo Director le incita a reanudar los trabajos de la Orden, rehaciendo los rangos de la Lautaro en Buenos Aires, llevando a ellos lo mejor y más calificado del mundo político porteño (...)".
"No hay manera lógica de poner en tela de juicio la invencible preocupaciónde San Martín por organizar masónicamente las fuerzas y representaciones rectoras de la Revolución. A la Orden se debe la reunión del Congreso en Tucumán y la declaración de la independencia. Hasta se llegó a decir que la candidatura de Pueyrredón había sido impuesta por la Logia a los Congresistas de Tucumán. Los emigrados de Montevideo -según el abundante material panfletario de aquellas horas- denuncian que todo cuanto oficialmente se acuerda y realiza, es obra de confabulaciones masónicas., donde entran desde el Supremo Director y sus Secretarios, militares, cabildantes, hasta canónigos, sacerdotes y frailes. El hombre es San Martín, que en su labor proselitista consigue atraer a la Logia, entre 1816 y 1819, fuerzas singulares, más aún que por el número, por sus condiciones y calidades".
"Todo ello -esto tiene hoy carácter apodíctico- solo para fines de suprema idealidad, para nobilísimos empeños, para empresas abnegadas, de grandes sacrificios: por y para la libertad de los hombres y la libertad de los pueblos, sin que nunca, jamás a estas magnas realizaciones las manche ni las macule ningún apetito personal".
"Desde que por primera vez leímos las instrucciones reservadas que el gobierno dio a San Martín, de carácter esencialmente político, para aplicarlas en Chile después de asegurada por las armas su independencia, todo nos hizo pensar en que aquellos principios -de respeto a la nueva Nación, condenando las ideas de conquista, imponiendo obligaciones de máximo acatamiento a la voluntad del pueblo chileno, declarando que se persigue solo "la consolidación de la Independencia de América de los Reyes de España"- nacían directa e inequívocamente de las doctrinas masónicas".
"Lo mismo sucede con aquellas normas para que "se respeten usos, costumbres, preocupaciones civiles o religiosas de los habitantes de Chile" y la que ordena la celebración de "un tratado recíproco de comercio, paz, unión y mutua alianza ofensiva y defensiva". Son estos frutos los que se fueron sazonando en "las reuniones de los amigos", "lo que se trataba por la noche" y lo que resolvían "los hombres buenos" de que Pueyrredón habla con tanta frecuencia en sus cartas, numerosas y extensas, a San Martín".
"De igual carácter y significado es aquella modificación a las Instrucciones, hechas a instancias de San Martín. Había resuelto el gobierno de Buenos Aires y ordenado en sus "Instrucciones Reservadas" que quedase al arbitrio del Ayuntamiento de Santiago de Chile la elección de la autoridad suprema provisoria. San Martín objeta esta instrucción y propone que se nombre para el cargo de Presidente o director provisional de Chile a Don Bernardo O´Higgins. Las razones que da se inspiran en doctrinas tan claramente masónicas, que por unanimidad "todos los amigos" apoyan el criterio de San Martín y acuerdan modificar el correspondiente artículo de las Instrucciones".
"Discutióse durante tiempo, con verdadera pasión, y de vez en cuando el tema vuelve a traerse a debate, si la Logia Lautaro había sido buena o mala para la causa americana. Condenaban unos la Logia, por el solo hecho de ser creación masónica; no pocos la censuraban por sus procedimientos y por las consecuencias que en definitiva produjo en la vida política porteña. Mitre, que perteneció a la Orden y en ella ostentó los grados supremos, aunque en rigor de verdad no hizo estudios de la doctrina ni llegó a practicar el Rito, con criterio puramente profano, desde un punto de vista político, emplazándose en el campo de la Historia, donde se movía con tanto saber y autoridad, más inclinado a condenar la Logia que a exaltarla, reconoce explícitamenteque "produjo en su origen bastantes bienes y algunos males" y que "como núcleo de voluntades unidas por un propósito, fue el invisible punto de apoyo de las fuerzas salvadoras de la sociedad en momento de desquicio". Reconoce, en fin, en términos categóricos que "en cuanto al uso que hizo de su poder, a pesar de ser irresponsable, sin el control siquiera de la publicidad, no se deshonró con los excesos que con frecuencia se entregan los partidos militantes cuando imperan en el gobierno"." Pacífico Otero, con distingos, afirmando erróneamente que no era en modo alguno masónica sino política, concluye por confesar en palabras explícitas "que la Logia fundada por San Martín prestó grandes servicios a la revolución, y que si ella tuvo defectos y cometió errores, estos y aquellos los determinaron, no su naturaleza o programa, sino la ambición y concupiscencia desmesurada o desorbitada de sus adeptos".
"Juan Canter, tan conocedor de estos problemas, cuyo espíritu no es, dentro de la imparcialidad que lo caracteriza, ni afecto ni siquiera simpático a la Orden, establece esta conclusión: "La Logia y las sociedades secretas, a pesar de sus errores y abusos, supieron conducir la revolución a la independencia hacia una política que la situación de Europa haría variar"."
"No es ocasión adecuada ni momento oportuno para entrar a discutir las bondades o ruindades, las perfecciones o defectos, los aciertos o los errores de la Institución, tanto desde el punto de vista de los principios y de las doctrinas como a través de su acción práctica".
"Nos reservamos para tratar del problema, tanto en su aspecto filosófico como en su faz política, cuando hayamos expuesto lo que fue su obra y su influencia en la reconquista de la libertad de Chile y en la emancipación del Perú. Lo haremos así, porque un arraigado convencimiento, cada día más formado y firme, nos dice que no se puede comprender en su alcance y significado actos de San Martín, en los dos grandes países vecinos del de la Plata, sin saber con exactitud cuanto en ellos influyó el espíritu acusadamente masónico de nuestro héroe. Lo que importa a nuestro deber, como intérpretes y comentadores de la obra sanmartiniana, es hacer solemne y definitiva declaración de que el pensamiento, la intención, los propósitos, como los empeños y los actos de San Martín, al crear la Logia Lautaro y al hacer de ella un perfecto instrumento revolucionario, jamás lo utilizó en personal provecho y de ella se valió solamente para formar y templar las conciencias e impulsar a los hombres hacia la magna y gloriosa empresa de la independencia de América. Los más remisos para reconocer los merecimientos extraordinarios, imponderables, singulares de San Martín, y hasta sus adversarios más caracterizados, nunca se atrevieron a discutir, con razones valederas, que la Logia Lautaro, tal como fue constituida y organizada por su primer Venerable, fue un instrumento eficacísimo para el triunfo de "la causa".
"Con toda exactitud y perfecto convencimiento de los fines de la Logia Lautaro, escribió Ricardo Rojas: -"El Santo de la Espada", págs. 69 y siguientes-: "Elegían para el ingreso a caballeros de probado amor a la patria y de notorios principios liberales. Tratábase, ante todo, de dar a la emancipación un contenido filosófico". Añadiendo este otro pasaje: "Los ideales sustentados por la Logia Lautaro en la revolución de 1812 se patentiza en la obra legislativa de la Asamblea: limpieza de sufragio popular, gobierno representativo, división de poderes, prerrogativas del Congreso, constitución democrática, emancipación americana, estado nacional, garantías individuales, neutralidad política, libertad de imprenta, inviolabilidad del domicilio, abolición de la esclavitud, de la Inquisición, la mita, yanaconazgo y los tormentos, y consagración de emblemas argentinos: bandera, himno, y escudos propios. Estas instituciones, que han pasado a la Constitución de 1853, son las mismas que San Martín estableció en el Perú cuando ejerció su Protectorado".
"En nuestro sentir con acierto definitivo dijo Rojas que "en todo estos ha de verse la acción de la Logia Lautaro, y por consiguiente el espíritu sanmartiniano en cuanto a los rumbos emancipadores de la nueva política". Esta categórica y concluyente afirmación de Rojas, que nadie hasta ahora, formulara, es absolutamente cierta. No hubo impulso igual, no se dio acción comparable, ni energía equivalente a la que San Martín desplegó en este sentido ni a los que la Logia desarrolló secundando el plan de San Martín, francmasónico en la idea, francmasónico en los principios, y francmasónico en la aplicación".
"A su hora demostraremos que una de las más estudiadas campañas de silenciación hostil de la obra de la Logia Lautaro, que fue el órgano de la independencia, nace de su carácter estrictamente masónico. Y la demostración vendrá con palabras solemnes y actos decisivos de San Martín y de todos sus grandes colaboradores en la Argentina, en Chile y en el Perú. De igual manera que la irreductible hostilidad de Rivadavia hacia San Martín, fue por su obra masónica, así como la confesada repugnancia, siempre sostenida, de San Martín por Rivadavia, nació y se mantuvo porque Rivadavia nunca transigió con la francmasonería".
Referencias * Barcia, Augusto, La Logia Lautaro, Verbum, Revista masónica, Cuarta época, Año XIII, Nº 3, Buenos Aires, agosto de 1947. Archivos del Gran Oriente Federal Argentino - G.O.F.A. y Archivo Masónico de Argentina - A.M.A. (1935-2011).