Revista Ciencia
Si ustedes pueden ver La Luna en las próximas noches y fotografiarla verán que está bañada en una agradable luz verde, ¿Y eso por qué puede ser?
La explicación es que El Sol, desde no sé cuánto tiempo atrás, ha elevado su temperatura de color, en la escala Kelvin, pasando de un fuerte tono amarillo al verde. Vean la escala en la imagen siguiente:
Son medidas científicas tomadas por renombrados científicos, no algo que me esté inventando. Ahora bien, tal vez por la constitución de nuestros ojos o por alguna otra causa nosotros tendemos a ver la luz verde de las estrellas como blanca, un tono blanco nuclear. Si intentamos mirar un segundo al Sol veremos una intensa luz blanca cuando en realidad ¡es verde! Verde como la hierba en los campos de Cantabria. Si la luz solar es ahora verde eso implica mayor energía y vibración de un orden superior, ¡pero no lo estamos aprovechando! Al contrario.
Tenemos una manera de ver las cosas, influidos por nuestras creencias y otras cosas, que no se ajusta a la realidad exacta. Y así no vemos lo que en realidad es el satélite que llamamos La Luna.
Aristóteles dejó por escrito algo sobre sus charlas con el pueblo de Los Panonios, el pueblo natural de la península helénica, los que ya habitaban aquella tierra cuando llegaron los helenos de Heracles y Odiseo y todos aquellos para que me entiendan. Y los Panonios le contaban al sabio que ellos recordaban el tiempo en que no había luna alguna en el cielo, no había Selene que les alumbrara en las noches y las mareas eran muy diferentes a los tiempos de Pericles. Siendo los griegos unos pueblos tan marinos, que viajaban por todo el Mediterráneo e incluso hasta Irlanda, y también por todo el Mar Negro, a Aristóteles le estuvo rondando durante mucho tiempo este asunto.
¿Cómo sería este mundo en un tiempo en que no había luna alguna?
Cuando los españoles fundan la Universidad de Lima, en el año 1571, Real y Pontificia Universidad de la Ciudad de los Reyes de Lima, comienzan a llegar doctores y licenciados de las universidades de Salamanca y Alcalá de Henares para formar a los estudiantes de aquellos inmensos territorios.
Lo primero era que aprendieran a hablar, leer y escribir correctamente en español y después se les impartían las mismas asignaturas que en las universidades de la península. Pues bien, se dio pronto el caso de al explicar a los alumnos la órbita de La Luna y cómo predecir los eclipses tanto lunares como solares alumnos de ciertos pueblos del Perú les contaban a los profesores que en sus tradiciones ancestrales se guardaba recuerdo de cuando este planeta ¡no tenía satélite!
Y como los profesores se habían tenido que estudiar a Aristóteles a fondo recordaron lo que contaba de los Panonios.
Cruce de cartas con la península y finalmente los más doctos decidieron en Salamanca que si guardaban memoria de esos hechos es que eran pueblos antediluvianos, pero que en este tiempo y milenio teníamos Luna así pues para aprobar la asignatura y alcanzar la licenciatura los alumnos tenían que tener y defender los mismos conocimientos como cualquier otro cristiano del orbe.
¿Es curioso, verdad?
No sabemos apenas nada de La Luna. Cuando en la fallida misión del Apolo XIII tuvieron que desprenderse del cohete Apolo y cayó sobre La Luna los sensores sísmicos que habían dejado instalados en las misiones anteriores estuvieron funcionando a tope ¡durante horas!
Como si fuera metálica y casi completamente hueca.
¿Saben ustedes algo más sobre este asunto? Tal vez podamos echar un poco de luz sobre este asunto en próximas fechas, ¿podrían ayudarme en el empeño?Daniel Paniagua Díez