El otro día me preguntaron cuál era la parte más importante de mis rutinas matutinas aquel elemento imprescindible que convierte un día cualquiera en un gran día. Seguramente mi interlocutor esperaba algún apunte sobre la meditación, la calidad del desayuno o incluso la práctica regular de algún deporte. Y mientras no dudo la importancia de todos estos puntos (y los intento cumplir todos los días), hay una rutina que raramente olvido: cada día hago la cama.
Teóricamente es una actividad completamente inútil: hacer la cama te dura exactamente un día. Cuando te vuelves a meter por la noche, acabará igual de revolcada cómo la encontraste por la mañana. En mi caso tampoco lo puedo hacer inmediatamente, porque mi pareja se levanta más tarde que yo. Y encima es un lugar de casa que no lo ve nadie: la sala sería un lugar mucho más idóneo si me preocupara por las apariencias.
Aún así, he descubierto varias ventajas fruto de esta práctica diaria.
Empezar el día con algo que controlas
Hacer la cama es una de las primeras tareas del día. Es algo que me cuesta aproximadamente dos minutos. O quizás un minuto. No tenemos cubrecama ni cojines de decoración, así que e trata de estirar los cuatro lados del edredón para alinearlo con la cama, escondiendo los pijamas por debajo de las almohadas. Listo y fuera.
Y con estos dos minutos ya he empezado bien el día. He dejado una habitación en mejores condiciones que antes. Mi cerebro (que a veces es muy simple) se alegra de haber cumplido la primera tarea del día y ya está preparado para la siguiente. En menos de dos minutos he conseguido crear un precedente: ¡Hoy las cosas saldrán bien!
Menos distracción visual
Si pasas mucho tiempo en casa (y dejas abierta la puerta del dormitorio - aunque sea para ventilarlo), la práctica de hacer la cama es aún más importante. La distracción visual es una de las peores enemigas de tu capacidad de concentración y productividad. Además es mucho más fácil sucumbir ante de tentación de volver a la cama, si esta todavía está en su estado original matutino.
Cada día tienes que gestionar un montón de interrupciones: el correo electrónico, las redes sociales, tus colegas de trabajo, tus hijos - todos quieren algo. Y por mucho que planificas tu día, siempre surgirán cosas que no te esperabas y que muchas veces tampoco puedes controlar. No hace falta que añadas una cama deshecha (y una mesa de trabaja en desorden) a la lista de distracciones diarias.
Terminar el día con algo que hiciste tú - algo positivo
Hacer tu cama es algo que harás por las mañanas. Parte del beneficio lo vivirás por las noches, cuando después de un día largo y quizás caótico te preparas para ir a dormir. No hay nada más lujoso que meterte en una cama preparada - en vez de deshacer el nudo que dejaste por la mañana.
Dicen que la vida está hecha por pequeñas cosas. Hacer la cama por la mañana es una de estas pequeñas cosas que casi no te cuesta esfuerzo y puede tener un efecto bastante más amplio de lo que parece.
[Dato curioso: hacer la cama también es una parte integral del entrenamiento militar. Por supuesto que en realidad no se trata de la cama. Hacer la cama todos los días es un acto de disciplina que fomenta el orden. Si consigues generar una sensación de control frente a las pequeñas cosas en la vida, será más fácil concentrarte en las cuestiones más grandes - y eso también vale para tu vida privada. Lo recomienda por ejemplo el Admiral William H. McRaven a los graduados de la Universida de Texas ( en inglés).]
¡Pruébalo!