Revista Cultura y Ocio

La magia de la asertividad

Publicado el 30 marzo 2015 por Proyectodescritora
Para escribir historias con personajes que parezcan reales es fundamental saber algo o todo lo que se pueda del ser humano y sus comportamientos. Para eso también es primordial conocer a personas, no para convertirlas en personajes sino para coger algunos rasgos y hacerlos más realistas. Ya os he hablado alguna vez, en el blog,  de psicología, me gusta bastante el tema, si eres amigo mío es muy posible que te hayas comido alguna chapa sobre comportamientos humanos y asertividad, de las mías. Hoy os traigo un ejemplo práctico de algo que me pasó el otro día, para mostraros que no es ninguna tontería y que, un acto asertivo puede desencadenar varios otros así como lo contrario. 
La magia de la asertividad
Pierdo el bus y me toca esperar quince minutos al siguiente. A pocos minutos, llegan otras personas, pero yo estoy la primera de una fila irregular. LLega el autobús y una mujer se cuela para entrar la primera, algo que me parece injusto pero de lo que no me llego a quejar. Como no me retiro aunque ella ya está la primera, me da un empujón y entra. Solo lo ha hecho para entrar la primera porque ni siquiera sabe qué sitio prefiere. Yo no digo nada y escojo asiento la segunda, pero noto que la mujer, encima, se me queda mirando de malos modos. Entonces yo la devuelvo la mirada y me dice: "estaba yo la primera". No tenía pensado decirle nada, pero ya era demasiado, así que le contesto: "que va, estaba yo primero". Me vuelve a decir que no, que le ha preguntado a otra señora. Si hubiese habido otra señora, ¿no habría tenido que entrar ella primero? así que le contesto, con un tono pausado, no como era el suyo, que estaba la primera porque he perdido el bus anterior. Empieza a subir el nivel en su discurso pero yo le digo: "le vuelvo a repetir que estaba yo antes, pero ya ha pasado la primera, así que deje de discutir, eso sí, el empujón se lo podría haber ahorrado". Me dice que no me ha empujado y le digo yo que casi me estampa en la puerta, pero que no voy a seguir discutiendo. Y añado: menuda educación. El hombre que se ha sentado a mi lado, que ha sido testigo de todo, me da la razón.Comienza el trayecto y yo me siento orgullosa de haberle argumentado lo ocurrido con calma, sin alterarme ni discutir o hacer juicios de valor.Mi sorpresa es que, cuando la mujer llega a su parada, antes de salir, se me acerca, me toca el brazo y me dice: "lo siento, vale, si estabas tu la primera, perdóname"
Me quedé doblemente bien al recibir sus disculpas y os diré también que no es la primera vez que me ocurre esto, con desconocidos o con conocidos, y que me siento bien diciendo lo que pienso pero de manera educada y asertiva, porque quiero pensar que esa mujer, el próximo día que se vaya a montar en un autobús, antes de empujar a otra persona para entrar la primera, se acordará de mí y no lo hará. Si ella no lo hace, nadie tendrá que discutir con ella, es más, quizás deje pasar y la otra persona lo reciba con una sonrisa y haga otro acto bueno a otra persona, porque es así, los actos que hacemos repercuten en los demás y si son amables se contagiarán y desencadenarán otros actos amables, y viceversa.
Por eso, os aconsejo que no os cayéis cuando penséis que algo no está bien, porque guardarse ese tipo de cosas lo único que hace es que un día salgan de manera desmesurada y a lo mejor hacia la persona que menos se lo merece, pero decirlo bien, argumentar vuestras ideas haciendo comprender por qué algo es molesto para vosotros. Si lo decís con asertividad, lo normal es que os encontréis una buena respuesta. No es fiable al 100% porque hay gente que no atiende a razones, pero al menos vosotros estaréis haciendo lo correcto y os sentiréis bien con eso.

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