Javier Cosnava nos presenta una novela de espada y brujería, con parábola y moraleja, que destila un sabor a literatura clásica excelente. La historia, breve y directa al grano, cuenta las pericias de un mago (Moon-ka para más señas) y su joven aprendiz en una España ucrónica, dibujada al mejor estilo de fantasía clásica. En este primer episodio, maestro y aprendiz tienen que lidiar con un rey engreído, una princesa consentida y un séquito atemorizado por sus caprichos.
Gran narrativa, con ciertas florituras y adornos que paradójicamente no entorpecen el ritmo de la historia. Cosnava cuida el tratamiento de la mujer en la época medieval, ejerciendo una correcta documentación que, a su vez, se muestra de agradecer. Por otro lado, el recurso del humor en la historia se hace patente en varias ocasiones, lo que hace que logre mayor dinamismo.
La brevedad de la historia me ha parecido excesiva. Cosnava podía haberse alargado en ciertos parajes, buscar nuevos arcos argumentales o profundizar en algunos personajes. Muchos de ellos no dejan de ser tópicos recursos que sirven de introducción a los tres protagonistas de la historia: la princesa, el aprendiz y el mago. Y es quizás este aspecto del conjunto lo que convierte La magia más antigua en un agradable dulce, que no sacia el estómago literario pero tampoco empacha. ¿Un recurso del autor para obligarnos a desear próximas entregas? Conociendo a Javier, todo es posible.
Siempre que hablo de este autor me sucede lo mismo. Parece que Cosnava es capaz de escribir bien cualquier cosa, atreviéndose con todo tipo de género y temática. El terror, la novela histórica, la ciencia ficción, ahora la fantasía,... ¿cuándo nos decepcionará?