Peter Jackson escandalizando a las viejas
Nada nuevo bajo el sol. Alguien se aparta de lo habitual y ya le tiran huevos. Hace poco menos de un mes, el director Peter Jackson hizo una proyección de unos 10 minutos de su esperadísima adaptación de El Hobbit ante un selecto grupo de críticos de cine. La novedad del asunto: el clip se exhibía a 48 fotogramas por segundo (fps), en vez de los habituales 24. ¿El motivo? Según el realizador neozelandés, que la gente comprobase que con el sistema de doble de velocidad los detalles pueden resultar más nítidos y es más fácil acostumbrar el ojo a las tres dimensiones (3D). Tras el pase, muchos críticos se rasgaron las pelotas criticando este invento como un atentado al séptimo arte ya que, como dijo uno de ellos: “Todo parecía de cartón piedra, falso, como un vídeo en Alta Definición". En resumen, les jodía que se perdiera esa "capa de magia que debe (sic) tener el cine".
La magia. El cine. Falso como un vídeo en Alta Definición.
Este es sólo un ejemplo de las opiniones integristas de quienes temen cualquier atisbo de cambio, o de novedad, basándose en razones supuestamente sentimentales. El ojo, el cerebro, el corazón, el sentimiento... es decir, cualquier mecanismo natural de percepción y/o asimilación de la realidad, se acaba acostumbrando en la medida en la que uno quiere adaptarse a su entorno. Un neandertal acostumbrado a vivir en zonas cálidas no llevaría sólo taparrabos si, en sus viajes de vida trasumante, acaba en la tundra. El ser humano se adapta al medio por mera supervivencia. O simplemente para disfrutar o desarrollar sus actividades, desde las más livianas hasta las más intelectuales, en las mejores condiciones posibles. Lo mismo sucede con el arte y sus herramientas. Adaptarse, abrir la mente, hacerse al medio, disfrutar... Simplemente pensemos en la de hostias que les cayeron a los que experimentaron en su día con el cine sonoro, el color, el formato panorámico, los efectos especiales, etc. Hoy nadie se ofende ante estos avances porque sabemos integrarlos dentro de esa "capa de magia" de la que hablaba el fulano de antes. La hacemos nuestra. La magia.
La adaptamos.
Esa mente que intenta denigrar al vídeo de Alta definición porque no tiene esa magia, poco podría sobrevivir en ambientes hostiles, o de cambios. Se siente seguro y protegido en su cueva, sin saber que hay un mundo afuera, lleno de novedades, de experimentos y contradicciones, porque, evidentemente, no todo lo que se haga ahora con el 3D, o la Alta Definición o la Super Alta definición, o lo que llegue, tiene por qué ser siempre bueno. No dejan de ser herarmientas al servicio del verdadero valor de una historia, que sigue residiendo en lo de siempre, es decir, el guión, la interpretación de los actores, el buen uso del montaje, el sonido, el vestuario, etc. Pero son una ayuda indiscutible para la realización de proyectos que, en los viejos tiempos, hubiesen sido inaccesibles para mucha gente o sencillamente imposibles de realizar.
Y es que, como en el fútbol, la magia la llevan los protagonistas, no los medios que les rodean. Y luchar contra los convencionalismos siempre ha sido el privilegio de unos pocos aventureros. Hace poco hablamos del arranque de Garrincha y su magia incontrolable en los terrenos de juego. Pero anda que no ha habido genios y no tan genios que han tenido que enfrentarse a inquisidores y ortodoxos por el hecho de querer adentrarse por nuevos caminos. Quién habría apostado hace sólo cinco años que un equipo como el de la selección española, plagado de bajitos, pudiera no sólo sobrevivir dentro de un deporte tan físico como el fútbol, sino acabar revolucionando el estilo de juego de media Europa con su fútbol de toque. En cada época siempre hay alguien que abre nuevos caminos, dándole más vida a esa magia que rodea cualquier manifestación artística y deportiva: Zidane y su elegancia en el correoso fútbol de los 90, Eric Cantona y su personalidad, Panenka y su descaro genial en forma de penalty. El Milan de Sacchi. Rinus Michels y su fútbol total. Miljan Miljanic en los 70. Etc. Etc.
"Si buscamos el espectáculo debemos estar más dispuestos a jugar al ataque, y para lograrlo debemos perder la pereza durante la semana. Tenemos que acostumbrarnos a trabajar en los entrenamientos, a construir en lugar de destruir. Es la única forma de que llegue la diversión." (Arrigo Sacchi, ex entrenador del Milan)