Hoy hablamos de educación, pero para variar, no hablaremos de Wert, sino de algo mucho peor, así es, nosotros también pensábamos que lo peor que estaba pasando en temas de educación era la ley Wert, hasta que ayer nos llegó la horripilante noticia desde Cádiz: un sacerdote que dirigía un colegio ha sido detenido tras saberse que abusaba de menores. Acusado de pegar a sus alumnos, mantener conversación vía móvil con ellos y tocamientos en las zonas íntimas de los menores, hoy mismo pasará a disposición judicial.
Cada vez que leo una noticia sobre los abusos de sacerdotes católicos a niños se me hace un nudo en el estómago, se me pone la piel de gallina y me viene a la cabeza la película de La Mala Educación de Pedro Almodóvar. Sobretodo se me viene a la mente la voz del niño cuando canta y otra vez, claro, la piel de gallina.
Sobre la doble moral de la Iglesia Católica está ya todo dicho, aún así, parece mentira que hoy en día sigan pasando estás cosas, aunque nos alegra saber que sí hay algo que ha cambiado y es que ahora los niños pese a “la mala educación” que reciben de estas personas, están más informados y son capaces de alzar la voz y sacar a la luz casos como estos.
En este caso, gracias a que uno de los niños que sufrieron abusos habló con sus padres se abrió la investigación y muchos otros niños afectados también se animaron a contar y denunciar los abusos.
Son en casos como este, se hace evidente que no se puede dejar la educación únicamente en manos de la escuela (llena de buenísimos profesionales en su mayor parte, pero donde también, como en todos los sitios, podemos encontrar pésimos profesionales o incluso, como en este caso, delincuentes), sino que padres, familiares, medios de comunicación, instituciones,… tenemos una gran responsabilidad en la educación de los niños.
Entre todos debemos hacer que los niños conozcan sus derechos y sepan donde acudir ante casos de abusos de cualquier tipo, nunca podremos evitar al 100% que pasen cosas como estas, pero sí podemos evitar que los niños tarden dos años en contarlo o, lo que es peor, que no lo cuenten, que vivan el abuso en silencio.