Pisé la mansión de HBO. Digital, un poco para mi desgracia. Porque nunca creí tener, a la palma de mi mano, los contenidos de la compañía que revolucionó la televisión. Adictos a Netflix, la culpa es de HBO. No sé si su ahora mejor amigo fuera lo mismo (antes videoclub y ahora dealer de drogas narrativas) si el primero e internet se tomaban de la mano un par de años antes. Lo que sí sé es que las tres mayúsculas cambiaron el fondo de las cosas.
Las ficciones dramáticas de HBO
Algunos dicen que fue con The Wire, otros con The Sopranos o Six Feet Under. Durante los últimos meses, para que esto suene como a Una Gran Investigación, me dediqué a revisar sus producciones, a través de HBO GO, su plataforma de streaming. Vi la mayoría de sus obras clásicas y actuales. No me enfoqué en sus principales éxitos, como Game of Trones, Sex and the City o Los Sopranos, sino en su otro contenido único. Como hijo de la ficción británica que soy y prefiere las miniseries de pocos capítulos, me siento con la calidad moral para decir cuáles enganchan. No importa su abanico de episodios. Creo que ahí flotan Six Feet Under, Curb your enthusiasm, Girls, Succesion y Sillicon Valley.
Six Feet Under, de 2001, es algo así como la inevitable y necesaria unión familiar después de una desgracia. Con drama, rencor y humor. Ahora que lo veo, semejante a Succesion, de 2018. Aquí, un empresario multimillonario está por heredar las compañías de noticias y entretenimiento a sus tres hijos. Sólo que de los tres, no se hace uno y él está por morir. También dramática, respira un humor casi macabro que se burla de sus perdedores personajes. Ojo, se difumina o aclara, según los valores y sentido del humor que tenga el espectador. Esta serie me ha atraído como pocas.
Otras ficción que también creo deben ser revisadas son Capadocia, The Leftovers y obvio, The Sopranos. Aunque el tal Tony Soprano tiene un humor un poco raro pero sugerente. Me faltaron por ver los pilotos de Boardwalk Empire, The Deuce, Sr. Ávila, y otras que seguro se me escaparon. Por cierto, vi el primer episodio de la aclamada Sharp Objects, la serie de Amy Adams. Aunque tiene un argumento original y actual como los asesinatos contra niñas, me pareció lenta y hasta un poco predecible. Pero creo que le debería dar una segunda oportunidad.
¿Y qué tal la comedia en HBO?
Quien guste de las sitcoms con risas grabadas(Friends, Will & Grace, That '70s Show), populares en los 90's, 2000 e incluso algunas aún en 2019, ver lo que hace HBO es casi como recibir una cachetada. Amable, hasta eso. Primero, no llevan risas y no son comedias al uso, de chiste fácil, sino que se apuesta más por la situación en sí, e incluso a partir del drama. Casi todas son así, aunque también hay experimentos más originales y desternillantes, que también pude ver.
La mayoría de los especialistas en televisión, dice que Seinfeld es la mejor serie de comedia de la historia. Y algo tiene, pero yo me inclino por Curb your enthusiasm, que igual creó Larry David. Quien no la haya visto, debe hacerlo ya, en serio. Se deleitarán con los límites del absurdo, para hacer historias hilarantes que critican las convenciones sociales. Su última temporada, de 2017, tras un par de años en pausa, es una joya.
Nunca había visto Girls porque la creía pretenciosa. Y lo es, pero con argumentos para serlo. Sólo vi dos capítulos, suficientes para encontrar una mirada auténtica y reflexiva, no sólo sobre ser mujer, sino lo que significa ser joven. Buscar trabajo para ya no ser mantenido por los padres, o tener aspiraciones y ver en el sexo una respuesta a la frustración, no son temas nuevos, pero pocas veces se habían abordado. Y menos de forma honesta como lo hace Lena Dunham, su creadora y protagonista.
En el mismo barco, va Sillicon Valley, una comedia a lo The Big Bang Theory, pero con personajes más reales y menos estereotipados. Vi toda la primera temporada y capítulos de la segunda. Descubrí que, en esa naturalidad, despliega mayor dramatismo, pero también gracias a su protagonista inseguro e indeciso. Lo acompañan unos amigos en apariencia abusivos, y que son más bien tontos, con un sentido del humor comparable a su lealtad. El eje, un código web con el que se harían millonarios y que, pronto, se los hackean.
En la comedia crítica, está Veep, una sátira de la política estadounidense protagonizada por Julia Louis-Dreyfus, con un humor entre lo tonto y lo desternillante, con personajes igual de absurdos. Por momentos, los chistes se parecen a los de la versión gringa de The Office. También está Hello Ladies, sobre un tipo malísimo para ligar y con situaciones de vergüenza, donde se difumina el espacio entre la risa y la compasión.
En los experimentos surrealistas, entra Bored to Death, de Jonathan Ames, seguidor del gran humorista literario de la comedia blanca P.G. Wodehouse, que en esta serie crea situaciones creativas llenas de humor. Lo hace con un reparto de ensueño, con actores que interpretan personajes mensos y hacen gala de su talento. Primero, el protagonista que quiere descubrir cómo es ser detective en la vida real(Jason Schwartzman), su amigo el escritor de cómics(Zach Galifianakis) y el amigo-editor viejo de una revista que se siente joven(Ted Danson). También vale la pena la serie Flight of the conchords, de dos amigos músicos con un terrible y estupendo manager, que nunca les consigue presentaciones, pero crean canciones de lo más tontas, pero muy disfrutables.
Pero no todo son series: a HBO le gusta el cine y el show
HBO también tiene late-shows, stand-up y documentales, como el del gran comediante Robin Williams, que resulta desconcertante. En shows, tiene Real Time with Bill Mahler, un ejemplo de cómo hacer un late night con su dosis de humor, pero mucho de análisis político, similar a lo que hace Stephen Colbert en su programa. Nada qué ver con lo de John Oliver, también en la plataforma, que fusiona las dos cosas en altos vuelos (Obvio no se resaltará la copia burda hecha para Latinoamérica, conducida por Chumel Torres, que llevas risas tan escandalosas como falsas y chafas).
Igual hay mucho stand-up estadounidense, con experimentos deliciosos como los de George Carlin y Sarah Silverman, que son casi dioses en la comedia gringa. Si no estoy mal, fue la propia compañía la que empezó a televisar el stand-up. Por otra parte, en periodismo hay investigaciones increíbles, en la serie que hace VICE, donde lo mismo investigan los tiroteos en Estados Unidos, que las guerras en Medio Oriente.
Entonces, ¿contrato HBO GO o no?
La verdad, es una pregunta que depende de lo que busques. La oferta de contenidos sí es de calidad y engancha, principalmente en ficción y documentales, quizá hasta en las películas recién estrenadas. Para ver completas las series antes citadas e incluso los estrenos, que llegan antes que el canal oficial, creo que sí vale pagar los 149 pesos mexicanos (hasta marzo de 2019).
Ahora, si buscas una variedad de formatos, como reality shows, stand-up, late show y todo lo que te imagines, hasta dirigidos al público latino-castellano, quizá no es la mejor opción. Y es que HBO es más un producto gringo que global, por ahí algo latinoamericano. En eso lo ha intentado, desde series para Brasil, Argentina y México, creo que todas ellas dramáticas y algunas ganadoras de premios Emmys, pero ninguna de comedia.
Hay un punto interesante. Lo contraté desde Clarovideo, plataforma de streaming que, si no estoy mal, sólo está disponible para Latinoamérica. Y desde aquí lo utilicé en dos dispositivos, en una pantalla y un iPad, más la versión web en la página de HBO Go. En total, son tres dispositivos en una oferta que supera el servicio más básico de varias plataformas. En lo personal, si me sobrara dinero, sí lo pagaría, porque sabría la calidad a la que estaría sujeto, si bien creo que me enfocaría en terminar las ficciones que destaqué, y los próximos estrenos de series y documentales.
¿Qué aprendemos de HBO?
Que apostar por la calidad es la guía, pero que siempre habrá alguien que, años después, explotará esa idea con más imaginación y a mayor escala. Antes de Netflix, HBO vivía aparte de todas las series esperadas cada semana. El primero se asomó al segundo y ahora, lo ve desde arriba. No sólo es su diversidad de formatos y dirigidos a nichos específicos donde brilla, sino ese carácter mundial. En los casi 10 años que lleva la empresa de Los Ángeles como plataforma, ya apostó igual o más por el mercado latino-mexicano-castellano, que la de Nueva York. Con las mismas dosis de seriedad y diversión.
Es poco probable que surjan alternativas que reimaginen o complementen, como lo hizo la compañía de Reed Hastings, la forma de consumir contenidos audiovisuales. Porque así está planteado el juego y para ganarlo, parece que sólo una respuesta así lo conseguirá. Sin embargo, es la propia marca roja la que ya ha bajado ese ritmo de consumir de un tirón y ahora, prolongar y disfrutar a su tiempo, con estrenos de capítulos al mes, como los ensayos de entrevistas de David Letterman.
Como ahora saltamos de aquí para allá, aún con el despiadado zapping, cabría recordar quién provocó nuestras distracciones audiovisuales y sirvió el plato para esta explosión de contenidos. Pese a ya ser dominada por un monopolio, fue HBO la que transformó los límites de la ficción televisiva y su consumo, donde ahora el único beneficiado es el invitado a la Mansión.