La línea que media entre un pensamiento y un pensamiento compulsivo es, en ocasiones, tan fina que solo el que lo experimenta, con la ayuda de un clínico tan fino como esa línea, puede localizarlo y así hacerlo consciente.
En este caso nos referimos a una consciencia atencional primordial, necesaria pero no suficiente para una auténtica sanación.
Uno puede, como recurso y posible " cambio", hacer por traer a su espacio mental un pensamiento en forma de palabras o una imagen cada vez que sufre un displacer mental. Incluso a veces la persona sabe que ese "falso recurso" terminará por convertirse en un síntoma.
Nace de una encrucijada, una incertidumbre, acaso una confusión. Si levantas el piso de esa fenomenología lo más seguro es que haya un miedo. Pienso que a veces, más aun, ese miedo es una metonimia mental, está ahí en lugar de otro miedo, más abrumador a ojos del sujeto o de su entorno.
Con el paso de los años, lo que empezó como un recurso mental desesperado que apartara la atención de esa angustia se convierte en un hábito mental. Ahora ya no solo se experimenta un miedo sino un pensamiento absurdo cuya función está obsoleta y que interfiere en nuestra vida.
Esa idea puede crecer en su voracidad y establecer conexiones con cientos de pensamientos, mas o menos conectados en una red o esquema que solo un gran rastreador puede hallar.
Las compulsiones encubiertas o cognitivas pueden ser contar un número "mágico" de veces, repetir unas palabras (la diferencia sutil con un mantra es la intencionalidad), repasar acontecimientos para comprobar innumerables aspectos...El pensamiento compulsivo es algo más complejo, abstracto, extenso e indeterminado. Es más difícil acotarlo. En su polo más patológico tiene algo de tinte que lo cubre todo. Recuerda casi al concepto de "falso self". Una personalidad, si nos apuran, cimentada en un despliegue de compulsión que pretendía contener un miedo "original". El miedo Original es la angustia de muerte.
Unas ideas arrastran otras en nuestra mente. Es azaroso y es cultural. Acepte el azar porque no será capaz de influir en el. Este abierto a alterar levemente y con suavidad su microcultura, cómo percibe, cómo conecta, cómo piensa.
En esa nueva "cultura", usted puede reelaborar su visión de la inteligencia. Ahora la inteligencia ya no reside en la complejidad, sino en deshacer ese entramado mental progresivamente. Reside en la sencillez, en la esencia de lo verdaderamente importante para usted. Usted no piensa como un japonés ni como un español de hace trescientos años. Detrás de todos los pensamientos automáticos, muchos de ellos dañinos a corto o largo plazo, está usted.
Como todo esto son metáforas y analogías para poder hablar de nuestras experiencias, de algún modo también forman parte de la maraña mental. Todo lo que pueda escribir, es escaso al lado de lo que usted puede experimentar si vive esta idea y algún día la integra tanto que abandona la conducta de pensarla.
Pedro Rico