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"La maravillosa vida breve de Oscar Wao", Junot Díaz (2008)

Publicado el 05 agosto 2009 por Joaquinvarela

En la cocina hay con frecuencia ingredientes que aparentemente no deberían de ir juntos: las lentejas y la pasta, el pollo y las cigalas, la lechuga y las fresas...Qué quieren qué les diga, me costó hasta acostumbrarme a comer piña en la ensalada.
Por eso, durante las primeras páginas de la novela, pensé seriamente en dejarla: no parecía a priori compatible con la buena literatura el mezclar spanglish, palabras de argot dominicano, élficas o razonamientos y comparaciones que van desde los X-Men hasta los personajes de la Tierra Media, pasando por Akira, todos los de la Marvel y la Guerra de las Galaxias. Todo junto y todo revuelto.
Pero ya ven: igual que las fresas en la ensalada, o el pollo con las cigalas, todo es cuestión de seguir un poco más, de hacer el intento, de tomarle el sabor.
Oscar es un nerd. Un chaval dominicano, negro y tremendamente gordo. Inteligente, sumamente enamoradizo, aislado en su mundo de pelis, cómics e historias de fantasía y ciencia ficción. Un tío cuyo mayor problema es su incapacidad para rapar con las jevitas (si les cuesta seguirme, no saben lo que les espera...). Cuyo mayor miedo es ser el primer varón dominicano que muera virgen.
Pero la historia de Óscar es también un pretexto para dar un repaso a muchas otras cosas en clave dominicana: De un lado, el infausto recuerdo de la negra etapa de la dictadura de Trujillo , aquella que también recogía Vargas Llosa en magnífica La fiesta del Chivo (a la que el autor de la novela le manda un par de andanadas). Y también y sobre todo para hablar del papel y de la fortaleza de las mujeres, ejemplificadas aquí por la tía, la madre y su hermana Lola.
No quisiera extenderme más. A pesar de saltarse todas las reglas y alguna más, de mezclar registros, idiomas. De utilizar como recurso narrativo las notas al pie o de disponer la historia en una caótica sucesión de capítulos, el libro es fokin bueno. Jodidamente tierno y terrible a la vez. Como la historia, supongo, de muchos que han tenido que emigrar a los USA. Incluso puede que del autor, que escribe una obra dominicana hasta la médula...en inglés.
Pero como se diría en el libro, Igual es la maldición de la RD, el fukú. O igual es la puta vida.
Ah. Y les juro que sólo después de leerlo me enteré que había ganado el Pulitzer en 2008. Palabrita.

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