Ver La La Land es entrar en una experiencia maravillosa en la que se cruzan los sueños, el camino para llegar a ellos y la imposibilidad para hacerlo junto a la pareja que amas. Y el jazz como música de fondo, por supuesto. Si juntamos todos estos ingredientes, tenemos una película que así como brilla e inspira, conmueve e intimida.
En verdad es genial ver cómo un personaje -en este caso Sebastian(Ryan Gosling)- proyecta el amor hacia el arte que más le entusiasma, como es el jazz -dicho sea de paso, si el jazz no encuentra su resurgimiento tras esta película será culpa de todos nosotros, no del director y escritor Damien Chazelle que, claramente lo ama y exige una revaloración del género-. Pero además, al pianista Sebastian le importa un comino lo que digan los demás. Él resplandece tocando jazz, pese a que ya nadie le interese escucharlo. Destacable la influencia que ejerce en Mia(Emma Stone), quien así como duda de su talento como actriz, apoya a Sebastian cuando este menos cree que necesita apoyo.
Así, La La Land es brutal en demostrar el mundo real: ese en el que cuando menos lo crees, ya has sido ablandado y absorbido por la mediocridad del sistema. Lo interesante aquí es lo que se sugiere sobre el amor. Porque, en serio, ¿qué diablos comprendemos por ese concepto? ¿Significa unirse junto a una persona para no estar solo? ¿Ceder a la pareja para agradarla? Damien Chazelle dice con La La Land que el amor entre dos personas con ambiciones puede existir, pero dificilmente perdurará. Sin embargo, pese a que lo anterior suene cruel, se convierte en algo hermoso. Porque me atrevería a decir que La La Land antepone la belleza de las cosas ante cualquier situación.
Ni hablar del esplendor visual de la película. Ahí donde resalta el vestuario y atractivo de los protagonistas. Nunca me había agradado Emma Stone y aquí, ¡vaya qué luce bien! Además, no hay ningún conjunto tanto de Emma Stone como de Ryan Gosling en el que no exista una armonía de colores entre los dos. Se podrá criticar la historia de Damien Chazelle -aunque no esté lejos de la más profunda y reflexiva mirada sobre la realización personal y las relaciones amorosas-, pero si algo no se puede negar es que La La Land tiene estilo y buen gusto que refleja en sus colores y canciones, con un soundtrack de jazz muy disfrutable.
La La Land posee un encanto merecedor de estar en la boca de todos por varias semanas y ganar varios premios de las 14 nominaciones en las que competirá en los Oscares 2017. Esto porque ha utilizado como pretexto y fin dos géneros artísticos no precisamente apreciados por una mayoría e incluso caducos, como el jazz y el musical para revaluarlos y contar una historia de amor que también replantea el significado del concepto, en dos actores como Emma Stone y Ryan Gosling que no pudieron compenetrarse mejor. Aunque Damien Chazelle desconcierte y sugiera que la vida va más allá de los sueños conseguidos, lo hace con un estilo tan refinado que, por extraño que suene, deja agradables sensaciones.