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Tiempo de lectura: 4 minutosEn el verano de 1937 la situación entre Japón y China era ya insostenible. El inicio de la guerra no debió sorprender mucho a ninguno de los dos bandos, es evidente que ambos esperaban el conflicto, y así lo manifestaron el 7 de julio de 1937. Las hostilidades comenzaron como unas maniobras militares, se transformaron en un tiroteo entre bandos y acabaron por convertirse en una campaña militar a gran escala que acabaría ocho años después con la rendición de Japón ante los aliados en 1945.
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El incidente del Puente de Marco Polo, protagonizado por tropas chinas y japonesas, marcó el inicio de la segunda guerra sino-japonesa y fue el resultado de las amargas relaciones entre el Imperio Japonés y la República China. La llegada de un conflicto a gran escala debió de ser del todo previsible, ya que durante 40 años los japoneses practicaron una política exterior bastante agresiva que les llevó a arrebatar importantes territorios a China.
La conquista de la potente zona industrial de Manchuria, al norte del continente, fue la gota que colmó el vaso y acabó por dinamitar las relaciones entre ambos países. La inestable situación política de China en el siglo XX impidió que pudiera plantar cara a las agresiones externas, sin embargo, en 1936 las facciones nacionalista y comunista se dieron una tregua para hacer frente a la inminente amenaza, el Imperio Japonés.
La masacre de Nankín
El estancamiento del frente en el norte llevó a los japoneses a abrir una segunda línea de combate desembarcando en Shanghai, en el centro de China. Tras duros combates los soldados imperiales tomaron la ciudad y pusieron rumbo a la capital china, Nankín. Los inexpertos soldados chinos no pudieron contener la ofensiva nipona que el 13 de diciembre de 1937 acabó tomando la ciudad.
Esta fecha marca el inicio de uno de los acontecimientos más oscuros y controvertidos de la historia reciente. Desde la caída de la ciudad, y durante seis semanas, las tropas japonesas gozaron prácticamente de carta blanca en lo que se refiere al trato que ofrecieron a la población civil. La creencia nipona de la superioridad de la raza japonesa sobre la china, el rumor del camuflaje de soldados entre la población civil y el pánico a una sublevación en retaguardia llevaron al Ejército Imperial a actuar de forma extremadamente violenta con la población.
Desde mediados de diciembre y hasta finales de enero se extendió por las calles de la ciudad un frenesí de violencia que incluyó el pillaje, los asesinatos y las violaciones masivas. Finalmente, las acciones del ejército se hicieron públicas y dañaron seriamente la imagen internacional de Japón, conmocionando a la opinión pública mundial que fue testigo de la barbarie y el genocidio que el gobierno japonés estaba permitiendo en China. Estos hechos obligaron al gobierno nipón a detener los actos masivos de violencia contra la población civil en Nankín, sin embargo, el daño ya estaba hecho.
La rendición de Japón en septiembre de 1945, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, puso el punto final a la ocupación japonesa de China. Una vez finalizada la guerra, los países que fueron víctimas del imperialismo japonés pidieron justicia.
Así pues, se formó un tribunal internacional, claramente inspirado en el proceso que juzgaba a los jerarcas nazis en Nuremberg, con el fin de otorgar justicia y esclarecer quienes fueron los culpables de la expansión japonesa por Asia y el Pacífico, así como por los diferentes actos de violencia que el Ejército Imperial perpetró durante dicha expansión.
Este proceso sentó en el banquillo a los principales líderes políticos y militares de Japón, de las décadas de 1930 y 1940, que sobrevivieron a la guerra. La sentencia, que incluyó nada más y nada menos que 300.000 asesinatos y 20.000 violaciones, cayó sobre los procesados en forma de pena capital. No obstante, el proceso excluyó a otros personajes de alto rango implicados en los hechos.
Estas acciones han provocado ciertas inquietudes sobre la validez del proceso judicial de Tokio y han impedido a China y Japón acercar relaciones, y cerrar heridas, generando un debate histórico que sigue siendo un punto de fricción entre ambos países hasta el día de hoy.
Autor: Ignacio Renau Fenollar para revistadehistoria.es
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- Beasley, W. G. (1995): Historia contemporánea de Japón, Madrid, Alianza Editorial.
- Beevor, A. (2014): La Segunda Guerra Mundial, Barcelona, Pasado & Presente.
- Frèches, J. (2006): Érase una vez China: de la antigüedad al siglo XXI, Pozuelo de Alarcón, Espasa Calpe.
- Gomà, D. (2011): “La vergüenza de Hirohito: la matanza de Nankín”, Historia y vida, no. 520, pp. 70-78.
- Hart, G. K. (2018): “The Nanking massacre on Gum Cards: The Blony Horrors of War Series”, The Journal of American Culture, vol. 41, no. 2, pp. 188-202.
- Zhu, W. (2008): “Tokyo trial and Nanjing massacre”. Frontiers of Law in China, vol. 3, no. 3, pp. 325-352.
Para saber más
- Chang, I. (1997): The rape of Nanking: The forgotten Holocaust of the World War II, New York, Basic Books.
- Ciudad de Vida y Muerte (2009). Hong Kong, China: Chuan Lu.
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