"La venganza es el manjar más sabroso
condimentado en el infierno."
Walter Scott
Mario Bava, es uno de esos directores míticos dentro del cine fantástico y terror italianos, aunque formado como artista plástico, no se demoró en incursionar al "mundo del cine", primero como camarógrafo, más adelante como director de fotografía y finalmente con La máscara del Demonio, tuvo la oportunidad de dirigir su primera obra en solitario. De todas formas, no se puede dejar de lado, que su apellido, es esencial en la cinematografía italiana, su padre Eugenio, fue director de fotografía de dos de las películas más importantes del cine mudo italiano: Cabiria y Quo Vadis?, así como por su trabajo en escenografías y efectos, sin dejar de lado a su hijo Lamberto, importante para los subgéneros y el cine de terror. Tampoco podemos olvidar que Mario Bava junto a Dario Argento, fueron los padres del Giallo, e influencia para el slasher, y que su obra ha marcado en diversos géneros del cine.
Escrita en conjunto por el propio Bava, Ennio de Concini y Mario Serandrei, tomando un relato de Nikolai Gogol (El Viyi), el cual nos acerca a la Rusia Medieval, la brujería, la inquisición y un cuento de venganza y amor que durará por varios siglos.
La película inicia con la ejecución de una pareja que practica la hechicería, la bruja (Barbara Steele) antes de recibir su máscara de castigo, jura venganza; cuando sus ataúdes son encontrados, dos siglos después, y retiradas dichas máscaras e iconos de protección sembrarán el terror en la pequeña comarca en la que fueron sacrificados, y los herederos del maleficio, también sufrirán las consecuencias.
Con muchos referentes al cine de vampiros, un doble papel de Steele, como la bruja y la inocente joven, y una serie de estereotipos narrativos y de construcción de personajes, se va desarrollando este relato de aíres góticos, amores a primera vista y rocambolescas venganzas.
Si bien la película se queda corta en el guión, es en su parte visual y fotográfica, donde tiene mayor resonancia, esto se debe al trabajo del propio Bava, que realiza la fotografía, y logra generar ese aire gótico, artificioso, en el mejor sentido de la palabra, con su brumosa y decadente estética de pasadizos, bosques y lúgubres terrenos, por los que se desplaza una cámara entre marcados zooms y angulaciones. La obra fotográfica de Bava, además de su estilización, tiene un logrado manejo de los planos, principalmente la secuencia inicial, y cuando hace aparición el personaje de Katia, obviamente los claroscuros, las sombras y el rostro de Steele, son los puntos más fuertes en el diseño del director italiano.
La música de Nicolosi y Baxter, aunque funciona en su estilo, no es tan imponente como el trabajo fotográfico, y en algunos puntos peca en su uso.
El trabajo de montaje es bastante elaborado, y se ajusta al mismo molde fotográfico, pausado, sobrio, sin negar sus trucajes y manipulaciones, propias del género, que se ajusta al mismo diseño sonoro, uno tan imponente como la fotografía, y casi que un recurso de gran importancia en esta obra.
Aunque las actuaciones son exageradas, destaca el trabajo de Steele, por su doble papel, y el de Andrea Checchi, posiblemente el que mejor lo hace de todos los que aaprecen en la obra; de resto no hay mucho que destacar.
Uno de esos trabajos que se han convertido de culto, y con justa razón en su parte visual, aunque errático en su guión y en la misma parafernalia del estilo; aun así, un trabajo que destaca a nivel fotográfico, que desde su inicio engancha, y aunque va perdiendo fuerza, logra envolver en su aura de decadencia y romanticismo decimonónico.
Zoom in:Primer trabajo en solitario de Bava
Montaje Paralelo: Brujería - Vampiros