Desde que soy madre, soy mucho más creativa. Creo firmemente en que la maternidad y la crianza nos hace ser personas mucho más creativas que antes, por el simple hecho de que hay que ir resolviendo problemas que van a pareciendo (me temo que cada vez más complicados) y para los que hay que echar mano de soluciones imaginativas, novedosas y prácticas.
Supongo que ya era antes creativa, pero lo he potenciado: es algo que se trabaja y se desarrolla, más aún si se practica a diario y en todas las facetas de nuestra vida. Por eso, creo que los padres y madres tienen un plus de creatividad y de sentido práctico por el que las empresas deberían estar frotándose las manos cada vez que nos emplean, pero ese es otro tema.
La crianza da lugar a muchísimas oportunidades para desarrollar nuestra creatividad, aunque yo he identificado tres principales:
LA RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS:
Aquí está la madre del cordero de la crianza. Hay situaciones en las que no queda más remedio que salirse por la tangente para no caer en un bucle de lloros y reproches, y para eso hay que tener la cabeza fría y responder rápidamente con creatividad para salvar la situación. Un ejemplo: el niño está cagado con el pañal hasta arriba mientras ve los dibujos pero no quiere cambiarse. Después de esperar un rato para que él avise y se siga negando, y aquello amenace con desbordarse, podríamos cogerle a la fuerza para llevarle al cambiador, pero entonces entraríamos en una rabieta. Si no hay tiempo de explicaciones, todo se soluciona cuando viene el avión súper rápido que le coge al aire y se lo lleva volando por la casa amenazando con chocarse con varios edificios antes de planear sobre el pañal nuevo.
Para entonces, ya se le ha olvidado que estaba viendo los dibujos, que no quería que le limpiaran el culo y hemos ahorrado una bronca. Recurrir a las cosquillas, al cambio de tema o al cuento metido con calzador en cualquier situación complicada nos ahorra decenas de broncas diarias. Obviamente hay situaciones que no dan más de sí, en las que falta la paciencia o es necesaria una conversación seria, de esas necesarias para ayudar al niño a desarrollar su cerebro; pero si no, es buenísimo recurrir a la imaginación y al humor.
EL JUEGO:
El juego es pura creatividad en los niños. No hablo aquí de interferir en su juego, de condicionarlo ni de meternos en él, sino del juego entre padres e hijos, que también es muy necesario para todos. Ayer pasé una tarde divertidísima con mi hijo, con momentos de esos que el estrés del trabajo y las obligaciones diarias me habían hecho olvidar. Pasamos cerca de unos columpios vacíos y de pronto me vi inmersa en una carrera de toboganes, inventando distintas formas de tirarnos como animales y haciendo el loco entre las carcajadas de mi hijo.
Tan bien lo pasábamos, que se nos unió una niña aburrida que andaba por allí sola. La cara de alegría de mi hijo antes de dormirse cuando le recordé lo que habíamos disfrutado valía todo el dinero del mundo. Y lo mejor es que pasé una de las tardes más divertidas desde hacía tiempo. Ir al parque a hacer de niño, y no de madre que sujeta el abrigo y el bocadillo mientras anima a su hijo a tirarse de nuevo del tobogán, es la mejor terapia del mundo para olvidarse de los problemas. Y para disfrutar del todo, nada como echarle imaginación.
¿Qué habrá en ese agujerito? Y ya tenemos una historieta para contar.
LA COMUNICACIÓN:
Comunicarse con un niño pequeño y que no habla te hace echar mano de todo tipo de recursos para afrontar el día a día. En esta casa, sabemos bastante de ello. Mi pequeño, que va camino de los tres años y apenas dice palabra, se las ha agenciado de tal forma que no necesita hablar para solucionar su día. Él ha buscado soluciones inteligentes para hacerse entender y que consiga todo lo que quiere, y nosotros no podemos hacer otra cosa que darle al coco para entender qué quiere decirnos.
Sin ir más lejos, el momento en el que le pido que elija un cuento para leer antes de ir a la cama se ha convertido en el juego mudo de las películas. Ahora sé que si mueve los brazos como si tocara un violín quiere el de ‘La cigarra y la hormiga’, y que si me dice miau y se toca el pie, está pidiéndome ‘El gato con botas’. Aquí quien ha dado rienda suelta a la creatividad en su máximo exponente ha sido él, pero también nosotros tenemos por delante una buena labor de adivinación para que nos entendamos día a día.
Cada cosa tiene su gesto y su sonido, así que a veces es verdaderamente difícil unir todos los cabos y que no se te escape el significado. Y para eso, creatividad al canto: tengo que olvidarme de cómo pienso yo y tratar de pensar como lo hace un niño de su edad. Cualquiera diría que en esta casa no se habla, es que además estamos todo el rato contándonos cosas. Los estudiosos del lenguaje y la comunicación no verbal se lo pasarían pipa en esta familia.
¿Eres tú también ahora más creativo que nunca?