Revista Infancia

La media hora sagrada antes de ir a dormir

Por Aguamarina Maribel Jiménez
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¿Cómo se duermen cada noche tus hijos? ¿Les acompañas antes? ¿Tenéis algún ritual o hábito establecido? ¿Es un momento especial de conexión y de presencia? ¿Es un momento relajado o de estrés y prisas?

Cómo un niño se va a la cama por la noche tiene una repercusión directa en la calidad del sueño y en cómo afrontará el día siguiente.

Hace unos días en una de las reuniones pedagógicas con los maestros de S. el tutor nos hablaba de la importancia de acompañar a los niños/as la media hora antes de ir a dormir. Es un momento muy especial del día que merece que le prestemos atención.

Los niños viven sus días con gran intensidad, muy conscientes del aquí y del ahora, así que a la hora de despedir el día, y antes de que se vayan a los mundos sutiles, es importante acompañarles de la manera más amorosa y relajada posible. Esto debería formar parte de nuestro ritmo diario, del que más de una vez te he hablado.

La importancia del ritmo en el hogar

En todas las familias se repiten determinadas acciones a lo largo del día como: levantarse, vestirse, comer, dormir…

Un niño/a pequeño, que no es capaz de controlar nada de lo que acontece en su vida y está a merced de sus cuidadores, siente seguridad y sostén cuanto más previsible sea el transcurso del día para él.

Es a través de las actividades que se repiten regularmente en el hogar (comer, dormir, otros hábitos de la familia…) como ellos adquieren poco a poco una idea del tiempo y pueden conocer y comprender la vida.

El ritmo les ofrece una sensación de armonía y por tanto, ausencia de caos.

No se trata de establecer rutinas o hábitos demasiado rígidos,  en ese caso correremos el peligro de que los niños se sientan “encajonados”, si no más bien de ofrecer un ritmo ligero, alegre y relajado, siguiendo como propone la pedagogía waldorf, cambios expansivos y de concentración, como marcando un tempo en la respiración del hogar: estar fuera y dentro, comer y no comer, ordenar y guardar las cosas, ensuciar y volver a dejarlo todo limpio…

El ritual de ir a dormir

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Los rituales, entendidos como hábitos regulares, pueden ocupar un lugar especial de la vida familiar.

Como dice Paulien Bom en su libro “Las verdaderas necesidades de los niños durante la primera infancia”, los rituales sirven para crear una atmósfera de paz y recogimiento. Durante estos instantes la vida cotidiana se para un momento, nos ayuda a centrarnos, a conectar, y a poner la atención necesaria en ese momento familiar.

A los niños les gustan los rituales, su carácter plástico y lo que transmiten, y en general cualquier tipo de repetición.

Fíjate que hace poco leí un estudio en el que se llegó a la sólida conclusión que no son los grandes momentos de la familia (como viajes importantes, vacaciones, regalos caros…) lo que recordamos con cariño siendo adultos, lo que recordamos en realidad son los rituales y hábitos en los que papá y mamá participaban en nuestro día a día. Esto es al final lo que permanece, lo que nutre emocionalmente a nuestros hijos.

Cada familia puede inventar sus propios rituales según sus preferencias, que pueden ser muy sencillos, así  por ejemplo antes de comer algunas familias dirán alguna oración, otros (como nosotros, mira el post: nuestro ritual en la mesa) encenderán una vela con una canción cortita o simplemente mantendrán un momento de silencio.

No se trata de qué se hace, sino de cómo se hace y con qué atención y participación interior se está en ello.

Pero esto cobra especial relevancia a la hora de ir a dormir. El ritual de ir a dormir debería ser sagrado.

No solo será algo que quedará grabado en el corazón de nuestros hijos, y será un recuerdo calentito al que podrán recurrir cuando sean adultos, sino que facilitara su descanso y ayudará a que el día siguiente puedan afrontarlo con alegría y bien equilibrados.

Propuestas para el ritual de ir a dormir

Como te decía antes, cada familia debe encontrar su manera de hacer, pero aquí van algunas propuestas que podrán inspirarte. No se trata de hacerlo todo ni mucho menos, ya te he comentado que los rituales no deben ser rígidos, pueden ser flexibles en función de cómo ha avanzado el día.

Y sobre cuánto tiempo dedicarle, creo que media hora es un tiempo más que adecuado (es lo que nosotros dedicamos aproximadamente desde que empezamos a prepararnos después de cenar hasta que S. se dipone a dormir o se queda dormida. Normalmente al minuto de acabar el poema ya está dormidísima). Pero en todo caso ¡no menos de 15 minutos de presencia por favor!  

(1) Preparación previa: higiene, pijama y ambiente

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Cuando acompañamos a nuestra hija a dormir (normalmente nos turnamos, un día F. y otro día yo), después siempre de cenar, vamos al baño: pipí, dientes y luego vamos a ponernos el pijama, que cada mañana dejamos doblado bajo la almohada. La ropa del día la dejamos bien colocada sobre la silla.

Después cerramos las persianas de su habitación, encendemos una luz tenue (tenemos una lámpara que se puede graduar en intensidad, y también encendemos a Lilou, una lámpara quitamiedos que además es difusor de esencias, te la enseñé aquí). Entonces ya es hora de sentarse en la cama para despedir el día.

(2) Hacer un resumen de cómo ha ido el día

Ahora podemos dedicar un par de minutos a hacer un análisis de cómo ha ido el día, de lo que hemos hecho, aprendido,… siempre intentando mostrar la parte más positiva de todo.

No se trata de preguntar ni de hacer hablar al niño/a, al contrario, es simplemente ofrecerle un pequeño resumen de la jornada.

Esto sirve muchísimo para todos, para empezar porque nos re-sitúa y podemos darnos cuenta del nivel de mirada y presencia que hemos tenido durante el día con nuestros hijos. Los niños necesitan sentir que somos testigos de su vida y que nos damos cuenta de las cosas que les ocurren en su día a día.

Y por otra parte, les ayuda a acabar de procesar lo vivido, y soltarlo de su pensamiento, para poder descansar con más tranquilidad.

(3) Un pequeño masaje

Si el niño/a está muy activo y no tiene ganas de ir a dormir, una buena manera de calmarlo e invitarlo al recogimiento es hacerle un masaje por las piernas.  Puede ser incluso por encima del pijama y los calcetines, haciendo un masaje de presión profunda, especialmente en pantorrillas y pies. Verás cómo le calma.

Si aún así no es suficiente, siempre podemos utilizar algún recurso de relajación y/o meditación. El nuevo libro de Arturo Solari “Más allá de las estrellas” es un recurso extraordinario para ayudar a los niños a calmarse y relajarse. Además incluye el CD con las meditaciones y una de ellas es precisamente para el momento de antes de ir a dormir.

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(4) El momento del cuento

Uno de los mayores beneficios de leer un cuento a un niño/a es ese instante de atención exclusiva que le regalamos, algo que todos los niños/as agradecen y aprecian.

Además los cuentos calman y aportan bienestar, y ofrecen grandes oportunidades para aprender (vocabulario y lenguaje, estimulan habilidades como atención, memoria,…, inspiran al juego libre, despiertan la imaginación, promueven la interiorización de imágenes, etc.).

Por eso es tan recomendable leer un buen cuento antes de ir a dormir.

En realidad cualquier cuento adecuado para su edad, y que sientas que puede gustarle a tu hijo puede ser una buena opción, aún así, los cuentos de hadas son en todo caso un gran tesoro muy recomendable (En el post: Los cuentos de hadas, un tesoro para niños y niñas, te lo expliqué con detalle).

Hace poco hemos incorporado a nuestra biblioteca familiar un recopilatorio de cuentos de los hermanos Grimm que es una edición de lujo tan especial que todavía estoy alucinando de haberla encontrado. Es de la editorial francesa Taschen e incluye 27 de sus cuentos más famosos, todos ilustrados con grandes artistas desde hace más de 200 años. Es un libro preciosísimo, que vale la pena tener en cualquier biblioteca familiar.

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Por otra parte, además de los cuentos propios de la estación, que ya sabes que siempre recomiendo (mira nuestras propuestas para primavera), hay algunos cuentos que son más específicos para leer por la noche porque invitan más al descanso. Dos que nos gustan mucho en esta línea son de la editorial ING edicions:

“Jacob, el gnomo de los sueños”

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En él conocemos a Jacob, el gnomo encargado de repartir la arena de los sueños para que los niños y niñas del mundo puedan dormir y descansar plácidamente. Es un cuento precioso, mágico, ilustrado de forma muy dulce.

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“Te quiero mucho, Pequeño Dormilón”

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Este cuento con bellas ilustraciones y pequeños poemas a modo de canciones de cuna, es otro de nuestros favoritos últimamente.   Podemos contemplar cómo despiden el día animales de todo el mundo, acurrucadas en su nido, mientras sus mamás velan por sus sueños… Maravilloso para niños desde los 2-3 años.

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Ambos los puedes encontrar en nuestro Atelier.

(5) Leer poesía

La poesía con su ritmo y melodía es como la danza musical de las palabras. La poesía nos permite expresar sentimientos muy profundos, nos hace más sensibles, más creativos. Nos permite crecer por dentro, ofreciendo además todos los beneficios de los cuentos.

De hecho, se ha comprobado que en comparación con los niños que crecen escuchando solo cuentos infantiles, los que tienen acceso a la poesía “desarrollan mejores habilidades lingüísticas y cognitivas y tienen una expresión corporal más espontánea.” (Fuente: Etapainfantil.com)

En todo caso, un hermoso poema bien entonado es como un arrullo que calma a los niños y les invita a descansar con placidez. Y lo cierto es que a los niños les encanta escuchar poesía, son muy receptivos a esa magia de las palabras.

Así que ¡leamos poesía antes de ir a dormir!

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Podemos incluso escribir nosotros mismos un poema para nuestros pequeños, como se hace en las escuelas Waldorf, destacando sus cualidades y virtudes, también podemos buscar libros y recopilatorios de poesía para niños (mira los que tenemos en la foto), y por supuesto recurrir a los poetas más famosos. 

En casa nos gusta mucho ir incorporando novedades de poemas, como por ejemplo “El Almanaque musical” con un poema muy especial para cada mes, o “Las alas del Avecedario”, un poemario basado en las letras del abecedario y aves muy curiosas que cautiva a niños y adultos, pero también tenemos algunos poemas favoritos de grandes autores como Antonio Machado.

Normalmente recitamos 1 o como mucho 2 poemas después del cuento. Y si es un día que por lo que sea se nos ha hecho muy tarde y no da tiempo al cuento, entonces leemos solo el poema.

¡Descargable! Poemas para antes de ir a dormir

He hecho una pequeña recopilación de nuestros poemas favoritos, todos relacionados con el momento de ir a dormir, que comparto contigo por si te puede interesar incorporar alguno en vuestro propio ritual.

Lo puedes descargar aquí.

(6) Canciones de cuna

El poema podemos sustituirlo por alguna canción o nana, que tienen una función muy similar en realidad. Lo que ocurre es que las canciones de cuna a medida que crecen se pueden quedar demasiado infantiles. Aun así S. a veces me pide que le cante alguna canción de las que le cantaba cuando era más pequeña como: La vaca de Humauaca, Pin Pon, o Los cochinillos se van a la cama, y es otra manera de dar por terminado el día, muy agradable.

(7) Oraciones

También, si es de vuestro agrado, otra opción es recitar alguna sencilla oración. La tradicional “Cuatro esquinitas tiene mi cama…” es una oración muy conocida que ha acompañado a muchos niños y niñas durante generaciones y que es otra manera de entregarse al descanso.

Nosotros no recitamos oraciones pero sí como último instante un deseo de buenas noches dulce y amoroso.

Antes de dar a luz me gustaría publicar varios artículos que tengo en el tintero, estas dos últimas semanas he estado un poco desconectada porque quería estar con S. al máximo en estas vacaciones de Pascua (que han sido las últimas como hija única), pero el mes de mayo (mi último mes de embarazo) espero ir publicando todo lo que tengo previsto antes de mi baja maternal, ¡veamos si lo consigo!

Y como siempre, si tienes alguna duda, sugerencia o comentario, ¡te espero más abajo en los comentarios!

Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
(Antonio Machado)

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