Revista Cultura y Ocio

La medicina de Dr. Feelgood

Publicado el 21 abril 2012 por Ruta42 @ruta42

La medicina de Dr. Feelgood

Robert Kane enseña sus fauces en el concierto de Porta Caeli. Foto de Chusmi10

 

Interludios de salto con movimientos convulsos de caderas, giros de 360º sobre el mismo pie, contorsiones de tobillo, desplazamientos adelante y atrás de cuello. A practicarse durante al menos una hora y media. Puede parecer una de esas sesiones para perder peso, pero nada más lejos. Es la receta que ayer en Porta Caeli prescribieron los incombustibles Dr. Feelgood. Una sesión de rock/blues que a las 120 personas que asistieron, seguro que ayudó no solo a sobrellevar la zozobra del día a día, sino a sudar de lo lindo.

 

Podrá gustar más o menos, podrá conocerse hoy o hace décadas, lo que es seguro, es que quien asiste a un concierto de Dr. Feelgood  no puede quedarse parado. Una función suya vale por varias sesiones en el sudoroso gimnasio.

Los cada vez más maduros aficionados al rock duro que tintó los 70, en este caso acompañado por papa blues, comenzaron a ejercitar tanto orejas como músculos a las 22:40, cuando Robert Kane, cantante, armonicista y sobre todo, showman de los de antes, hizo aparición vestido con una larga americana y una resultona camisa roja, acorde a sus histriónicas muecas, y sus incisivas miradas  que buscaban tano al seguidor como el desmadre inherente al rhythm & blues. El público no falló a la llamada y en Porta Caeli el suelo vibró no solo por los amplificadores Marshall que trajeron consigo los ingleses.

La medicina de Dr. Feelgood

Steve Walwyn en pleno punteo. Foto de Chusmi10

Como si de un guiño a la edad media del público se tratara o, hacia el hecho de que ninguno de los cuatro componentes de la banda estuvieron en la formación inicial, Dr. Feelgood comenzó la noche con Looking Back (mirando hacia atrás). Que todos los retornos sean así.

Desde que sonó el primer compás la música no paró, fueron casi dos horas sin descanso para el entregado público. Sin respiro también para  Steve Walwyn quien con su fender squire classic dirige con mano virtuosa el sonido de la banda. Un guitarrista aguerrido con evidente vocación de blues. En mitad del concierto le dejaron  solo, para sacar la apisonadora bluesera y ofrecer un deleite de arpegios y punteos lentos, al más puro estilo chicago. Antes habían revolucionado el cuentakilómetros con clásicos como Roxene, Milk and alcohol, o She’s the middle. Lo que ocurre con una banda mítica de los 70 y 80, que tras cuatro décadas se mantiene repartiendo su ritmo, es que cada canción se convierte en clásica, y así, el público recibe con entusiasmo cada inicio ¿quién sabe cuándo volverán por tierras españolas?

Como el concierto no paró y los temas de Dr. Feelgood cumplen el requisito del rock’n roll, son cortos, les dio tiempo a interpretar 19 canciones. Steve Walwyn terminó con ronchones a modo de armadura por toda la camisa, y el bajista Phill Mitchell reclamando el protagonismo que concentran tanto Kane como Walwyn. Al fondo quedó Kevin Morris, baterista que ayer no estaba para mucha fiesta.   

Llegado el fin del concierto, en el obligado bis, el público, con fuerzas para más Dr. Feelgood, pidió Baby Jane. Los cuatro ingleses se hicieron esperar lo necesario, y, evidentemente, correspondieron la petición. Como el ambiente seguía el incansable espíritu del santarín de Robert Kane, la fiesta se alargó cuatro canciones más. La encargada de parar la maquinaria fue Bonie Moronie Tequila. Y todos contentos porque todo el mundo sabe que no hay mejor reconstituyente que el tequila para sobreponerse a un concierto de Dr. Feelgodd.

La medicina de Dr. Feelgood

Robert Kane en mitad del concierto. Foto de Chusmi10

Eduardo R. Salgado

 


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