El próximo domingo 31 de mayo, y siguiendo con el proyecto para recuperar la memoria de los barrios de barracas que hubo en Barcelona, a partir de las 12 del mediodía se procederá al descubrimiento de una placa conmemorativa para homenajear a todos los que vivieron en ese barrio, uno de los tantos que hubo en la Barcelona de mediados de los cincuenta. La placa se colocará en el tramo de la carretera del Carmel que hay justo delante del grupo de viviendas de Raimon Casellas, conocidas como los “pisos verdes”, junto a una torreta informativa con fotografías y textos explicativos.
De entre todas las zonas barraquistas de Barcelona, la de Can Baró i el Carmel fue una de las más activas a nivel reivindicativo. A lo largo de su historia fueron muchas las movilizaciones que se llevaron a cabo a nivel vecinal con la finalidad de conseguir mejoras en las condiciones de vida del barrio (tales como la llegada de la luz eléctrica y la recogida de basuras), así como un realojo cualitativo de las familias en pisos del mismo barrio, frente a los de carácter masivo que se estaban llevando en otras zonas de la ciudad. Esa lucha acabó dando sus frutos cuando en 1984 se entregaron los “pisos verdes” y se pudieron abandonar las barracas, que desaparecieron definitivamente en 1990.
Ese núcleo, situado junto a una de las pronunciadas curvas de la carretera del Carmel, y en la falda del acceso hacia la zona de los Cañones, se conocía con el "El Santo" y llegó a albergar hasta 135 barracas de las 570 que, según las estadísticas, había en esa zona hacia 1956. Ese apodo me ha hecho recordar que durante uno de mis paseos por esa zona de Barcelona, vi grabada la imagen de ese famoso personaje televisivo de los sesenta en una de las fachadas de las actuales viviendas, y ahora creo entender el porqué.
Vista aérea. Barracas del Carmel, años 70s. [Foto: Arxiu Patronat Municipal de l'Habitatge de Barcelona]
A pesar de que el fenómeno del barraquismo ya existía desde finales del siglo XIX, fue entre mediados de los cincuenta y principios de los sesenta del siglo XX cuando se convirtió en un verdadero problema para la ciudad. Hasta un 7 % de la población (alrededor de 100.000 personas) llegó a vivir en barracas de manera habitual, principalmente a causa de las grandes inmigraciones y a la falta de vivienda que había para acogerlas. Los núcleos de barracas se extendieron por la zona litoral, la montaña de Montjuïc, a ambos extremos de l’Eixample y al pie de Collserola y de las diferentes colinas de la ciudad.
La erradicación de esos barrios y el realojamiento de sus habitantes fue uno de los objetivos de los diferentes alcaldes, aunque sería necesaria la llegada de la Democracia y de los Juegos Olímpicos para que se tomasen las medidas necesarias para solucionarlo. El trabajo fue largo en el tiempo y se desarrolló en diferentes fases, que los que hoy tenemos cerca de los cincuenta años recordamos a duras penas. En 1952, con motivo de la celebración del Congreso Eucarístico Internacional, se demolieron las que había a la altura de la avinguda Diagonal en Les Corts, y en 1964 le llegó el turno a las de Maricel en Montjuic para construir el Parque de Atracciones. Pero todavía habría que esperar a finales de los setenta para que desaparecieran las del Carmel, las de Can Tunis (por la construcción de la Ronda Litoral) y las de la zona litoral, primero debido a la urbanización del paseo marítimo y, finalmente, por los cambios urbanísticos que trajó la Barcelona del 92, momento en que desaparecieron los últimos núcleos que quedaban en la zona de Sant Martí. Actualmente, el rastro de los lugares donde había habido barracas se ha borrado (a excepción de pequeños elementos como el montículo de Raimon Casellas o las baldosas de los Cañones), pero las historias de sus gentes permanecen vivas en la memoria de los barceloneses que vivieron allí.
Por ese motivo, desde hace un tiempo una comisión ciudadana para la recuperación de la memoria de los barrios de barracas de Barcelona está llevando a cabo diferentes actuaciones para dar visibilidad a esa parte de la historia de la ciudad, que comenzaron en marzo de 2011 cuando se recuperó de manera oficial el nombre de la Platja del Somorrostro, seguidas de exposiciones, charlas y presentaciones de libros sobre el tema. Actualmente, se están centrado en la colocación de placas conmemorativas en los lugares donde habían estado los principales barrios barraquistas, celebrando actos sumamente emotivos y multitudinarios, con la asistencia de muchos de los vecinos que vivieron allí.
Se han diseñado dos tipos diferentes de placas: cuatro de gran formato, para señalizar los núcleos más grandes de barracas (la zona litoral junto a la Platja del Somorrostro, la zona de Can Valero i Tres Pins en Montjuïc, la parte superior del Turó de la Rovira, en donde el Museu d’Història de Barcelona ha estrenado un espacio interpretativo, y el barrio de la Perona) y siete más pequeñas para colocarlas en núcleos menos extensos. Por el momento ya se han colocado cinco de ellas:
25 de noviembre de 2014, placa en la Platja del Somorrostro.
22 de febrero de 2015, placa frente al Edifici Forum, donde había estado el barrio de barracas del Camp de la Bota.
22 de marzo de 2015, placa en la calle de Carmen Amaya, para homenajear a los que vivieron en las barracas de Rere Cementiri.
12 de abril de 2015, placa en la calle Nou de la Rambla esquina passeig de Montjuic, en recuerdo del barrio de barracas del Poble Sec.
25 de abril de 2015, placa en la plaça Angel Pestaña, para homenajear a los vecinos de la zona de barracas de Santa Engracia, en el barrio de la Prosperitat.
[Foto: Memòria dels barris de barraques de Barcelona]
Una vez colocada la placa de este próximo domingo, está previsto que la séptima sea la de la zona de barracas de la Diagonal y Santa Gemma en Les Corts, que vendrá a completar un mapa de memoria que, en un futuro, se extenderá a las zonas del Hospital de Sant Pau, Can Tunís y otros puntos pendientes de determinar, pero que ya se nos irán desvelando.
Para los que nos gusta recorrer la ciudad siguiendo ejes temáticos, las diferentes ubicaciones de estas placas puede ser una buena excusa para ir descubriendo, recordando y comparando con su aspecto actual, aquellos lugares que conformaron la imagen de ciudad informal que tuvo Barcelona, desde tiempos de la postguerra hasta que acabó siendo olímpica.
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