Muchas traducciones de los textos del Buddhaharma afirman que la vida es sufrimiento. Pero no es una traducción certera. La vida incluye sufrimiento, porque no podemos obviar que existe la risa, las flores y las tardes de café con las personas que amamos; y miles y miles de cosas maravillosas.
Esta vida super conectada que tenemos hace que el sufrimiento no nos deje en paz ni un segundo. Tanto los medios de difusión, así como nuestra adicción a las pantallas, nos mantienen en angustia, odio y miedo de tiempo completo. Si nos inyectamos en la mente contenido de miedo, violencia y quejas de otros hasta porque voló la mosca; no podemos esperar que la vida se mire por lo que es.
Muy pronto nuestra relación con el universo es justo de miedo, violencia y quejas. Las personas que se mudan a ese mundo se la pasan mal y no encuentran la salida de la oscuridad.
Esta sensación de miedo y rabia constantes nos hacen gritar en protesta ¿hasta cuándo cambiarán las cosas? ¿Por qué nadie hace algo? ¡Nos estamos muriendo!
Buscamos el cambio automático del status quo, sin ver que la vida no es tan oscura y olvidamos mirar la enorme cadena de causas y efectos que nos han traído hasta aquí.
Asumimos que lo que está mal del universo son todos los que no hacen lo que queremos. Buscamos venganzas y culpables, sin ver el impacto que nosotros mismos creamos para el universo.
Pero todo esto no es otra cosa que el resultado de mentes no entrenadas. Mentes que se abrazan a los juicios, al rechazo de la vida como es y a que sus expectativas no son cubiertas por nada ni nadie del mundo.
Para Shakya-sama, la mente no entrenada es la causa última de la insatisfactoriedad. Es como tener un mono salvaje en la mente que solo reacciona, sin pensar y sin ninguna especie de compasión. Esta enseñanza es tan medular, que es con la que abre el Dhammapada, uno de los libros más importantes para el budismo del mundo.
En el primer capítulo, La Mente, el Buda nos dice:
Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su fundamento y son creaciones de la mente. Si uno habla o actúa con un pensamiento impuro, entonces el sufrimiento le sigue de la misma manera que la rueda sigue la pezuña del buey.
Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su fundamento y son creaciones de la mente. Si uno habla o actúa con un pensamiento puro, entonces la felicidad le sigue como una sombra que jamás le abandona.
Entender este poder de la mente es central para estudiar las palabras del Venerado Por el Mundo. Aunque él dejó cientos de enseñanzas, la mayoría apuntan a la práctica de Zazen.
Este enfoque en la responsabilidad de nuestros pensamientos y emociones hace que el budismo sobresalga de entre todas las vías espirituales.
A veces parece que la mente está en nuestra contra, pero si aprendemos a escucharla y a dejar que no se aferre a los pensamientos, la libertad llega.
Transformar la basura que produce la mente egocéntrica, en ecuanimidad con la práctica Zen, es el secreto de la vida.
Los problemas sociales seguirán, por supuesto. Los retos sociales y los políticos corruptos no se extinguirán. Pero sí cambiaremos nuestra relación con todo lo que sucede.
Con una mente entrenada y en paz, tomamos decisiones virtuosas, desarrollamos un corazón compasivo que hace mejores sociedades. Este es el secreto de la vida y lo que el Buda enseñó.
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