Revista Arte
La mente reflejada en un lienzo, el primer fotógrafo del Arte, su mecenazgo y su extinción.
Por ArtepoesiaLa aristocracia inglesa cuenta entre sus altos honores la conocida Orden de la Jarretera, implantada en 1348 por el rey Eduardo III. Según cuenta una leyenda, mientras el rey bailaba con su suegra, la condesa de Salisbury, tuvo ésta la mala suerte de perder una liga azul, cayendo la misma al suelo ante la posible mirada de todos. El rey, muy decidido, la cogió y se la colocó a sí mismo, diciendo entonces: Deshonrado sea quién piense mal. Afirmó después que haría de la jarretera -parte del cuerpo que lleva esta liga sujetada por una hebilla a la media- algo tan famoso que todos quisieran poseerla. Siglos después, un caballero inglés tuvo la gran fortuna de unirse en matrimonio a una importante, rica y única heredera del ducado de Somerset.
Hugh Smithson (1714-1786) acabó convirtiéndose, gracias a su ilustre esposa, en el primer duque de Northumberland -en su tercera creación a lo largo de la historia de ese ducado-, y así beneficiarse de todas las prebendas del mismo, incluso la de pertenecer a tan curiosa e importante Orden de Caballería inglesa. Cambió su apellido por el de Percy, perteneciente también a tal distinguida familia marital. El duque tuvo además un hijo ilegítimo, James Smithson (1765-1829), famoso químico y mineralogista, y el cual decidió donar a su muerte toda su fortuna a la recién creada nación norteamericana. Desde 1835 el gobierno estadounidense pudo disponer de la fortuna y en 1845 creó la Institución Smithsoniana, una de las más importantes corporaciones museísticas y científicas del mundo.
Pero, fue Hugh Percy un gran mecenas de las Artes y de las Obras. Contribuyó a la construcción del puente de Westminster en Londres en 1740, además de patrocinar a importantes pintores de la época. Uno de ellos fue el veneciano Canaletto (1697-1768), representante del llamado Vedutismo, tendencia pictórica paisajista y urbana, con un marcado enfoque panorámico, casi precursor de lo que sería un siglo después la imagen fotográfica. En Venecia, Canaletto utiliza incluso procedimientos como la cámara oscura para obtener la perspectiva conforme a la imagen panorámica proyectada. Sus matices, sus detalles, su perspectiva, además, le hacen merecedor de la imagen, impresa casi, en el lienzo; así como de la peculiar y precursora manera de dibujar en el exterior completamente la obra, no en el interior de los estudios, como era habitual por entonces.
Canaletto se marchó a Inglaterra en 1746, después de alcanzar una fama en Italia extraordinaria. Una guerra, la de sucesión austríaca, obligó a que los nobles ingleses no pudiesen visitar Venecia ni toda Italia. Era una costumbre, ya implantada entre los mismos, de recorrer toda Europa, especialmente los países de mayor bagaje cultural y artístico, para adquirir la formación cultural sofisticada que su rango les obligaba. Estos viajes se denominaron el Grand Tour -un precedente primigenio de lo que acabaría siendo el turismo cultural- y muchos artistas ingleses acabaron disfrutando de sus ventajas itinerantes. Canaletto se dedica en Inglaterra a pintar cuadros de encargo, y acaba sólo creando ya algunas excelentes obras de lo que mejor supo hacer antes, dentro de un estilo menos grandioso que el de su etapa italiana. Incluso, cuando regresó a Venecia en 1756, ya no pudo conseguir aquella técnica maravillosa que le encumbrase.
No volvió a pintar igual, y acabó sus días, aunque nombrado académico en su ciudad, repitiendo sus obras como una copia de lo que fue. Curiosa metáfora de una personalidad artística tan fotográfica, que ya no pudo más que duplicar -como un vil negativo- su trabajo, perdiendo luminosidad, grandeza, fuerza, espacio y talento. Sin embargo, sus obras, dedicadas a su ciudad, aún brillan en los museos y en las estancias de todo el mundo, e iluminan los ojos de los que se absortan al mirarlas, creyendo estar asomados a una ventana intemporal, grandiosa e impresionante.
(Cuadro de Canaletto, Londres visto a través de un arco del puente de Westminster, 1746; Retrato del primer duque de Northumberland, del pintor Joshua Reynolds, 1766; Retrato de James Smithson, 1786, autor desconocido, Galería Nacional de Retratos, Institución Smithsoniana; Grabado con la imagen del pintor Canaletto; Fotografía de la Institución Smithsoniana, Washington D.C.; Fotografía del mineral descubierto por James Smithson, Esmitsonita; Óleo de Canaletto, Venecia, la Piazzetta mirando al sur; Óleo El río Támesis y Londres, 1748, Canaletto; Cuadro de Canaletto, La plaza de San Marcos, 1725; Cuadro de Canaletto, La plaza de San Marcos, 1734; El Gran Canal, Canaletto, 1738.)
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