¿Cuántos Pinochos hay en los actuales tiempos?
Como cualquier otro artículo de consumo, las palabras también se gastan, se deprecian y pierden valor, de suerte que muchas de ellas dejan de utilizarse cuando ya no tienen el mismo impacto de antaño, aunque el diccionario las siga considerando en su significado de siempre.
Una de las causas principales de la depreciación de las palabras es el abuso que de ellas se hace, especialmente con la mentira. Muchos de los vocablos que atañen a la moral, por ejemplo, perdieron eficacia desde el siglo 18, cuando los moralistas empezaron a ser seriamente cuestionados por predicar con palabras una cosa, y con sus hechos, otra.
Los últimos pontífices romanos, por ejemplo, se han ocupado cada vez con más frecuencia en pedir perdón, a nombre de la Iglesia, por errores cometidos por ésta durante siglos. Moralidad, castidad, humildad, honradez, justicia, caridad, fueron conceptos muchas veces tan traicionados por sus predicadores, que acabaron por perder significado.
Pero no sólo en la religión, sino también en la política, específicamente en la mexicana, se abusó tanto de ciertas palabras que hoy nada representan. Los términos revolución social, justicia social, pueblo, bien común, cambio, etcétera, se repitieron demasiado en los discursos, pero con tan escasos beneficios colectivos, que hoy nadie se acuerda de ellos.
Esto mismo ocurre hoy con la palabra honestidad, en la cual basaron sus campañas electorales los políticos del PAN que llegaron al gobierno en 1995, en Jalisco, y en el 2000 en México. Los actuales gobernantes, que asumieron el poder con la promesa de combatir la corrupción, tampoco lo han hecho. La honestidad, por tanto, no puede ser bandera de futuras contiendas electorales cuando lo que falta es demostrarla con hechos.
La cuestión es que, aun cuando muchos conceptos hayan perdido eficacia en determinados campos, esto no quiere decir en forma alguna que los problemas estén resueltos, sino todo lo contrario: la moral pública es hoy más necesaria que nunca, lo mismo que la justicia social, la honradez y el bien común.
Rescatar el significado real de las palabras es un imperativo de nuestros días, pero esto sólo puede lograrse con hechos.
Artículo publicado por el diario La Crónica de Hoy Jalisco en su edición del viernes 18 de julio de 2014.