Un grupo de arqueólogos ha descubierto recientemente miles de edificios mayas, una auténtica megápolis con palacios y pirámides, escondida bajo la selva guatemalteca, en el departamento de Petén, gracias a una revolucionaria tecnología láser. Un descubrimiento que saca a flote otro rastro de una civilización que iluminó América de forma tan fulminante como luego fue su desaparición. Todavía hoy resulta un completo enigma la causa principal del derrumbe de la cultura maya. Un misterio que solo la arqueología puede dar respuesta, aunque sea a base de juntar las piezas del puzle.
El gran estallido cultural de los mayas
Como explica el catedrático de historia Patricio de Blas Zabaleta en el libro "La Empresa de América" (EDAF), en el territorio ocupado por los mayas se han detectado más de 50 importantes poblados del periódico Clásico de esta cultura, que se extendían por zonas de México, América Central y llegó a ocupar 350.000 kilómetros cuadrados. Influidos por los olmecas, la civilización maya se gestó durante el periodo Formativo entre 1.300 y 450 a.C con grandes pirámides, tumbas y edificios públicos. Sin embargo, fue entre el 300 y el 900 d.C, mientras Europa se internaba en la Alta Edad Media, cuando se produjo el gran estallido cultural de los mayas.
Lejos de la imagen de un pueblo campesino organizado en torno a grandes centros ceremoniales, los arqueólogos han modificado sus interpretaciones de los mayas en los últimos años, hasta concluir que alcanzaron gran complejidad urbana. Las rutas comerciales iban de las zonas altas a las bajas, valiéndose de ríos y caminos para desplazar a pulso las mercancías. El resultado era una sociedad estratificada y jerarquizada, con sacerdotes, aristócratas, comerciantes, artesanos y campesinos, al más puro estilo de una metrópoli europea. También se sabe hoy que realizaban cultivos estables y aplicaban técnicas agrícolas complejas (terrazas, riego) más allá de siembras itinerantes y primitivas en plena selva, como siempre se había creído.
La articulación de la civilización maya en ciudades-Estado, encabezadas por reyes todopoderosos, que luchaban y se aliaban entre sí sin llegar a unificarse en un solo Estado, como los incas o los aztecas, recuerda al modelo heleno en Europa. Ninguna ciudad llegó a ser suficientemente grande (los reinos no se extendía más allá de una distancia de tres días de marcha desde su capital) o rica para someter por sí misma al resto, pero aún así existía cohesión cultural entre todas estas urbes.
Fotografía de 1892 del Templo de Kukulkán en Chichén Itzá.
Las pirámides escalonadas, con un habitáculo en la cúspide, suponían la máxima expresión del arte maya. Sin olvidar los imponentes templos, los temescales para los baños de vapor y los palacios y las canchas para el juego de la pelota, que en parte tenían sentido religioso. Como en las divinidades mexicas y toltecas, sus rituales incluían mutilaciones, derramamientos de sangre y sacrificios humanos. La arqueología ha constatado, además, lo avanzado de su nivel tecnológico en sus trabajos en jade y en cerámica y en sus ajuares de bella factura.
Otros mundos ya destruidos
Los mayas contaban con un sistema de escritura jeroglífica, de los pocos plenamente desarrollados del continente americano precolombino, así como una precisión en astronomía que asombra hoy a los expertos. Los códices de París y Dresde constatan informaciones exactas de los ciclos del Sol, la Luna y Venus, de modo que podían predecir los eclipses y distinguían planetas del sistema solar como Júpiter, Saturno, Marte y Mercurio. Su calendario solar era incluso superior al calendario juliano, el que estuvo vigente en Europa hasta finales del siglo XVI. Todo ello fue posible gracias a sus amplios conocimientos matemáticos. Inventaron el concepto cero y un sistema vigesimal, además de realizar cálculos astronómicos de mucha complejidad.
En el siglo IX se produjo el colapso de esta cultura. Los datos señalan que el derrumbe se registró poco después del momento de mayor auge, sin apenas tiempo de percibir un periodo de decadencia como los grandes imperios del mundo. Muchos centros poblacionales fueron abandonados de la noche a la mañana, especialmente en las tierras bajas, las más desarrolladas a nivel cultural. La razón exacta del desastre nunca ha estado clara. Pudo deberse a motivos naturales ( tres sequías prolongadas aceleraron su decadencia), con un agotamiento de las tierras a causa de cultivos muy agresivos; o a consecuencia de una revolución como respuesta a la presión tributaria y a las grandes diferencias sociales. Otra posibilidad es que el derrumbe se debiera al creciente acoso de los poderes vecinos.
Estatuilla de la isla de Jaina que representa a un guerrero maya del periodo Clásico.
Sea de una forma u otra, los mayas vieron con fatalismo la decadencia de su civilización. Como si fueran conscientes de su caída irremediable,esa actitud pesimista fue una de las causas que agravaron su propia crisis. En este sentido, la religión maya creía en la existencia de varios mundos anteriores, ya extinguidos, y en el carácter cíclico de la vida.
Miles de mayas se marcharon de las ciudades tradicionales para fundar otras urbes cercanas a las costas del Caribe, como Mayapán o Tulum, que también acabaron siendo abandonadas durante los siglos XIV y XV tras violentas guerras. En este periodo Posclásico, el poder político se desplazó a la península de Yucatán a través de una visión más militarizada e influida por la cultura tolteca. La llegada de los españoles supuso el golpe final de la cultura maya, que ya estaba reducida a pequeños y pocos reinos.
Fuente | abc.es