Revista Cine
La muchacha del sendero (The little girl who lives downt the lane; Francia-Canadá, 1976)
Publicado el 15 noviembre 2011 por ManuelmarquezAdemás de millones de metros deceluloide, la historia del cine la compone un puñado de historias;historias que, cuando se acogen a una pauta de repetición prolongadaen el tiempo y dispersa en el espacio, adquieren el rango —con todofundamento— de tópico,de lugar común, que todos asumimos como verdad incontrovertible.
Uno de esos lugares comunes es el de ladificultad de las estrellas infantiles para llegar a convertirse enintérpretes adultos con una carrera consolidada. Desde ShirleyTemple a Macaulay Culkin, pasando por nuestros autóctonos (y cañís…)Joselito y Marisol, la historia del cine está plagada de pequeñosartistas que no llegaron a desplegar su carrera más allá de esosprimeros años —en algunos casos, porque la vida, a voluntadpropia, les llevó por otros derroteros; en otros, porque susintentos de consolidarse en el mundo artístico no se vieronacompañados de la fortuna y talento necesarios para ello…—. Perocomo toda regla tiene su excepción, también el cine nos ofrecealgunos casos de pequeños astros que llegaron a convertirse enactores y actrices solventes y apreciados, llegada la edad adulta; y,entre ellos, quizá uno de los casos más significativos, yreseñables, sea el de Jodie Foster. Volveremos a su figura másadelante.
Ahora fijaremos la atención en otrocapítulo curioso y llamativo dentro del universo cinematográfico, yque es el de las películas “raritas”; ésas de las que, lejosdel conocimiento del gran público e ignoradas por casi todo elmundo, resulta difícilisimo encontrar información, para desgraciadel cinéfago revoltoso e impenitente, que siempre se queda con lasospecha de que productos de corte tan bizarro (no necesariamentefalto de calidad, aunque abunde en este rubro el material de niveldeleznable) se encuentran rodeados de circunstancias de toda índole(económica, personal, profesional…) que, a buen seguro,resultarían tremendamente jugosas, pero de los cuales, salvoaquellos que se vieron implicadas en su realización en cualquiera desus fases, jamás llegará nadie a saber. Una pena.
‘La muchacha del sendero’ es una deestas películas “raritas”. Y su protagonista es, como ya habránpodido imaginar, la mismísima Jodie Foster; una Jodie Foster que,con solo trece añitos (los mismos que se atribuyen a su personaje enla película, Rynn, y con los cuales había asombrado al mundogracias a su trabajo en ‘Taxi driver’), ya apuntaba maneras—aunque aún habría de mejorar sustancialmente sus capacidadesinterpretativas—, y soportaba, sin brillantez pero con solvencia,todo el peso protagónico de esta cinta. Una producciónfranco-canadiense de 1976, dirigida por un perfecto desconocido(Nicolas Gessner), cuya trama gira y se desarrolla alrededor de supersonaje: una preadolescente, todo hay que decirlo, bastanterepelente, por mor de sus pretensiones intelectualoides (la chicaestudia hebreo, escucha a Chopin, lee a Emily Dickinson y muestra unainsultante facilidad retórica y argumentativa frente a todo aquel oaquella que se le pone por delante), y alrededor de la cual se tejeuna historia de suspense criminal un tanto curiosa, en la que loscadáveres, aunque carezcan de presencia en escena, se van acumulandocon una naturalidad tan pasmosa como inquietante.
No es un desastre de película ‘Lamuchacha del sendero’, aunque tampoco pase de lo meramente correctoen cuanto a hechuras fílmicas; desarrollada con un ritmo un tantocansino, quizá le falte algo de brío, y, además, su proceso deenvejecimiento no ha sido demasiado benévolo con ella, especialmenteen el aspecto formal, terreno en el que se advierten serias carenciasquizá más fruto de obvias carencias presupuestarias que de falta detalento y habilidad a cargo de sus “ejecutores”, entre los que,además de la omnipresente Foster (aparece en diez de cada nueveplanos…), cabría destacar a un jovencísimo Martin Sheen, tambiénalgo crudito, y que encarna a un odioso acosador de chicas empeñado(con escaso éxito, por cierto) en pasar a mayores con unaprotagonista que luce, en el colmo de su excéntrica precocidad (eincorrección política; una secuencia así sería, hoy día,completamente inimaginable…), hasta… ¡un desnudo integral!¿No les había dicho ya que era una película “rarita”? Pueseso…