Revista Opinión

La muerte de Eric Garner y el resto de cosas que están mal

Publicado el 08 diciembre 2014 por Vigilis @vigilis
Durante estos días y tras la acentuación de la tensión racial después de los sucesos de Ferguson, la muerte de una persona durante su detención en Staten Island ha disparado nuevamente los ánimos y una ola de protestas cubrió los Estados Unidos. Ese país que es admirable por muchísimas cosas, pero no es exactamente un ejemplo de comportamiento en otras muchas. Sin ir más lejos, en el caso que hoy nos ocupa, la muerte de Eric Garner, se deja ver algo muy penoso de la sociedad estadounidense: cómo los progres crean un problema, para después inventarse remedios que aumentan el problema y finalmente, cuando hay una víctima, echarle la culpa a la sociedad, al ambiente, a las normas que ellos mismos defendieron, etc.

La muerte de Eric Garner y el resto de cosas que están mal

Si la mitad del esfuerzo por atraer audiencia la dedicaran a investigar por qué hay guetos y fracaso escolar, en diez años no habría que lamentar este tipo de muertes. Ah, pero aquí lo importante no es por qué murió un fulano, eso parece no importarle a nadie.

El caso concreto que motivó protestas en muchas ciudades fue la muerte de Eric Garner, 43 años, 200 kilos de peso, padre de familia, con antecedentes por delitos menores, con un cuadro de hipertensión y asma crónico, un conocido de la policía del lugar por menudear con tabaco de contrabando. Al resistirse a su detención —en la que hicieron falta media docena de agentes, alguno de color negro, en concreto una sargento de policía de color negro—, el señor Garner fue reducido con una llave, y maniatado en el suelo de la acera. A los pocos minutos fallecía asfixiado. Naturalmente una muerte en esas circunstancias obliga a realizar una autopsia. En esa autopsia el forense apuntó a que la llave en el cuello no provocó la muerte del hombre, se especula con que la asfixia pudo ser provocada por la llamada asfixia posicional: el individuo, asmático y obeso, tumbado boca abajo fue incapaz de aportar el oxígeno necesario a su sangre.
Sí, desde luego que si los seis policías no lo reducen, y en su lugar le dan los buenos días, le dejan seguir vendiendo ilegalmente cigarrillos y se marchan, Eric Garner hubiera tenido una esperanza de vida algo mayor.
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Hubo una vista ante el gran jurado —una cosa que tienen los gringos para evitar el abuso de autoridad y que consiste en reunir a un jurado para que decida si una cosa es juzgada o no— y este decidió que no había caso contra el policía que le hizo la llave en el cuello con la que se inició el proceso de detención (una llave no recomendada por la policía, pero no ilegal, como se suele repetir). A mucha gente esto le pareció una decisión equivocada. No tanto por los detalles del caso sino porque el policía era blanco —un poco morenete, diría yo, se apellida Pantaleo— y la víctima negra. Recordemos que en Ferguson hubo un muerto negro y un policía blanco exonerado.
Es sorprendente y costoso hablar en estos términos para un español que vive en una de las regiones más racialmente homogéneas del mundo. No me siento capacitado para juzgar situaciones que involucran el uso del perfil racial y ni siquiera concibo la necesidad de un perfil racial (aunque muchos científicos sociales llevan décadas defendiendo el uso del perfil racial por el bien público). Desde luego que me parece espantosa esta muerte. Y también me producen dudas razonables el hecho de usar semejante fuerza contra una persona que vende cigarrillos sueltos. Aunque no ignoro que el uso de la fuerza policial tiene que ser proporcional, tampoco puedo pasar por alto el hecho de que el señor Garner no reaccionó correctamente a los requerimientos de tantos policías mientras el rodeaban lentamente.
Como es un tema que toca el conflicto racial no he podido seguir el caso por la prensa conservadora. En Estados Unidos la derecha tiene prohibido hablar de estos temas (aunque en Estados Unidos lo que se entiende por derecha es una especie de club en el que hablan de la segunda venida de Cristo y de reptilianos, vamos, lo que para nosotros es Russia Today). Estas cosas son coto privado de los progres, aficionados a crear problemas para luego culpar a los demás. En la CNN y en ABC era curioso el seguimiento que hacían los reporteros a las concentraciones de repulsa contra este arresto con triste desenlace. Manifestaciones cuyos integrantes eran mayoritariamente negros eran seguidas por reporteros negros porque esa es la forma de no ser racista de los racistas progres americanos, supongo.

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Racismo de fondo.

Al calor de la redacción, los presentadores blancos repetían una y otra vez la noticia pidiendo perdón por tener un tono claro de piel. Mientras expertos en áreas variopintas del proceso legal americano daban su opinión, se coló por el medio una entrevista a la hija de Eric Garner. La mujer, evidentemente dolorida, trató de reconducir la historia y no presentarla como un episodio de guerra racial. Lo que Erica Garner pedía era justicia no a favor de los negros, sino contra el abuso policial. Y ahí si que hay tema, más allá del trincherismo que no ayuda a nadie pero que da audiencia.
Todo el que ha vivido en Estados Unidos sabe que hay un problema racial. El caso es que si además de haber vivido allí te interesas por el tema, el argumento de relacionar raza con criminalidad adquiere una nueva dimensión si a esa correlación evidente —las cifras son sangrantes— le añades la variable "educación". No es que haya más negros en prisión porque ser negro implique no cumplir la ley —eso es racismo y el racismo es un "ismo" desmentido por todas las ramas del conocimiento humano—, hay más negros en prisión porque en general tienen peores resultados académicos. En este punto, un heraldo del KKK diría que ser negro implica ser más tonto —nuevamente el racismo funcionando—, sin embargo si nos centramos en el tema educativo la nueva correlación va en función de la renta disponible.
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Para los de la LOGSE: renta baja -> fracaso escolar -> criminalidad .> prisión -> renta baja. En este círculo vicioso la raza no aparece por ninguna parte. Por ello no pienso que se trate de un problema racial, sino de un problema más dificil de ver y sobre todo de corregir: el problema de cómo crear riqueza. Pocos se han preocupado por averiguar por qué Eric Garner tenía que vender cigarrillos sueltos.
Existe una cantidad infinita de asociaciones, oficinas gubernamentales, ONG, fundaciones, clubes de pijos, etc. dedicados a "combatir la pobreza". Y esa aproximación yo creo que es la que falla. Desde luego que los prejuicios raciales desempeñan un papel, pero a nivel básico, estamos tratando con un problema —el de las sociedades opulentas— en el que la raza es una pantalla opaca que nos impide ver qué hay detrás.
No hace falta irse a comunidades con una triste historia de prejuicios raciales para encontrar este círculo vicioso. Aunque en menor medida, en un país tan homogéneo como España encontramos el mismo problema —mucho más reducido, claro, porque en Europa funciona otra tradición del sentido de comunidad y de la responsabilidad pública—. Me gustaría cruzar los datos de fracaso escolar, criminalidad y nivel de renta. Sospecho que incluso en Estados Unidos, quitando la variable "raza", las conclusiones no me sorprenderían: un blanco pobre y sin estudios también tiene boletos para acabar en la cárcel.
Pobreza y delito
Ahora, una vez identificado el problema, debemos preguntarnos si la aproximación de "combatir la pobreza" es la correcta. ¿No podemos acercarnos al tema desde el punto de vista de "crear la riqueza"? Por mucho que les duela a quienes quieren seguir en su despacho universitario estudiando el "fenómeno de la pobreza" como quien estudia amebas en una placa de Petri, hay una realidad prosaica y peatonal en este problema: tratar a la gente como a animalitos domésticos simplemente no funciona. Levantar viviendas sociales crea especulación para la clase media —incluidos familiares de concejales comunistas— en el mejor de los casos y guetos en el peor de los casos. Poner un ordenador en cada pupitre puede sonar bien pero si la gente no puede ir a clase porque tiene que ayudar a recoger chatarra o en el puesto de la feria, sólo se va a beneficiar de la medida el hijo de la familia que no tiene problemas y el cuñado del presidente de la diputación que gana el concurso público de los ordenadores.

La muerte de Eric Garner y el resto de cosas que están mal

Es como un documental de La 2.

Los ejemplos gráficos son muy pintones y me puedo pasar la tarde poniendo más. El caso es que según vas hurgando hay cosas mucho más sutiles que se nos escapan. Por ejemplo, cuando gente rica intenta enseñar a gente pobre cómo ahorrar. Es que si compras una nevera A+++ ahorras en la factura de la luz, el caso es que no tienes dinero para comprar esa nevera. Hay ayudas para la compra de vehículos eléctricos que a la larga ahorran mucho dinerito, pero esos vehículos, aun con la subvención eco-chupi sólo se los puede permitir una fracción de la población. Hay combos para líneas de teléfiono con los que se ahorra, pero un combo implica tener varios servicios contratados, etc. La lista de "progres tirando a fallar" es interminable porque para ahorrar dinero hay que empezar por tener dinero. Y recordemos que para los progres entusiasmados con tratar a los pobres como animalitos, que otros tengan dinero es malo.
Mientras el Estado sea una agencia de redistribución para los más ricos (a quienes creo que no hace falta ayudar) y de mantenimiento de una miseria conllevable para la menguante clase media, los pobres seguirán siendo pobres, seguirán entrando y saliendo de prisión, seguirán abandonando los estudios y seguirán vendiendo cigarrillos de contrabando por cinco duros.
Hay en este punto algo relacionado con el código penal. En EEUU por ejemplo, algunos se quejan de que las penas por posesión de droga para pobres (crack) son mayores que las penas por posesión de droga para ricos (cocaína). En el caso de España, los delitos contra la salud pública (eufemismo para no hablar de droga, ya que entonces habría que meter a las viejecitas del bingo en la cárcel) son la razón de que estén en prisión 14.000 personas de una población total reclusa de 55.000. La droga es la panacea del que quiere salir de la pobreza. Es como la Lotería Nacional, pero mal vista y por tanto apetecible. Olvídate de los hedge funds, invertir un euro hoy en droguismo te da al cabo de tres meses rentabilidades espectaculares. Pero este es un tema feo del que es mejor no hablar. Los presos, donde no podamos verlos. Como los pobres. Con hacer un docudrama de vez en cuando ya nuestra conciencia está tranquila. Además, los presos no votan. Como los pobres.

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¿Os acordáis de las fotos del rey en Botsuana? Pues eso.

Y no, la gente no es malvada. No la mayoría al menos. El caso es que el dinero para los políticos lo ponen los más beneficiados por los políticos (¿hacen falta tantos campos de golf públicos? ¿en serio?) y la menguada clase media sigue con las migajas (soportando por ejemplo la energía y telecomunicación más caras del hemisferio occidental). Al fondo a lo lejos, en algún documental tipo National Geographic están los pobres, que no votan. O que si votan, votan a un sinvergüenza que les promete una farola en el parque y les invita a empanada en algún mitin electoral. Esto mismo que denuncian tantos después de la cena, es —al menos en parte— provocado por esos mismos que cenan caliente y con la conciencia tranquila.
¿Sabíais que en el mundo, cada sesenta segundos pasa un minuto?


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