Bizkaia, Murcia y Vigo. Son las tres localidades en las que tres mujeres han perdido la vida, supuestamente, a manos de sus parejas o ex parejas en menos de 72 horas. Pero no han perdido la vida, así, por casualidad. Todo apunta a que han sido asesinadas: a golpes, a puñaladas.
Con ellas, esta danza macabra del cómputo de víctimas fatales de la violencia doméstica asciende a 33 mujeres que eran amigas, madres, hijas, novias, profesionales. Y ya no.
Este tipo de violencia no cesa. Año tras año. No funcionan las campañas de concienciación, las mujeres no denuncian por lo que las órdenes de protección no aumentan. Por no hablar, de los recortes a la atención de las supervivientes. Y esta gota malaya del horror ha calado tanto que ha hecho que la abominación, que el hecho execrable y raro de matar a quien se ama, sea visto como un contenido normal, carne de informativo. Un tema del que la presentadora informa con gesto adusto y voz grave.
Frame de "Amores que duelen". Foto: Telecinco.
El otro día conduciendo escuchaba a Francino. En su Ventana hizo algo contraproducente. Alarmado por las informaciones de perfil bajo que habían ocupado los asesinatos se dedicó a hacer conexiones desde los vértices del triángulo mortal para saber más de las muertas. Pero ahí no queda todo. Telecinco ha estrenado la segunda edición de “Amores que duelen”. Un programa en el que las supervivientes cuentan su calvario. El dolor hecho espectáculo.
Desconoce cuál es la solución a este feminicidio progresivo pero cree sinceramente que los periodistas tienen –tenemos- una responsabilidad al respecto. Y este tipo de conductas sociopáticas y narcisistas se contagian. Como los suicidios. En lugar de airearlos, todos deberíamos esforzarnos en tratar de revertir el machismo generacional y cultural que subyace en esos comportamientos. Desde los colegios.