Por Patricia Rizzo
Las analogías no siempre funcionan bien, ni el cruce de líneas cuando discursivamente no se tuvieron las mismas intenciones. No se trata justamente de este caso, donde es armonioso el recorrido y gozoso el encuentro entre las obras; Gabriela Van Riel pensó acertadamente en esa combinación de talentos y a partir de algunos trabajos de Kenneth Kemble armó las coincidencias, muchas casuales y algunas ex profeso como una hermosa pintura de Schiavi que la artista realizó a partir de la invitación, tomando algunas referencias de las obras que la acompañarían y creando una obra que cita y coincide en tonos y elementos, pero conserva su luminosa individualidad.
Yente-Schiavi
Ciertamente todos se lucen, Cristina Schiavi reafirma una vez más la solidez de su trabajo con esa obra y también con la presentación de un objeto que ya tiene un tiempo de elaboración y que es inequívocamente de su autoría; cierta paleta y tratamiento que le es muy propio. Al mismo tiempo exhibe junto a Leo Battistelli en la galería Del Infinito, también en otra muestra recomendable. Es que su obra tiene un perfil mucho más alto que ella, que es amorosamente callada y gusta de estar pero no tanto; en cambio sus trabajos suelen imponerse en cualquier contexto y también esta vez, en una exhibición de pocas piezas por autor, y en compañías de artistas tan personales.
Schiavi
Sus trabajos “maridan” maravillosamente, sobre todo con Yente, a quién admira. La nombra con devoción y habla de su obra como quién tuvo un encuentro con un –una- gigante y ella estuviera mirando un poco en puntas de pie, aunque la percepción externa no es tal. Hay obras deliciosas de Yente, sobre todo una de pequeño formato, justamente la que tomó Schiavi a modo referencial para la realización de su pintura, y otra de paleta más baja, muy sutil, como solía ser gran parte de su producción. Yente es muy adecuada para contemplarla así, con algunas pocas piezas elegidas, porque requiere de una atención dedicada: sus trazos tenues, su delicadeza en las tonalidades, sus ínfimos detalles. A veces aparece una pincelada que se nota más, y uno se pregunta si fue accidental o estuvo pensando en dónde y en que rincón la ubicaría o si fue antes o después de la composición general cuando fue realizada.
Kemble/Saravia/Schiavi
En cambio, Susana Saravia es una especie de Kenneth alucinado, con colores fuertes como a él le gustaba utilizar, pero mucho más alejada de las líneas puras de la geometría. Se basa en ellas, pero después las anarquiza, se corre de ese lugar y elabora otro lineamiento. Hay una buena selección de sus obras, se ven muy bien y cerca del sistema de sobre-posiciones de Kenneth encuentra correspondencias insólitas, también para la artista, que se sorprendió cuando la galerista la invitó a ser parte de la exhibición justamente por sus analogías con la obra de este gran maestro del informalismo. Exhibidos juntos muchos de estos acercamientos se evidencian naturalmente pero es cierto que antes de verlos, no son tan obvios. Y con Kemble se renueva el gusto de la obra que exhibe actualidad, aunque lleve sobre sí muchos años y su autor haya sido joven en los sesenta. Su obra aquí ocupa un sitio tal vez más formal, a partir de el, un poco como el sitio de Yente, una especie de distancia epocal que genera respeto, pero con el guiño de quienes se fueron sin hacerlo nunca del todo y que van y vuelven y se juntan con los de ahora, para el placer de todos.