“En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad” SchopenhauerMúsica y matemática suelen ser consideradas disciplinas muy diferentes. Una apela al sentimiento espontáneo, a la expresión pura; la otra al razonamiento y al rigor lógico. Sin embargo, en todas las épocas se han sospechado, buscado, rechazado o confirmado profundas conexiones entre una y otra.
Desde hace miles de años que el ser humano viene observando el cielo nocturno con un interés diverso, pero siempre maravillado ante la majestuosidad del espectáculo que despliega el firmamento las noches despejadas. Ya en las primeras manifestaciones artísticas del hombre, cuando la talla y la pintura eran la memoria del hombre, había representadas estrellas y fases lunares. Tanto el sol como la luna eran vitales para la supervivencia. El sol iluminaba y calentaba, mientras la luna permitía la visión durante la noche, permitiendo actividades como la caza o el resguardo de otros depredadores.
La relación más temprana entre música y astronomía comenzó en las culturas milenarias de Egipto, Sumeria y China. La profunda devoción de estas culturas por la astronomía y la astrología, y la veneración de los astros como a dioses, establece ya el estrecho vínculo entre la música y el cosmos. La música en la antigüedad no era una expresión popular, sino propia de las altas jerarquías y las clases sacerdotales. Se interpretaba generalmente en templos y palacios, teniendo de este modo un origen cosmogónico
La palabra música tenía un significado más amplio en la antigua Grecia que en la actualidad. Para el matemático Pitágoras, si la aritmética permitía la comprensión del universo físico y espiritual, la música era un ejemplo de la armonía universal.
A través de sus estudios de la canónica o cuiencia de los intervalos musicales, Pitágoras argumentó la teoría de “la Música de las Esferas”.
Esta teoría afirma que los tonos emitidos por los planetas dependen de las proporciones aritméticas de sus órbitas alrededor de la Tierra, de la misma forma que la longitud de las cuerdas de una lira determina sus tonos.
Las esferas más cercanas producen tonos graves, que se agudizan a medida que la distancia aumenta. Esta tradición fue recogida y seguida desde entonces y en un principio se basaría en la tierra, el sol y los 5 planetas conocidos. En total las 7 notas del pentagrama. Después se añadirían 3 esferas más para alcanzar el 10, por ser un número idealizado por los griegos.
Kepler compuso e invitó a los músicos de su época a interpretar lo que él llamaba la música de los planetas. Los sonidos en los planetas según Kepler, serían más agudos cuanto más rápidos fueran sus movimientos y entre sus notas simultáneas se originaría un acorde que daría armonía al universo.
Los planetas y los astros emiten sonidos, como ha quedado demostrado por la sonda TRACE, que detectó los ultrasonidos del Sol. Desde entonces tenemos registrado el sonido de casi todos los planetas y varias lunas del sistema solar, pero ¿esos sonidos son música?
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