Muy buenas tardes.
Antes de ir al meollo de esta entrada, voy a contar el por qué de este Off Topic, y no otro.
Todo empezó ayer mientras me duchaba. Como siempre, estaba cantando las canciones que aleatoriamente se reproducen en mi móvil – soy cantante profesional de ducha cuando no hay nadie cerca; este año en primera división -, y empezó a reproducirse “La Canción del Pirata”, interpretada por el grupo de heavy español Tierra Santa, y escrita por José de Espronceda, como todo el mundo sabe (o debería saber).Un poema que desde siempre me ha encantado, desde pequeño. En esa época me lo sabía a medias, pero cuando descubrí esta canción acabé aprendiéndomelo entero.
Después de cantarla por enésima vez desde que la escuché por primera vez, y salirme de la ducha, me encontré con mi madre, que tenía una expresión pensativa.Me preguntó si esa era “La Canción del Pirata” escrita por el poeta extremeño, y le dije que sí, que este grupo simplemente había puesto música al sonido. Sonriendo, me dijo que qué curioso que siendo metal haya este tipo de canciones, mientras que en la música “normal” no.
En ese momento me acordé de una entrevista que leí hace tiempo donde Arturo Pérez-Reverte (autor de la saga Las aventuras del Capitán Alastriste, La Guardia del Tango Viejo, entre otras muchas, y columnista en XL Semanal) hacía referencia a la música metal y la literatura.
Antes de leer su escrito, este autor ya me parecía excelente. Pero desde que lo leí por primera vez, me enamoró su forma de expresarle y poner a caldo a todo el mundo de forma tan fina. Desde ese momento me gusta mucho leer todo lo que escribe este hombre, ya sea vía semanal, por Twitter, o sus libros.
Voy a copiar literalmente el escrito, sacado de su página web, y que se publicó hace pronto seis años en un semanal.
Espero que lo disfrutéis.
Corsés góticos y cascos de walkiriaARTURO PÉREZ-REVERTE | El Semanal - 16/12/2007 No soy muy aficionado a la música, excepto cuando una canción -copla, tango, bolero, corrido, cierta clase de jazz- cuenta historias. Tampoco me enganchó nunca la música metal. Me refiero a la que llamamos heavy o jeviaunque no siempre lo sea, pues ésta, que fue origen de aquélla, es hoy un subestilo más. Siempre recelé de los decibelios a tope, las guitarras atronadoras y las voces que exigen esfuerzo para enterarse de qué van. Las bases rítmicas, el intríngulis de los bajos y las cuerdas metaleros, escapan a mi oído poco selectivo. Salvo algunas excepciones, tales composiciones y letras me parecieron siempre ruido marginal y ganas de dar por saco, con toda esa parafernalia porculizante de Satán, churris, motos y puta sociedad. Incluidas, cuando se metían en jardines ideológicos, demagogia de extrema izquierda y subnormalidad profunda de extrema derecha. Etcétera.Fuente: http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/177/corses-goticos-y-cascos-de-walkiria/
Sin embargo, una cosa diré en mi descargo. De toda la vida me cayeron mejor esos cenutrios largando escupitajos sobre todo cristo que los triunfitos relamidos, clónicos y saltarines, tan rubios, morenos, rizados y relucientes ellos, tan chochidesnatadas ellas, con sus megapijerías, sus exclusivas de tomate y papel cuché, y toda esa chorrez envasada en plástico y al vacío. Al menos, concluí siempre, los metaleros tienen rabia y tienen huevos, y aunque a veces tengan la pinza suelta y hecha un carajal, éste suele ser de cosas, ideas, fe o cólera que les dan la brasa y los remueven, y no de cuántas plazas será el garaje de la casa que comprarán en Miami cuando triunfen y puedan decir vacuas gilipolleces en la tele como Ricky, como Paulina, como Enrique.
Pero de lo que quiero hablarles hoy es de música metal. Ocurre que en los últimos tiempos -a la vejez, viruelas- he descubierto, con sorpresa, cosas interesantes al respecto. Entre otras, que esa música se divide en innumerables parcelas donde hay de todo: absurda bazofia analfabeta y composiciones dignas de estudio y de respeto. Aunque parezca extraño y contradictorio, la palabra culturano es ajena a una parte de ese mundo. Si uno acerca la oreja entre la maraña de voces confusas y guitarras atronadoras, a veces se tropieza con letras que abundan en referencias literarias, históricas, mitológicas y cinematográficas. Confieso que acabo de descubrir, asombrado, entre ese caos al que llamamos música metal, a grupos que han visto buen cine y leído buenos libros con pasión desaforada. Ha sido un ejercicio apasionante rastrear, entre estruendo de decibelios y voces a menudo desgarradas y confusas, historias que van de las Térmópilas a Sarajevo o Bagdad, incluyendo las Cruzadas, la conquista de América o Lepanto. Como es el caso, verbigracia, de Iron Maiden y su Alexander the Great. La mitología -Virgin Steele, por ejemplo, y su incursión en el mundo griego y precristiano- es otro punto fuerte metalero: Mesopotamia, Egipto, La Ilíada y La Odisea, el mundo romano o el ciclo artúrico. Ahí, los grupos escandinavos y anglosajones que cantan en inglés copan la vanguardia desde hace tiempo; pero es de justicia reconocer una sólida aportación española, con grupos que manejan eficazmente la fértil mitología de su tierra: Asturias, País Vasco, Cataluña o Galicia. Tampoco el cine es ajeno al asunto; las películas épicas, de terror o de ciencia ficción, La guerra de las galaxias, Blade Runner, Dune, las antiguas cintas de serie B, afloran por todas partes en las letras metaleras. Lo mismo ocurre con la literatura, desde El señor de los anillos hasta La isla del tesoroo El cantar del Cid. Todo es posible, al cabo, en una música donde el Grupo Magma canta en el idioma oficial del planeta Kobaia -que sólo ellos entienden, los jodíos- mientras otros lo hacen en las lenguas de la Tierra Media. Donde Mago de Oz alude -La cruz de Santiago- al capitán Alatriste y Avalanch a Don Pelayo. Donde los segovianos de Lujurialo mismo ironizan sobre la hipocresía de la Iglesia católica en cuestiones sexuales que largan letras porno sobre Mozart y Salieri o relatan, épicos, la revuelta comunera de Castilla. Y es que no se trata sólo de estrambóticos macarras, de rapados marginales y suburbanos, de pavas que cantan ópera chunga con corsé gótico y casco de walkiria. Ahora sé -lamento no haberlo sabido antes- que la música metal es también un mundo rico y fascinante, camino inesperado por el que muchos jóvenes españoles se arriman hoy a la cultura que tanto imbécil oficial les niega. El grupo riojano Tierra santa es un ejemplo obvio: su balada sobre el poema La canción del Pirata consiguió lo que treinta años de reformas presuntamente educativas no han conseguido en este país de ministros basura. Que, en sus conciertos, miles de jóvenes reciten a voz en grito a Espronceda, sin saltarse una coma.
Yo soy un melómano. En la época en la que leí esto, yo dedía que era un "metalero". Ahora mismo, escucho toda pieza musical que tenga sentido y esté trabajada. Pero si me pides decantarme por un género, diré que el metal es mi favorito.Y no puedo estar más de acuerdo con Pérez-Reverte.
Ser metalero o gustarte la música metal nunca la relacionan con la literatura. Yo tengo varias experiencias de: "No me puedo creer que con las pintas que tienes, con la música que escuchas, te guste tanto la literatura". Antes me enfadaban, ahora lo asocio a falta de cultura musical y a una mente cerrada.
Mi grupo favorito en lengua no española, Eluveitie, en sus canciones está la historia de los galos y celtas, y sus mitologías; La cancion A Rose for Epona habla sobre helveticos, que piensan que sudiosa, Epona, los ha abandonado durante la guerra. Saurom, mi grupo preferido en español, cuentan muchas leyendas, hablan sobre la poetisa Wallada, e incluso tienen una canción con una de las Leyendas de Bécquer, "En el monte de las ánimas".
Podría tirarme así todo el día, pero voy a dejar solo dos más: El cuervo de Poe, grupo mexicano de metal que hace referencia al gran Edgar Allan Poe, y Nostra Morte, con la canción Perséfone, que hace referencia a la mitología griega.
Os dejo los links de los grupos y las canciones que he mencionado. ¡Espero que los disfrutéis!
Eluveitie - A Rose for Epona
Saurom - En el monte de las ánimas
El Cuervo de Poe - La Semilla de la Vida
Nostra Morte - Perséfone